Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





viernes, 25 de septiembre de 2015

LA DECISIÓN CORRECTA...O NO



Hacía muchos años, tal vez veinte, que no veía a un buen amigo de carrera: esa que en mi época era de siete años y que los dos primeros parecían interminables. En nuestro encuentro nos miramos fijamente: como si quisiéramos en unos instantes escrutar el paso del tiempo en nuestros rostros: como si quisiéramos advertir que el uno, yo/el, era más viejo que el otro, el/yo. La verdad es que el tiempo pasado, no fue gratis: dejó en nuestros rostros y también en nuestras vidas -aunque yo no conociera la suya- su herida. La descalabradura de nuestra existencia.
Nuestro encuentro sirvió para ponernos –más o menos- al día de lo hecho y lo que, como consecuencia, dejamos de hacer. Esto último, nos tomó muy poco tiempo, tal vez por qué lo soñado en nuestras juventudes habían sido eso: sueños, utopías.  Reíamos, de aquello que pretendimos y no conseguimos, de amigos en común, de aficiones juveniles y de alguna que otra chica -de aquel lejano tiempo- que no volvimos a ver.
Coincidimos en que esos sueños, a veces, muestran de nuevo su cara y nos machacan el intelecto como si nos dijeran: ¡aún estás a tiempo! Mi amigo: amante de la música, quiso recobrar su afición: el violín, y pasaba el tiempo mostrándose así mismo que el tiempo, realmente, había pasado. A mí: de aficiones pocas, fui más pragmático y busqué aquello que me permitiera practicar una de mis pocas cualidades: la comunicación. 
Cuando inicias una carrera, eres joven –tal vez demasiado joven- y no tienes ni la formación, ni los consejos, ni el conocimiento, ni, ni –muchos ni- para tomar la decisión correcta. Tomé, entonces, la decisión de hacer ingeniería, sin tener en cuenta que una vez tomada esa decisión, y realizada, no habría posibilidad de retorno. Esa profesión me hizo deambular por diversos derroteros, sin un rumbo claro y fijo: lo único que se deseaba era encontrar un trabajo -si también entonces era difícil encontrarlo-, y por ello, las decisiones para aceptar el trabajo ofrecido eran más audaces que reflexivas.  Ante la necesidad de encontrar trabajo, vuelves a tomar una decisión que irá marcando tu vida de forma inmisericorde.
Tomar la decisión correcta -o la más inteligente- implica tener en cuenta emociones, intuición y razón en partes equitativas. En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación. Por otra parte, la intuición describe el conocimiento que es directo e inmediato, es lo evidente, sin intervención de lo deducible o razonable. La razón, por el contrario, se vale de principios: que consideramos como ciertos: descritos por la lógica. Esa mezcla - emoción, intuición, razón- a veces nos gasta malas pasadas: ¿Qué decisión tomar?
Hoy en día ya no existe la esclavitud legal, pero la capacidad del individuo para tomar sus propias decisiones se ve con frecuencia interferida y restringida por los demás. Pero, lo que debe quedarnos claro, es que nuestras decisiones de ahora, serán –probablemente- nuestras restricciones futuras. El miedo, la ansiedad o el estrés ante una decisión importante, hace que la posterguemos, sin embargo, no tomar una decisión es tomar la decisión equivocada.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose