Vilfredo Pareto quiso dedicarse a la sociología, porque entendía que la vida humana está dominada por acciones ilógicas. Tal vez tuviera razón al ver como en nuestra sociedad se está confundiendo la ideología con el fundamentalismo y se obedece ciegamente las órdenes del dictador de turno. Esta creencia y defensa estricta a los deseos del autócrata dejando siempre de lado hechos facticos, se conoce en psicología con la expresión: “suspensión de la incredulidad”, que significa que cualquiera puede creer los hechos más increíbles al estar predispuestos a aceptarlos. El miserable moral se aprovecha de esta circunstancia para conseguir su propio beneficio. Para estos sujetos la verdad ha perdido todo valor al carecer de integridad, honestidad y sentido de la justicia.
Los españoles asistimos asombrados a este tipo de miseria moral ante hechos despreciables cometidos por personas que deberían tener gran talla política y social y ser ejemplo de aquel giro regeneracionista que hace siete años prometió aquel Pedro Sánchez al presentar la moción de censura a Mariano Rajoy. Una moción oscuramente negociada con partidos apátridas y cuya defensa corrió a cargo de José L. Ábalos con un discurso que defendía el “código ético del Psoe” y establecía que “La decencia debe ser algo esencial y no accesorio”. Hoy podemos observar con indignación la hipocresía y miseria moral del que fuera símbolo del Psoe y secretario de organización, que ha unido su futuro judicial al del inefable Koldo García y al tercer componente de la trama y sustituto, Santos Cerdán. Un equipo que trabajaba con un sentimiento de impunidad que les hacía creer invulnerables al trabajar al servicio del partido. Personas leales que hacían el trabajo sucio, ensalzaban al líder y arremetían contra los enemigos del partido, resultando muy útiles el secretario general, aunque lo abocarán al abismo.
La agenda perversa que el investido Pedro Sánchez tenía en su cabeza no era otra cosa que tomar el poder absoluto del Estado. Tras esos siete años, sus esfuerzos se han dirigido a tomar con toda indignidad los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. Con el poder ejecutivo no tuvo problemas solo tenía que elegir a veintidós ministros que siguieran a pie juntillas su agenda a base de transformarlos en ministerios de propaganda, bulos y mentiras. Para tomar el poder legislativo solo tenía que convencer a comunistas, herederos de ETA, la burguesía del PNV y los secesionistas catalanes (ERC y Junts, autores del golpe de 2017), concediéndoles indultos, amnistía, reforma del código penal, condonaciones, inversiones y lo que deseen. De cara a la galería los etiqueta como la “mayoría social progresista”, vulgo gobierno Frankenstein. Toda esta maniobra necesitaba de un fiscal general del Estado y de un presidente del Tribunal Constitucional, con la misma categoría moral que su proyecto político, dispuestos a mantenerlo a toda costa hasta 2027.
Con el poder ejecutivo esclavizado, el poder legislativo amamantado y los sindicatos abrevados, el paso siguiente es hacerse con el poder judicial. Con la corrupción que le rodea política y familiar, si no domina totalmente a jueces y fiscales le va a resultar difícil continuar en la Moncloa. Es cuando saca un nuevo as de la manga: la Reforma del Poder Judicial. De aprobarse, su camino esta allanado, habrá conseguido el dominio absoluto de los tres poderes y, con ello, eludir toda la carga judicial que le acorrala. Una asquerosa trama de corrupción confirmada por el informe demoledor de la UCO, los miles de archivos en poder de los jueces, las grabaciones y los testimonios.
La irrupción de la guardia civil, vía UCO, en la sede histórica del Psoe (33 años después) por orden del Tribunal Supremo, es la muestra gráfica del hundimiento moral presenciada en Ferraz y el epitafio de una autarquía enferma de poder. Tras los siete años el “sanchismo” ha subvertido el Estado de derecho de los españoles, una acción que tendrá consecuencias graves para la libertad, la justicia y los derechos humanos. Como entendía Pareto, la vida humana está dominada por acciones ilógicas ¿Hay algo más ilógico, tras los informes, grabaciones y testimonios, que el Psoe tenga aún un suelo del 28% de votantes y tantos defensores a ultranza, sin importarles tanta corrupción? Sánchez ya se ha encargarlo de aclararlo, se debe aceptar todo pues, o yo o el caos. Es el arma de los dictadores.