El padre Samir Khalil es árabe, jesuita y profesor de
Historia de la cultura árabe y de islamología en Beirut y en Roma, es hoy en
día uno de los mayores
especialistas en relaciones entre cristianismo e islam. Propone soluciones para llegar el
entendimiento entre musulmanes y europeos pero considera que el islam busca el
poder político. En una entrevista publicada en “Religión en Libertad” advierte
de que Europa es estúpida si no sabe que el Islam utiliza su tolerancia para
islamizar.
Al preguntarle cómo se islamiza una sociedad no islámica,
responde: “Cuando van adquiriendo fuerza
social, los musulmanes exigen que las leyes les reconozcan como minoría
distinta, y cuando de una minoría de un cinco o diez por ciento llegan a tener
ya la presencia de un treinta por ciento, como el caso de Malasia o de Mindanao
en Filipinas, exigen la islamización de la sociedad. Y cuando el islam ha ido
adquiriendo zonas de poder e influencia, nunca retrocede”.
La religión islámica está pensada magníficamente como
control social y político. Es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos
cuya ideología y programa político consiste esencialmente en la adaptación de
la vida política a los mandatos religiosos del islam, siendo en esto intransigentes.
Esta es la razón de que los musulmanes islamistas no se hayan integrado en
ningún país de acogida, más aún, su pretensión es la de hacer que esos países
se islamice.
Los terroristas de la masacre de París, eran franceses y producto de la integración a
la francesa. Estaban integrados en la nada, integrados en la
negación de cualquier impulso espiritual, y es por eso por lo que acabaron
sometiéndose a un islamismo que no era solo una reacción a este vacío sino
también una continuidad con ese vacío, a través de su logística de desarraigo
planetario, de pérdida de la transmisión familiar y sin razones para vivir. Se
transformaron en instrumentos conectados
a un dispositivo sin alma y sin trascendencia. Así lo indica Antoine Leiris,
esposo de una víctima de París, en su carta abierta a los verdugos de su
esposa: “No os regalaré ni mi odio ni el
de mi hijo sois almas muertas”.
Con la única excepción de España, históricamente el islam
nunca ha retrocedido en aquellos lugares en los que se ha ido asentando. España
es el único caso en el que un pueblo cristiano recuperó lo que los musulmanes
le habían arrebatado. España, dice el padre Khalil, representa la reacción
católica de un pueblo, consciente de su identidad, que pone los medios aptos
para recuperarla. Ahí radica la clave para el triunfo contra el islamismo: en
recuperar la identidad cristiana.
Europa no sabe tutelar su propia identidad, no sabe
defenderse. El cardenal Ratzinger y, un
político no creyente, Marcello Pera comparten una idea clave: la cultura cristiana, propia de los
creyentes pero también de los no creyentes, es la clave para que Europa pueda
dialogar sabiendo a qué se refiere cuando usa la palabra “yo”. El político
M. Pera daba su solución, ante ese malestar espiritual y crisis de identidad
existente surgido ya antes de la guerra y del terrorismo: proponer una religión civil cristiana en la que todos podamos
reconocernos en valores comunes.
Observamos como nuestros políticos mantienen, estos días
de holocausto, reuniones frenéticas para mostrar al mundo que están
reaccionando ante tanta barbarie. Sin embargo, muchos de nosotros, nos
preguntamos si además mantienen en su agenda la recuperación de esa identidad perdida.
Nos preguntamos si Europa es
todavía capaz de ser portadora de una trascendencia que dé un
sentido a nuestros actos, ya que es el asunto más espiritual de todos.
Y es que nuestra debilidad espiritual repercute sobre la
demografía; nos guste o no la fecundidad biológica siempre es un signo de
esperanza vivida. Hoy tenemos miedo de tener hijos, preferimos tener antes una
mascota, y eso es un error, el mismo que el amilanarse ante la situación de
miedo imperante en Europa. Sin embargo, la
procreación es el yihad de las mujeres islámicas. Ben Laden, haciéndose eco del discurso de Huari Bumedian,
en la asamblea de la ONU 1974, sentenció:
“Conquistaremos Europa con el
vientre de nuestras mujeres”.
El tiempo de confort se ha terminado, es el tiempo de
preguntarnos, parafraseando a J. F. Kennedy, que estamos dispuestos a hacer por
España y por Europa. Europa no puede vivir demasiado tiempo sin Dios ni madres.
Es la hora de mirar con ilusión y valentía al cielo, y darnos cuenta de que
Dios no aplasta lo humano sino que lo asume en su libertad y en su debilidad.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero
y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose