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MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





viernes, 5 de enero de 2024

RELACIÓN ENTRE ESTUPIDEZ Y VANIDAD

 

En 1959 el profesor de psicología social David Dunning quedó perplejo al leer una noticia en la prensa diaria. Se trataba del caso de un robo cometido por un sujeto de 44 años, llamado McArthur Wheeler. La noticia indicaba que había atracado dos bancos, sin mascara y a plena luz del día. Fue capturado inmediatamente. Lo que llamó la atención de Dunning fue la explicación del ladrón sobre su método de hurto: lo hizo sin mascara porque se aplicó zumo de limón en la cara pensando que esto lo haría invisible a las cámaras de seguridad. “¿Cómo alguien puede ser tan tonto?”, se preguntó el psicólogo. Después de largas cavilaciones sobre la conducta del ladrón se formuló una pregunta que serviría de hipótesis para su posterior investigación: ¿Podría ser que un incompetente no sea consciente de su propia incompetencia, precisamente por eso?

La posterior investigación la llevó a término con otro psicólogo social, Justin Kruger, y se conoce como “efecto Dunning-Kruger”. Este efecto se define como la tendencia de las personas con baja habilidad en un área específica a dar evaluaciones demasiado positivas de esta habilidad. Hace referencia a cómo cualquier incompetente tiende a sobreestimar su habilidad, mientras que toda aquella persona competente tiende a subestimarla en relación con ellos. Este efecto es un sesgo cognitivo encuadrado dentro de la rama de la psicología social. El premio Nobel de Literatura Bertrand Russell, activista, filósofo, matemático y figura única en la historia del Reino Unido, dejó algunos de los mejores libros de filosofía para protegernos de la imbecilidad en general. De sus muchas frases, inteligentemente famosas, tomo aquella que decía: “El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”.

No ser consciente de su propia incompetencia lleva a los estúpidos a estar seguros de todo. Su vanidad los lleva a tener un alto concepto de si mismos y creer que lo saben todo y, como tal, son intolerantes con la opinión de los demás. Es fácil ver como los políticos más ineptos tienden a hablar mal de los demás para parecer mejores, un hábito que por desgracia lo observamos con muchos ministros, por no decir todos, de las nuevas hornadas. La vicepresidenta segunda del gobierno es un claro ejemplo de estupidez, su vana fantasía la hace capaz de hablar con aparente autoridad sobre temas cuyo conocimiento es claramente superficial, y también de vanidad por su arrogancia y engreimiento en sus comportamientos. No es de extrañar que el actual gobierno pretenda dividir y estimular la falta de criterio y de cultura (basta observar el último informe PISA) y de esta forma enmascarar su incompetencia y falta de gobernanza.

En la teoría de la neurosis de Karen Horney, la arrogancia o ser arrogante es el producto de la compensación que ocurre en el ego por tener una autoimagen inflada y, por lo tanto, la persona pretende ejercer los derechos que cree tener por la importancia que se atribuye a sí misma. Cuando la persona alcanza la creencia excesiva en las habilidades propias o la atracción que causa en los demás sin tenerlas, es la clara relación entre estupidez y vanidad. Pero ¿cómo darse cuenta de que algo está mal hecho, si ni siquiera se sabe cómo se hace bien ese algo? Sin embargo, nadie quiere dar muestras de su ignorancia, ya lo decía en el s. II d.C. Luciano de Samosata en su “bibliómano ignorante” donde hace una crítica de la vanidad de los ignorantes que la disfrazan llenando su casa de libros que nunca han leído. Como indica Cesar Antonio Molina, el mejor antídoto frente a los peligros de la idiotización es la cultura.  

José Antonio Puig Camps (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)

Publicado el 05-1-2024. A mi esposa