Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





miércoles, 23 de diciembre de 2015

CONCIENCIA DE LA VIDA



Si pudieramos tener conciencia de lo efimera de nuestra vida, tal vez, pensariamos dos veces antes de ignorar las oportunidades que tenemos de ser y de hacer felices a los que nos rodean. Nos entristecemos por cosas pequeñas y perdemos un tiempo precioso. Nos callamos cuando deberiamos hablar, y hablamos demasiado cuando tendriamos que estar en silencio. Nos quedamos parados, sin poner al descubierto nuestro afecto y cariño hacia la persona querida y, sin embargo, manifestamos nuestros desaires con la mayor tranquilidad sin darnos cuenta de la perplegidad causada a aquel que nos ama. Tenemos miedo de amar, pero no de hacer daño.
Pasamos los días sin ser conscientes de que no hemos cambiado, de que seguimos igual que el día anterior, de que hemos desperdiciado los momentos, ¡preciosos momentos!, de manifestar ese sentimiento, propio del ser humano, que se llama cariño, aprecio, amor. Perdemos momentos de nuestras vidas sin ser conscientes del regalo tan grande que nos ha hacho Dios con darnos la oportunidad de vivir.
El tiempo pasa. Pasamos por la vida y no vivimos, sobrevivimos superando pruebas y pensando en el mañana sin disfrutar del hoy. Vivimos con el sentimiento lastimero que nos hace vivir muertos el resto de nuestras vidas. Así lo dice San Juan de la Cruz (Vivo sin vivir en mi): “ ¿qué muerte habrá que se iguale a mi vivir lastimero, pues si más vivo, más muero?” Nos consumimos, comparando nuestras vidas con la de aquellos que poseen más, sin hacerlo nunca con los que tienen menos y así, cuando más vivo más muero.
Sin embargo, somos resilientes, tenemos esa capacidad de sobreponernos a periodos de dolor emocional y situaciones adversas, más aún, tenemos la fortaleza de hacer de nuestros fracasos catapultas para nuestros exitos futuros. Es, en esos momentos, cuando se despierta la conciencia de la vida, cuando salimos de la distracción para centrarnos en nuestras realidades, en nuestras capacidades, talento e inteligencia para superar barreras y conseguir metas soñadas.
No mires atrás, lo que pasó, pasó. Lo que perdimos, perdimos. Mira hacia delante. Mi padre, cuando alguién le decía que no olvidaba ni era capaz de perdonar, le decía que el Señor nos había dado ojos para mirar hacia delante y no hacia atrás. El vivir, con el peso de lo que podrías haber hecho y no lo hicistes, de lo que tendrías que haber dicho, o no, ante la ofensa, de lo que podrías haber amado y no lo hicistes, y un gran etc., solo puede hacerte perder el estimulo de disfrutar y vivir el tiempo que aun te queda y, lo más importante, que tus seres queridos disfruten de tu alegría de vivir.
Debemos encontrar el camino que nos permita vivir cada hora del día con plena conciencia, con la mente y el cuerpo despiertos. Lo contrario será vivir en distracción, sin darnos cuenta de que estamos vivos. Malgastamos los minutos y los días, pensando lo que podría ser mi vida y no lo es. Debemos disfrutar plenamente de lo que tienes, pues siempre hay ejemplos que quisieran tener lo que tu tienes y desprecias. Ya Calderón de la Barca en un fragmento de “La vida es sueño”, lo muestra: “Cuentan de un sabio que un día// tan pobre y mísero estaba,// que sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía. //¿Habrá otro, entre sí decía,// más pobre y triste que yo?;// y cuando el rostro volvió// halló la respuesta, viendo// que otro sabio iba cogiendo// las hierbas que él arrojó”.
Cuando estaba hospitalizado, tenía que estar en cama sin casi poderme mover dado la cantidad de bolsas con antibioticos, suero, proteinas etc, que me ponian. La quimioterapía me había dejado sin fuerzas, era un ser inutil que necesitaba la ayuda de los demás para todo, si, para todo. Un día el enfermero me preguntó que es lo que me gustaría hacer y yo le dije: me gustaría podeme duchar solo. Nunca, hasta entonces, había valorado tanto lo que antes tenía: la autonomía de hacer, tomar o ir a donde quisiera. Nunca me había dado cuenta, hasta entonces, de que cada día podía levantarme sin ayuda, andar sin ayuda, comer sin ayuda, ducharme sin ayuda o respirar sin ayuda. ¡Cuantas gracias tengo que dar ahora a Dios por permitirme hacer todo aquello que entonces no podía!.
No valoramos lo que tenemos. Vivimos angustiados al compararnos con el espejismo de lo que deberiamos tener y no tenemos. No tenemos conciencia de la vida. El tiempo en que vivimos, poco o mucho, dependerá de cómo tu hayas dirigido tu vida: con alegría de vivir o con la impaciencia de que vas a morir. Porque, incluso, la conciencia de morir nos debe animar a vivir más y mejor. Un texto no existe hasta que puede ser leido, una vida no existe hasta que no tienes conciencia de ella.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose

