Al
hablar de crisis, estamos refiriéndonos a un cambio importante en el desarrollo
de un proceso que da lugar a una inestabilidad. El proceso al que nos referimos
es la entrada de refugiados en Europa. La inestabilidad, la falta de respuesta
de los gobiernos de la Unión Europea a la crisis de las entradas masivas de
refugiados. Bruselas no es capaz de responder adecuadamente a esta crisis. Las
soluciones hasta ahora tomadas son inoperantes, inútiles y vanas. Una situación
donde (como dijo un exministro alemán de finanzas): “El problema con Europa es
que da patadas a una lata cuesta arriba y se sorprende de que la lata vuelva
hacia abajo constantemente”. Se trata de la mayor crisis
migratoria y humanitaria en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial.
El
presidente alemán, Joachim Gauck, ha dado la voz de alerta: las diferencias que
ha provocado, entre los socios comunitarios, la crisis de los refugiados pueden
llevar a la desintegración de la Unión Europea. Ante este riesgo el jefe del
Estado alemán instó, en un discurso en Berlín a los 28 miembros de la UE, a
alcanzar un compromiso común para atajar el problema independientemente de que
también se adopten medidas en el ámbito nacional. La canciller alemana, Ángela
Merkel, urge a sus socios europeos para alcanzar una solución europea que logre
atajar la crisis de los refugiados. Pero, la Europa de hoy ya no es el
continente pacífico de Konrad Adenauer, Robert Schuman o Alcide de Gásperi que
resucitaba de las cenizas, sino otra que pretende recoger solo las ventajas de
la UE pero no el principio de la subsidiaridad, presente en el artículo 5 del
Tratado de la Unión Europea.
Robert
Schuman, en su famosa Declaración en el lanzamiento del proyecto de integración
europea el 9 de mayo de 1950, dijo que “Europa no se hará de una vez ni en una
obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en
primer lugar una solidaridad de hecho”. Ahora se presenta esa acción concreta:
dar respuesta a los cientos de miles de refugiados que día tras día se juegan
la vida para llegar a Europa. La situación es desesperante y lo único que hacen
es cerrar fronteras pero no poner en marcha, cuanto antes, un sistema de
recepción de emergencia adecuada, así como mejorar la capacidad de asistencia y
registro. La Comisión Europea debería movilizar a las agencias europeas de
asilo, inmigración y protección civil, así como otros mecanismos para ese
propósito, incluyendo los recursos de los Estados miembros y con el apoyo de
ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados), la OIM (Organización Internacional
para las Migraciones) y la sociedad civil.
Sin
embargo, las primeras medidas que las autoridades europeas han tomado son: El
cierre de fronteras de países que forman parte del espacio Schengen como
Austria o Suecia, el cese de la ruta de los Balcanes, la expulsión de los
refugiados de campos como el de Idomeni situado en la frontera entre Grecia y
Macedonia, la construcción del muro de Orban en Hungría, o el acuerdo de
Bruselas con Turquía para la expulsión de los solicitantes de asilo (ahora suspendido
por la vulneración de los derechos fundamentales). Por otra parte, la
inmigración se ha convertido también en un negocio lucrativo que manejan bandas
criminales sin escrúpulos. Europa estaba orgullosa de que la esclavitud se
erradicara aquí antes que en cualquier otro continente. Lamentablemente, la
esclavitud está volviendo bajo formas igualmente repulsivas que generan
ganancias exorbitantes.
La
Unión Europea se enfrenta en estos días a la mayor crisis del proceso de
integración desde su creación. La crisis de refugiados es el mayor reto al que
se enfrenta Europa. No en vano el resto de los temas prioritarios de la agenda
exterior, desde las negociaciones con los países de Balcanes Occidentales para
su ampliación, hasta el análisis de la situación en Ucrania, han quedado
supeditados en los últimos días a esta cuestión. Estamos presenciando la muerte
del sistema de Dublín, el estado de coma del espacio Schengen, pilar esencial
de la construcción europea, y el absoluto fracaso de la política europea de
vecindad.
José Antonio Puig Camps.
AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 07-03-2017