La traición tiene la capacidad de cambiar el curso de los
acontecimientos en solo unos momentos. Su poder es tan grande que a lo largo de
la historia ha demostrado su capacidad para producir cambios cruciales en todos
los ámbitos de la vida. La traición
es aquella falta que quebranta la
lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo.
Consiste en renegar, ya sea con una acción o con un dicho, de un compromiso de
lealtad.
La traición comienza con la conspiración hacia la persona o
hacia el grupo al que se quiere traicionar, urdiendo un plan para conseguir su
fin sin importarle los medios utilizados. Sus efectos políticos son tales que
alcanza el ámbito actual del derecho, que la define como el delito que comete
un civil o militar cuando atenta gravemente contra la seguridad de la
nación.
Dante Alighieri en su viaje al infierno, primera de las tres
cánticas de la Divina Comedia, acompañado por Virgilio, símbolo de la razón
humana, atravesará la montaña inversa del infierno, cruzará la puerta de la
maldición donde se encuentra la excomunión de toda esperanza, con la finalidad
de ser salvado por el amor de Beatriz, mensajera santa y sagrada, que le
conducirá a las puertas del Paraíso.
En su viaje, el poeta florentino, nos describe los nueve
círculos del infierno. Los cinco primeros son los más alejados del maligno, es
el alto infierno, allí se encuentra con los paganos virtuosos, los lujuriosos,
los glotones, los avaros y los condenados por el pecado de la ira y la pereza. Continua
su viaje de ultratumba al bajo infierno, donde describe el sexto circulo, el de los herejes; el del
séptimo, los violentos contra Dios y contra sí mismos; el del octavo, el de los
fraudulentos. Pero reserva el último circulo, el noveno junto al maligno, a los
traidores, que para Dante es el más vil de los pecados.
Sandra de la Torre, en su ensayo “Por hacer paz y justicia”
narra la traición como arma política durante el “interregno” en el reino de
Aragón, periodo de dos años (1410-1412) durante el cual la Corona de Aragón
careció de monarca tras la muerte de Martín I. La no existencia de un sucesor
al trono puso de manifiesto la capacidad, una vez más, del ser humano de
mostrar toda su vileza y ruindad ante la posibilidad de tomar el poder.
Situación que produjo inestabilidad en Aragón, fractura de las élites sociales,
conflictos sociales y un alto grado de violencia, donde la traición era la
mejor arma para conseguir sus fines.
Situaciones como esta son un marco atractivo para la
observación de las prácticas políticas llevadas al límite de sus posibilidades.
Ahora, después de más de seiscientos años, las políticas utilizadas actúan de
similar manera, mostrando que ese límite nunca existe. La traición se apropia,
una vez más y sin disimulo alguno, del lugar relevante en las negociaciones
para la toma de poder, mostrando que lo importante es el fin y no los medios.
Los líderes de partidos políticos, como Pedro Sánchez, dan los diplomas de
democracia y concede dádivas envenenadas a sus monaguillos de partido. Carece
de escrúpulos con tal de saltear al poder y regala, a la extrema izquierda y a
los etarras, su apoyo incondicional para gobernar en provincias donde el PP ha
ganado las elecciones con mayoría simple.
Estos pactos son en realidad una huida hacia delante, una
desesperada actuación para enmascarar los resultados nefastos obtenidos por los
socialistas. Su traición no solo es a su partido, es también a sus votantes y a
toda España. Más pronto que tarde tendrá que dar cuenta de esta actuación,
sobre todo cuando los gobiernos multipartitos tengan que pasar de las palabras
sin coste a la gestión de los problemas.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y
Sociólogo)
Twitter: @JapuigJose