sábado, 12 de diciembre de 2015

EL AÑO DE LA MISERICORDIA



Toda la humanidad se encuentra hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Estos cambios, provocados por el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador, también los padece el: en sus juicios y deseos (individuales y colectivos), en sus modos de pensar, en sus comportamientos y en sus desviaciones. Tal es así que se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural que redunda, también, en la vida religiosa.
Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir. Jamás el hombre ha tenido un sentido tan agudo de su libertad, como ahora, sin embargo, surgen nuevas formas de esclavitud social y psicológica. Jamás tuvimos, en los países democráticos, tanta tranquilidad y seguridad después de la II G.M., sin embargo persisten todavía agudas tensiones políticas, sociales, económicas, raciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo.
Afectados por esta compleja situación, muchos de nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer los principios y valores permanentes, y a compaginarlos con los nuevos descubrimientos. La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mundo. El curso de la historia presente es un desafío al hombre que le obliga a responder.
De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene el camino abierto para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso y el retroceso, entre la fraternidad y el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle.
Pero la falta de esperanza de aquellos incapaces de dar sentido a sus vidas, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo. Son, en cierta medida, presas de una sociedad incapaz de reconocer el valor de las personas, incapaces de contribuir a configurar un orden social digno, justo y misericordioso.
Una sociedad que el hombre, a lo largo de la historia, ha ido construyendo a su libre albedrio, a su antojo y capricho, sin detenerse a pensar en las repercusiones y efectos colaterales que esa estructura social iba, mas pronto que tarde, a explotarle. No hemos sabido utilizar el bien acumulado, las riquezas atesoradas, la inteligencia concedida, la paz ganada y la libertad heredada que nos ha llevado a la esperanza de alcanzar estadios de la humanidad moralmente superiores.
Hemos ido creando un mundo inmisericorde. Un mundo plagado de injusticias sociales, de brechas de conocimientos y de eufemismos que tan solo han ido enmascarando la realidad de una sociedad cada vez mas inhumana, mas egoista y menos sincera. Un mundo plagado de diferencias sociales, donde el ser humano ya se ha preocupado de que sean inamovibles cuando el poder, la riqueza o la autoridad le ha favorecido. Un mundo de ganadores y de perdedores, donde la brecha, entre unos y otros, es cada vez mayor. Ante esta situación ¿cómo no vamos a tener invasión de los pobres al paraiso de los ricos?
El cardenal alemán,WALTER KASPER, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en su libro “LA MISERICORDIA: Clave del Evangelio y de la vida cristiana”, advierte del alejamiento de la reflexión teológica respecto al mensaje de la misericordia. Un libro que te hace meditar sobre la vida y sus repercusiones en nuestro ser. Nos dice que debemos vivir la misericordia, atestiguarla de palabra y de obra, pues es un regalo que nos ha hecho Jesucristo. Nos indica, el cardenal, que los cristianos deben contribuir a la configuración de un orden social digno, justo y misericordioso.
Pienso, sin embargo, a la vista del mundo que estamos viviendo y del mundo que estamos dejando como herencia a nuestros hijos, que no es labor solo de los cristianos sino de toda la humanidad. Si todos contribuimos a configurar un orden social digno, justo y misericordioso, las cosas serían de otra forma, sucederían de forma distinta y tendrían distintas consecuencias. No debemos tener miedo de usar la palabra misericordia, pensando que eso es cosa de curas o beatas, es una forma de vida, es el antidoto contra el egoismo, la injusticia, el rencor, la envidia y un gran etc., que nos tiene atenazados y nos impide viver con verdadera libertad, sin esclavitud social o psicológica. De esta forma iremos dandole la vuelta a la situación actual para conseguir un mundo donde la palabra justicia no sea otro eufemismo mas, sino una realidad.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose

