Querido y admirado Ángel.
¡Muchas felicidades!
Hace 25 años, el Señor, habiéndote elegido como “pescador de
hombres” envió su Espíritu que descendió sobre ti, y te consagró como
apóstol-mensajero para que dieras a conocer la vida de Jesús.
Con tu sacerdocio, por expreso deseo del Señor, has
administrado (por eso eres “ministro”) las cosas de Dios a los hombres. Has
ofrecido y llevado los problemas y deseos humanos hasta el mismísimo trono del
Altísimo. Como sacerdote no sólo testimonias la presencia y la sacralidad de
Dios, sino también haces sacras las cosas (sacrum facere = sacrificio),
ofreciéndolas con la entrega de su vida, y con la celebración de los misterios
de la Fe, y particularmente con el “Santo Sacrificio” de la Misa.
Eso es lo que has hecho en estos años incansablemente, pero
al igual que le ocurrió a Jesús, no siempre habrás sido bien recibido por
todos. Pero te decimos, ¡ánimo y adelante!. Sé que eres un gran luchador,
valiente, coherente con lo que has de anunciar, por algo el Señor se fijó en ti
y te llamó por tu nombre.
Hoy tus fieles, familiares y amigos, con toda la Iglesia,
nos alegramos de celebrar tu cuarto de siglo al servicio de tu sacerdocio, y de
encontrar en ti a Cristo sacerdote que adora y contempla la Eucaristía, la
fuente de tu vida.
Queremos seguir viendo en ti y con mayor fuerza a Cristo
Víctima de amor, al ministro de Cristo que transmite solo a Cristo y no a sí
mismo y sus ideas personales. Queremos en ti la santidad de Cristo en tu
corazón, en lo heroico de tu vida inmolada por tus ovejas (estos que estamos
contigo en esta parroquia, estrujándote y sacando de ti el jugo del amor y la
amistad), demostrada sobre todo en la celebración santa de la Sagrada Liturgia.
Queremos seguir viéndote de rodillas ante el Santísimo
Sacramento en adoración. Queremos seguir viéndote clavado en el confesionario,
salvando almas. Queremos seguir viéndote Alegre, Natural, Generoso, Entusiasta,
Leal a tu profesión y a tus hermanos parroquiales pues estos adjetivos
conforman las iniciales de tu nombre: ANGEL. Pero yo quiero pedirle a la Real
Academia Española de la Lengua, una licencia gramatical: la de añadir una H al
inicio de tu nombre: HANGEL. Con ello completaría no, mejor dicho, resumiría tu
ángel con la “H” de humildad, tu rasgo más hermoso.
Te deseamos, querido Ángel, que la fuerza del Espíritu siga
derramando sobre ti cada día, durante los años que el Señor te permita vivir,
aliento, impulso, ánimo y valentía suficientes para que continúes siendo fiel
al “sí” que diste al Señor el 27 de Mayo de 1.989.
Que María, madre de Dios y madre nuestra interceda por ti en
los momentos de turbación y desaliento, para que poniendo tu confianza en el
Señor, tu apostolado sea reflejo del anuncio del Reino que nos mostró Jesús.
Con todo cariño, tu familia, feligreses y amigos.
José Antonio Puig Camps (Parroquia de l Buen Consejo-Valencia)