Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





domingo, 15 de septiembre de 2019

LAS SEMILLAS DEL MAÑANA


Has buscado la mejor localización, has preparado el terreno y los bancales mientras haces los semilleros, cuidas las plántulas, las trasplantas cuidadosamente, haces un seguimiento para que no sean atacadas por plagas y no sucumban a enfermedades, vigilas los riegos, que tengan la suficiente materia orgánica, y finalmente aparecen flores pero… no dan fruto. ¿Por qué no dan fruto los cultivos? Los buenos agricultores saben muy bien porqué sus cultivos no responden a esos cuidados que con ellos se les ha tenido. Saben que existen una serie de factores que actuaran positiva o negativamente en el fruto de esa semilla: el clima (heladas inesperadas, exceso de temperatura…), los nutrientes (materia orgánica adecuada para cada etapa de la planta o árbol), el agua, la falta de luz o la falta de polinizadores adecuados a cada árbol o planta, etc. Una serie de condicionantes cuya su falta o exceso contaminaran el fruto de esas semillas.
Estamos viviendo desde hace años una serie de acontecimientos que nos llenan de perplejidad y miedo. Unos los llaman sucesos incomprensibles y otros, como la terapeuta ocupacional Victoria Prooday o el psiquiatra Rojas-Marcos, tragedia silenciosa. Vivimos una tragedia silenciosa que se está desarrollando hoy por hoy en nuestros hogares, y concierne a nuestras más preciosas joyas: nuestros hijos. Unos hijos que, como las semillas, no dan el fruto esperado. La Naturaleza que es muy sabia, pues el hombre no ha intervenido en su creación, nos está marcando, al igual que veíamos al inicio con las semillas, que los excesos al igual que las carencias en la educación y atención a nuestros hijos van a perjudicar su personalidad y afectaran a su futuro. Unos hijos sobre-estimulados y sobre-regalados de objetos materiales, pero privados de los fundamentos de una infancia sana con padres emocionalmente disponibles, responsables, capaces de establecer límites claramente definidos y saber decir “no” cuando se es necesario. Unos padres que confunden el amor con la sobreprotección. Estos hijos están representando las semillas del mañana, la causa u origen de lo que el mundo actual está mostrándonos y que tiene, en las actuales circunstancias, difícil solución.
En los últimos 15 años, los investigadores nos han mostrado estadísticas, cada vez más alarmantes, sobre el aumento agudo y constante de enfermedad mental infantil que ahora está alcanzando proporciones epidémicas. Esas investigaciones indican, entre otras cuestiones muy preocupantes, que uno de cada cinco niños tiene problemas de salud mental, encontrándose un aumento del 200% en la tasa de suicidios en niños de 10 a 14 años. Niños con padres distraídos digitalmente, indulgentes y permisivos que dejan que los niños “gobiernen el mundo” y sean quienes ponen las reglas. Niños con un sentido del derecho, de merecerlo todo sin ganárselo o ser responsable de obtenerlo. El exceso de atención y protección al hijo puede convertirse en un factor negativo para el desarrollo de su personalidad, al igual que los excesos de nutrientes, de luz o de agua hacen que las semillas no den el fruto esperado.
Son muchos los padres que convierten a sus hijos en proyectos personales perfectamente planificados, limitándoles así su autonomía e independencia y creando personas sobreprotegidas. Personas incapaces de crear en su entorno las condiciones adecuadas para que la sociedad en su conjunto funcione convenientemente. Unos padres que, como aquellas personas que ocupan puestos y lugares de responsabilidad económica, social o religiosa, son ejemplos infames para el desarrollo de los hijos y los jóvenes. Unos hijos, unas semillas del mañana, que irán marcando el rumbo desgraciado de una sociedad plena de corrupciones, plagios, injusticias, desordenes sin castigo, crímenes sin juicio. Una sociedad que enseña que lo políticamente correcto no tiene por qué coincidir con lo sustantivo, con lo esencial.
No debemos entender con esto que la culpa es de los hijos, ni que la culpa es totalmente de los padres. La culpa es de todos nosotros ciegos de avaricia y de vanidad, faltos de responsabilidad y de respeto, informadores de falsas noticias o abusadores del cargo que ocupan. Cada cual mira los acontecimientos desde la esquina, con el rostro vuelto hacia la pared para no ver lo que no quiere. Todo se muda, se reescribe y se transforma según las conveniencias. Somos objetos vacíos en una sociedad que solo confía en sí misma, que acepta reglas pero no preceptos, procedimientos pero no convicciones. Una sociedad sin nombre que, como la “actualidad innombrable” de Roberto Calasso, ha alcanzado la etapa definitiva de la sociedad secular, el hábitat del homo saecularis –último eslabón en la evolución del homo sapiens- que se siente humanista y practica una religión sin divinidad, basada en el altruismo, sin relación con lo invisible. Un mundo sin luz y esperanza que ha perdido la idea de lo religioso y del sacrificio. Una filosofía nihilista que renuncia a todo y que está convirtiendo a esos niños, en semillas incapaces de dar fruto.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 15-09-2019