Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





viernes, 10 de abril de 2020

CUARESMA ASINTOMÁTICA


La Cuaresma es el tiempo litúrgico del calendario cristiano, destinado a la preparación espiritual de la fiesta de la Pascua, y que este año ha marcado un tiempo distinto en la vida de los ciudadanos. Es una Cuaresma asintomática, es decir, un tiempo litúrgico peculiar donde los actos eucarísticos, típicos de esta celebración, se han visto apagados ante la pandemia del COVID-19. Sin embargo, la cuaresma del 2020 se va a recordar más que ninguna otra debido al claustro obligado en nuestras casas para evitar los contagios de este virus destructor y asesino. Por otra parte, va a ser el tiempo litúrgico de preparación de la Pascua de Resurrección más penitente de todos los vividos por nuestra generación. Y esto es así porque toda penitencia, cristiana o no, lleva a la mortificación interior o exterior, lleva a la molestia de soportar lo que no nos gusta. Siendo esto así me atrevo a decir que vivimos una cuaresma donde la penitencia y la misericordia más se está manifestando en todo el género humano.
Quien hubiera dicho, ni siquiera soñado, que la cuaresma del 2020 iba a reflejar como ninguna otra el espíritu de la cuaresma. Un espíritu caracterizado por un retiro colectivo donde se está observando, a veces muy a pesar nuestro, el sacrificio, la misericordia, el entendimiento, es decir el espíritu penitencial. Y así vamos y nos comportamos la mayoría con la lealtad al prójimo y dejando aparcado los intereses personales. Quién podía pensar los sacrificios que tantas y tantas personas están haciendo por los demás, incluso jugándose la vida, que no se limitan solo a cumplir con su deber, siendo conscientes de la cantidad de personas que seguimos viviendo gracias a sus trabajos: personal sanitario, transportistas, cajeros de supermercados, personal de farmacias, policías, militares…y tantos otros, que mantienen su lealtad al bien de los demás. En definitiva las circunstancias de esta cuaresma asintomática nos están llevando a recordar –más que nunca- quien es nuestro prójimo. Ese prójimo que Jesucristo, en la parábola del buen samaritano, le enseñó al doctor de la ley, una parábola que su fin es ilustrar la caridad y la misericordia como virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y a la bondad.
Si la cuaresma nos recuerda los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, sometido a las tentaciones. La pandemia por el COVID19 nos está llevando a todos a otro desierto. Un desierto donde aquellas celebraciones cuaresmales, o aquella semana santa ruidosa e incluso la celebración pascual propia de la alegría y celebración ruidosa, la vamos a sustituir por el sacrificio de quedarnos en nuestras casas. Ese “me quedo en casa” será recordado por siempre jamás. Un periodo casero donde, sin embargo, está saliendo el verdadero sentido de la cuaresma: meditar, recordar, orar. Jamás se ha meditado tanto como estos días encerrados, jamás se ha tenido tantos recuerdos de tiempos pasados como ahora y jamás se ha rezado tanto como ahora. La reflexión de esta cuaresma asintomática o peculiar, causada por un virus traicionero y asesino, nos lleva hasta echar de menos el encuentro fortuito con un vecino, conocido o amigo en el ascensor o en la calle. Una cuaresma peculiar que nos está llevando a descubrir nuestra propia fragilidad pero también el verdadero sentido de la caridad al prójimo.
En estos momentos resulta difícil comprender lo que sucederá el día en que la pandemia del coronavirus sea algo del pasado. Las consecuencias de esta crisis global, que afecta a todos y no entiende de nacionalidades, etnias, patrimonios, son difíciles de imaginar. Pero cuando llegue ese día, ¿habremos cambiado o la sociedad volverá a sus inercias actuales? Y aunque no sea este el momento para reivindicaciones ideológicas o sociales, al menos hasta que nuestro adversario virulento sea vencido, esta crisis puede ayudarnos a cambiar nuestra mirada sobre ciertas cuestiones de gran importancia. ¿Podremos ser capaces de poner en nuestras vidas la lealtad en lugar del interés personal? ¿Habrá servido esta pandemia para reflexionar sobre a quién debemos respetar, considerar o recordar? Si algo está dejando claro la situación causada por el COVID-19 es quién es quién. Quién ha sido capaz de dejar el egoísmo y trabajar para los demás y quién se ha aprovechado de esta desgraciada situación para sacar provecho propio. Quién ha seguido viviendo a costa de los demás y quien se ha sacrificado por el bien común. Quién ha sido leal y quién egoísta.  
Se nos pide quedarnos en casa el tiempo que haga falta. Se nos pide tener responsabilidad individual y social. Se nos pide que no debemos caer en el pánico que pueda llevar a situaciones extremas de acaparamiento o enfrentamientos. Todo ello en aras a proteger nuestras vidas y las de los demás. Pero todo ello obliga también a que los gobernantes y dirigentes que piden todo esto sean los primeros en ponerse como ejemplo. No se puede aceptar que quieran aprovecharse de esta crisis para generar una catarsis colectiva donde queden eliminados derechos y libertades. Ni tampoco que la pandemia sea la excusa para perpetuar situaciones donde resulte más importante el interés individual que el interés colectivo.  Aprovechemos esta inusitada coyuntura para reflexionar sobre nuestros auténticos intereses y revisar nuestra escala de valores. Ojalá seamos conscientes de lo importante que ha sido la solidaridad en esta crisis. Una crisis comparada por algunos dirigentes políticos como una contienda bélica o el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial.


José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 10-04-2020