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"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





lunes, 9 de diciembre de 2024

EL CONTAGIO

 

En sociología las masas son fenómenos de la vida social formadas por grandes grupos de personas que comparten intereses, conductas u opiniones, pero que no están necesariamente organizados. El comportamiento de las personas cuando forman parte de una multitud o grupo masivo puede influir en el pensamiento, las emociones y las acciones de los individuos, llevándolos a actuar de manera diferente a como lo harían en situaciones individuales. Gustave Le Bon, en su obra “Psicología de las masas” (1895) sostuvo que las multitudes tienden a ser irracionales y fácilmente influenciables. Jean-Gabriel Tarde, padre de la sociología social, enfatizó la importancia de la imitación en las masas y sugirió que las ideas y comportamientos se propagan dentro de ellas de manera similar a un “contagio”. El contagio de las masas o contagio social es un fenómeno en el que las emociones, comportamientos o ideas se propagan rápidamente entre las personas, como si fueran “infecciones” psicológicas.

Cuando lo que se contagia es la tolerancia de lo malo se sugiere la idea de normalizar conductas o situaciones negativas, al punto de que se vuelvan aceptadas o incluso comunes dentro de una sociedad. Es el efecto contagio que transforma a una sociedad en cómplices del daño por su ceguera. Podemos citar algunos casos donde ante la maldad la gente miraba a otro lado para no ver la podredumbre que les rodeaba. Así sucedió con el pueblo alemán que se tapaba los ojos mientras se quemaban a los judíos; o la sociedad vasca obligada a mentir en las causas de los asesinatos de sus seres queridos por ETA con la finalidad de no llevar la contraria al colectivo etarra. Debemos ser conscientes de que la negación del abuso genera más abusos y que el autoengaño es la antesala de la frustración. Perder la esperanza en la buena política es un sentimiento que surge cuando las personas se enfrentan a sistemas corruptos, ineficientes o autoritarios, donde las instituciones parecen estar diseñadas para perpetuar el poder de unos pocos en lugar de servir al bien común. Un desencanto que puede llevar a la apatía, la abstención electoral y la indiferencia hacia los asuntos públicos, perpetuando los problemas que originalmente generaron esa desesperación, lo que reforzaría una cultura de aceptación de las prácticas deshonestas.

Antonio Machado publicó al terminar la Guerra Civil en 1939 su libro en prosa con el título “Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo”. Mairena decía que “La política señores, es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes”. No ser indiferentes frente a la política es fundamental para romper con la cultura de la aceptación, y despertar del abatimiento mostrando con claridad la disconformidad con la mala política que lleva a, nombramientos estratégicos, control de recursos públicos, reformas legales a conveniencia o el debilitamiento institucional intencionado. De no hacerlo formaremos parte de ese ejército de incondicionales dispuesto a todo con tal de seguir una ideología trasnochada o de falta de principios. Es entonces cuando el contagio se convierte en pandemia.

Casos como el de Hungría bajo el gobierno de Viktor Orbán es el ejemplo de gobiernos con el único propósito de perpetuarse en el poder. Para ello la receta que se sigue es la siguiente: impulsar cambios constitucionales para concentrar el poder en el Ejecutivo y limitar los contrapesos democráticos; debilitar el poder judicial con nombramientos de jueces afines a su partido; control de los medios estatales, clientelismo político para sus aliados leales y creación de una dependencia económica a su gobierno. De no prevenir la colonización de las instituciones el contagio será imparable. Lo será al comprobar que ciertos comportamientos deshonestos producen resultados efectivos (ganar elecciones, mantenerse en el poder), los adoptan; o cuando no hay consecuencias a las acciones negativas (falta de sanciones legales o sociales), se produce un incentivo en otros actores sociales, políticos o económicos a hacer lo mismo.

La prevención al contagio pasa irremediablemente con una buena educación ciudadana y con la promoción de valores democráticos y éticos en todos los niveles de la sociedad. Es cierto que la presión internacional puede ser efectiva, pero debe combinarse con acciones locales organizadas para generar un cambio duradero. Así se revertirá el contagio de las masas de negativo a positivo y se podrá prevenir el asentamiento de regímenes que buscan perpetuarse en el poder a toda costa.

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