Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





domingo, 25 de septiembre de 2022

EL ODIO CONTAMINA LA POLÍTICA

 

Hay muchas definiciones y concepciones del odio, por lo que no hay una conceptualización exacta y ecuánime sobre él. A pesar de las discrepancias conceptuales, hay un componente que ha sido aceptado en todas ellas: el deseo de dañar. Este deseo puede ser un medio para un fin o un fin en sí mismo. Aunque el odio recibe influencia de otras emociones, como la ira, la aversión y el desprecio, no debe equiparse con estas. Está más cercano a la repugnancia y el desprecio que a la ira y la aversión. Diferentes líderes políticos buscan aglutinar y construir liderazgos alrededor de esos discursos de odio. Cuando la política y el discurso de odio se fusionan, los resultados son dramáticos. La política en el siglo XXI no debe contaminarse de odio.

Sin embargo, el odio político aflora de manera despiadada entre nuestros políticos y lo contamina todo. Un odio que siempre es enemigo natural de la concordia, refugio de gentes agresivas y poco inteligentes. Porque el odio y sus secuelas carecen de grandeza alguna. Hemos pasado en pocos años desde la frivolidad posmoderna a la intransigencia populista, forma contemporánea de la demagogia, que enturbia la convivencia cívica. Los líderes populistas, en su autoconsideración como representantes políticos de amplios sectores de la población, muestran su enfrentamiento a todo sistema que ellos no representen y donde el odio permite unificar a personas de distintas categorías sociales al otorgarles una identidad colectiva y un enemigo al que perseguir.

Los populistas usan la lógica binaria: la creación de una definición de un “nosotros” y un “ellos” como representantes de una alteridad enemiga. Un “nosotros” que en la teoría del populismo de Ernesto Laclau es llamado “pueblo”, construido a partir de una sobrecarga de demandas sociales incapaces de ser procesadas de forma diferenciada por el sistema político. Unas demandas que los enemigos del Estado, utilizando falacias y reinventando la Historia, trabajan firmemente por la destrucción de lo que tanto tiempo y esfuerzo ha costado construir. Pero hay que ser muy sectario, hay que estar muy enfermo de odio y de una ideología que solo ve al diferente como un enemigo, para que estas demandas sean abiertamente aceptadas por el gobierno de la Nación con su presidente a la cabeza.

Es patente esa aceptación por sus alianzas con los enemigos de la unidad del Estado, que consolida con su estrategia innoble fomentar el antagonismo feroz entre izquierda y derecha sin matices ni ecuanimidad alguna, empleando sin el menor escrúpulo la caricatura, la mentira, la calumnia, la reinvención de la Historia o la etiqueta infamante para crear una imagen del adversario político tan injusta como repulsiva. Diabólico y amoral, concentra enormes recursos a excitar lo peor que los seres humanos llevamos dentro, la envidia, la frustración, la desconfianza y el odio a un enemigo inventado en lugar de apelar a lo mejor de nuestra condición, la solidaridad, el esfuerzo, la búsqueda de la excelencia y el sano patriotismo.

José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)

Presidente Grupo de Estudios de Actualidad Valencia (AGEA)

Publicado 25-09-2022