Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





miércoles, 23 de noviembre de 2016

EL CAMINO DEL AMOR



“La falta de amor es la mayor pobreza.” Esta frase, de la madre Teresa de Calcuta, me ha venido a la cabeza cada vez que escucho, veo o leo la multitud de casos de desamor que empañan la convivencia de las personas. Constatar el tremendo sufrimiento que la pobreza espiritual y material causa a nuestra sociedad global debe hacer reflexionar a cada uno de nosotros. Pero debe ser una reflexión que nos llegue a lo más profundo de nuestros corazones: ¿Cómo puedo seguir viviendo sin dar al prójimo parte de ese amor tan grande que he recibido?
El amor como valor es el único que considera la esencia del bien y del mal. El amor es intangible. El amor nos da paz, tranquilidad, alegría y por ende un bienestar en el ser humano. El amor hace que actuemos en continua locura. Pero para alcanzarlo debemos de partir del amor a sí mismo. Este es el punto de partida desde el cual una persona encuentra el propio respeto a sí mismo y, en virtud de ese respeto, se relaciona con el prójimo; un amor que nos hará sentirnos capaces de compartirlo y, consecuentemente, de hacer brotar un amor como ofrenda y con la capacidad de corresponderle saliendo de nosotros mismos como deudores del amor. A medida que vamos cubriendo esa deuda, la caridad se hace respuesta en nosotros y rompe el egoísmo y la agresividad propia del desamor.
Para estar verdaderamente vinculados al amor, éste, no debe ser considerado como una actividad o servicio, sino que debe ser toda nuestra persona la que se entregue y ame; un amor que nos obliga a responder de manera omnímoda y nos llevará al amor oblativo que es la perfección en el camino del amor, que empieza por el amor a sí mismo, después por amar a los otros como nos amamos a nosotros y, finalmente, amar a todos, también a los enemigo, y amar hasta dar la vida. Podemos decir que son los distintos caminos del amor que llevan al ser humano a amar incondicionalmente. Es en definitiva la gracia que Dios nos regala para amar a su estilo.
Pero todo camino encuentra obstáculos que debemos saber sortear para llegar al amor incondicional: la soberbia, el egoísmo, la agresividad,…, son obstáculos que nos impiden amar y ser amados. Es importante meditar cada día sobre nuestros comportamientos si queremos solucionar las espinas que vamos dejando en nuestro recorrido. No somos perfectos, sin embargo en un mundo tan perfectamente imperfecto, la mayor parte de la gente ha tenido que aceptar que perfecto no siempre significa sin defecto. La forma en que medimos la perfección está directamente unida al amor con que miramos a la gente. Como dice, en su “Canto espiritual”, Joan Maragall: "Hombre soy, y es humana mi medida para cuanto pueda creer y esperar. Si mi fe y mi esperanza, aquí se quedan, ¿haréis de esto una culpa, más allá?
El tema de la perfección cristiana, como unión sobrenatural o espiritual con Dios, es un asunto teológico tan volátil que la mayor parte de los predicadores rehúsa aventurarse a tratarlo, el alcanzarlo ya no dependerá de nosotros sino de la gracia de Dios. En este mundo tenemos una perfección relativa compatible con la presencia de las miserias humanas y pasiones rebeldes. Reconocernos imperfectos es un acto de humildad, un camino que nos tiene que mantener alerta ante los obstáculos que vamos encontrando en nuestra vida. Más aun, conocer como somos, nos permite redimirnos del dolor que puede causar nuestra imperfección en el entorno próximo en que vivimos y darnos cuenta de todo lo que nos falta para seguir ese camino de entrega y de amor.
San Pablo, en una carta a los Corintios (13:4), hace una magnífica exposición del amor: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.” Lo contrario del amor, no es el odio, es el miedo a amar. Si no estás acostumbrado a ser amado, serás incapaz de amar, serás incapaz de abrir tu corazón a los demás encerrándote en ti mismo y, cómo consecuencia, a no permitir conscientemente que te amen. Esto nos llevará a estar constantemente a la defensiva, a vivir con desconfianza, con miedo, y a vivir con la mayor pobreza: la falta de amor.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 23-11-2016