Nunca
podía pensar que aquellos que nos tenían que enseñar modos y modales se
comportaran peor que el borracho de mi barrio. Un pobre hombre que era incapaz
de pedir algo sino se quedaba con todos tus muertos y que mal vivía de la
caridad vecinal. Esto viene al caso de la conducta o manera de portarse o
actuar de algunas personas -cada vez más-, en tertulias, actos sociales,
deporte e instituciones. Es una nueva subcultura que va inundando nuestra
sociedad a través de los medios de comunicación. Unos medios que inciden más que nunca en la educación de las
nuevas generaciones, moldean gustos y tendencias en públicos de todas las
edades, construyen la agenda de los temas sobre los que discutimos a diario, y
hasta han cambiado las formas de gobernar y hacer política. Son en definitiva los
patrones del relativismo cultural.
Un relativismo
cultural que propone analizar las diferentes culturas desde sus propios valores
y recomienda mostrarse tolerante con las diferentes expresiones culturales,
sean cuales sean. Es una actitud que no propone el dialogo entre las culturas,
sino que aboga por que cada una quede encerrada en sus valores, que a veces son
difíciles de encontrar. La debilidad principal del relativismo cultural es, sin
embargo, de índole teórica, debido a la noción de cultura que le sirve de
fundamento. En lugar de percibir la cultura como una construcción social e
histórica, exterior a los individuos, se le concibe como una entidad en su
esencia e invariabilidad, es decir, como un sistema en el que la cultura y las
diferencias que la caracterizan son consideradas como inherentes a la
naturaleza y, con frecuencia, sacralizadas. Esta tendencia a concebir la
cultura como algo natural, es una visión estática y homogénea en la que destacan
las diferencias irreductibles del “otro”, sirviendo, en el plano político, para
instrumentalizar los movimientos independentista y xenófobos.
Toda
libertad cultural tiene un límite dado por los derechos humanos. La sumisión
incondicional a valores y a prácticas como un fin en sí es inaceptable. La
cultura, tradición y autenticidad no son sinónimos de libertad cultural, y no
pueden servir de coartada a prácticas que privan a los individuos de la
igualdad de oportunidades y violentan los derechos del ser humano. Llegado a
este punto, considero de interés recuperar lo manifestado por la profesora de
ciencias políticas y filosofía en la Universidad de Yale, Seyla Benhabib, quien
manifiesta la convicción de que debe ser posible, para los grupos afectados, aprender a
conservar su identidad
cultural sin tener que discriminar
u oprimir a los “otros”. Un buen método es recurrir a las negociaciones
culturales.
Sin
embargo, ese relativismo cultural, esos modelos que imponen muchas veces los
medios de comunicación, queda contrarrestada por el nivel de formación de la
persona. Una formación sólida puede distinguir entre buenos y malos modelos, y
rechazar estos últimos. El Dr. Piotr Jaroszynski, profesor de la Universidad
Católica de Lublin Juan Pablo II, indica que los medios de comunicación masiva
tienen gran influencia, pero esta también depende del tipo de medio y del
público al que llega. El medio de comunicación más inteligente es aquel que te
hace pensar, como la radio o la prensa,
unos medios que te hacen pensar de una u otra manera a través de la
palabra; mientras que el que más embrutece es la televisión, dado que la imagen
y la luz predomina todo el tiempo y, a continuación, hace que el hemisferio
cerebral izquierdo, responsable de pensar, se apague.
El
primer problema que se puede asociar a los medios masivos es que el hombre toma
el mundo que estos presentan como si fuera un mundo real y no se esfuerza por
verificar las informaciones recibidas. Es, pues, un relativismo cultural, que
inunda las mentes y que no propone el dialogo entre las culturas, sino que
aboga por que cada una quede encerrada en los valores que el medio en cuestión
propone. Unos valores que para la persona formada son difíciles de encontrar.
José Antonio Puig Camps.
AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 24-04-2017