martes, 24 de noviembre de 2015

PERDIDA DE LA IDENTIDAD CRISTIANA



El padre Samir Khalil es árabe, jesuita y profesor de Historia de la cultura árabe y de islamología en Beirut y en Roma, es hoy en día uno de los mayores especialistas en relaciones entre cristianismo e islam. Propone soluciones para llegar el entendimiento entre musulmanes y europeos pero considera que el islam busca el poder político. En una entrevista publicada en “Religión en Libertad” advierte de que Europa es estúpida si no sabe que el Islam utiliza su tolerancia para islamizar.
Al preguntarle cómo se islamiza una sociedad no islámica, responde: “Cuando van adquiriendo fuerza social, los musulmanes exigen que las leyes les reconozcan como minoría distinta, y cuando de una minoría de un cinco o diez por ciento llegan a tener ya la presencia de un treinta por ciento, como el caso de Malasia o de Mindanao en Filipinas, exigen la islamización de la sociedad. Y cuando el islam ha ido adquiriendo zonas de poder e influencia, nunca retrocede”.
La religión islámica está pensada magníficamente como control social y político. Es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos cuya ideología y programa político consiste esencialmente en la adaptación de la vida política a los mandatos religiosos del islam, siendo en esto intransigentes. Esta es la razón de que los musulmanes islamistas no se hayan integrado en ningún país de acogida, más aún, su pretensión es la de hacer que esos países se islamice.
Los terroristas de la masacre de París, eran franceses y producto de la integración a la francesa. Estaban integrados en la nada, integrados en la negación de cualquier impulso espiritual, y es por eso por lo que acabaron sometiéndose a un islamismo que no era solo una reacción a este vacío sino también una continuidad con ese vacío, a través de su logística de desarraigo planetario, de pérdida de la transmisión familiar y sin razones para vivir. Se transformaron en  instrumentos conectados a un dispositivo sin alma y sin trascendencia. Así lo indica Antoine Leiris, esposo de una víctima de París, en su carta abierta a los verdugos de su esposa: “No os regalaré ni mi odio ni el de mi hijo sois almas muertas”.
Con la única excepción de España, históricamente el islam nunca ha retrocedido en aquellos lugares en los que se ha ido asentando. España es el único caso en el que un pueblo cristiano recuperó lo que los musulmanes le habían arrebatado. España, dice el padre Khalil, representa la reacción católica de un pueblo, consciente de su identidad, que pone los medios aptos para recuperarla. Ahí radica la clave para el triunfo contra el islamismo: en recuperar la identidad cristiana.
Europa no sabe tutelar su propia identidad, no sabe defenderse.  El cardenal Ratzinger y, un político no creyente, Marcello Pera comparten una idea clave: la cultura cristiana, propia de los creyentes pero también de los no creyentes, es la clave para que Europa pueda dialogar sabiendo a qué se refiere cuando usa la palabra “yo”. El político M. Pera daba su solución, ante ese malestar espiritual y crisis de identidad existente surgido ya antes de la guerra y del terrorismo: proponer una religión civil cristiana en la que todos podamos reconocernos en valores comunes.
Observamos como nuestros políticos mantienen, estos días de holocausto, reuniones frenéticas para mostrar al mundo que están reaccionando ante tanta barbarie. Sin embargo, muchos de nosotros, nos preguntamos si además mantienen en su agenda la recuperación de esa identidad perdida. Nos preguntamos si Europa es todavía capaz de ser portadora de una trascendencia que dé un sentido a nuestros actos, ya que es el asunto más espiritual de todos.
Y es que nuestra debilidad espiritual repercute sobre la demografía; nos guste o no la fecundidad biológica siempre es un signo de esperanza vivida. Hoy tenemos miedo de tener hijos, preferimos tener antes una mascota, y eso es un error, el mismo que el amilanarse ante la situación de miedo imperante en Europa. Sin embargo, la procreación es el yihad de las mujeres islámicas. Ben Laden, haciéndose eco del discurso de Huari Bumedian, en la asamblea de la ONU 1974, sentenció: Conquistaremos Europa con el vientre de nuestras mujeres”.
El tiempo de confort se ha terminado, es el tiempo de preguntarnos, parafraseando a J. F. Kennedy, que estamos dispuestos a hacer por España y por Europa. Europa no puede vivir demasiado tiempo sin Dios ni madres. Es la hora de mirar con ilusión y valentía al cielo, y darnos cuenta de que Dios no aplasta lo humano sino que lo asume en su libertad y en su debilidad.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose