En la cultura romana se distinguía la potestas de la
auctoritas. Potestas era el poder que se poseía simplemente por ostentar un
cargo jerárquico. Cargo que marca el grado de poder de quien lo ostenta, y las
personas le obedecen por ello independientemente de quien lo ocupe. Su poder
durará el tiempo que lo posea y obtendrá la sumisión o acatamiento de sus
subordinados, pero nunca ganará su respeto. Auctoritas, por su parte, era la
cualidad por la que una persona se hacía merecedora del respeto y admiración de
sus semejantes a través de la demostración continuada de experiencia,
conocimiento y denotadas habilidades personales. Un directivo que además tenga
auctoritas lleva una trayectoria en su trabajo, esfuerzo, sacrificio y
conocimiento que le hacen merecedor del honor de ser escuchado. Por lo tanto,
cuando hablamos de un auténtico líder debe de tener las dos cualidades:
potestas y auctoritas. La potestas, es posible, que se pueda dar. La auctoritas
no, debemos ganarla en nuestra trayectoria diaria de trabajo y dignidad. Si el
poder no va acompañado de autoridad (auctoritas), se obtiene solamente una baja
motivación de la sociedad. Si el poder va unido a la autoridad moral los
integrantes de la comunidad estarán mejor dispuestos a dar más de si de lo que
se conseguiría por una mera obligación legal.
Cuando el poder carece de autoridad la ciudadanía carece de
estimulación para ejercer sus quehaceres diarios, ¿cómo puede estar motivada a
dar más de sí cuando ve que su trabajo en gran medida solo sirve para alimentar
al insaciable monstruo burocrático que la clase política ha establecido? Una
clase política que detenta el poder (las potestas) haciendo leyes que requisan
rentas y patrimonio. Un poder legal que, basado en mentiras y artimañas, merman
los jornales de los ciudadanos para saciar una administración
sobredimensionada, redundante e ineficaz. El actual poder no tiene autoridad
para exigir más de lo que ellos están dispuestos a dar a cambio. Sin embargo, ese
poder debe anestesiar a la ciudadanía ya que siguen votándolos, a pesar de que
sus programas políticos hablen constantemente de aumento fiscal. Así lo hemos visto en las últimas elecciones
del 28 de Abril de este año.
Partidos como el PSOE, con su coligado podemita, han
propuesto asfixiar al contribuyente para tener más ingresos y, a pesar de ello,
el ciudadano le da el premio de salir elegido. Otros partidos como el PP o VOX
prometieron aplicar la mayor rebaja fiscal y han sido derrotados. Esos partidos
que quieren impuestos más altos, nuevas figuras impositivas y aumento
progresivo de la presión fiscal a lo largo de los años, han sido ratificados
con sus resultados electorales. Ya tiene luz verde para hacer lo que quieran.
Esto parece una historia más de Kafka ante las situaciones absurdas y cometidos
tan descabellados que cualquiera de nosotros hubiéramos considerado condenados
al fracaso. Pero no, ahí los tenemos, tan campantes y orgullosos de sí mismos
que a partir de ahora ya va a ser imposible que sus medidas puedan ser
consideradas absurdas. Un poder otorgado en las urnas que llena de orgullo al
que lo ostenta y que le impide reconocer sus límites de tener autoridad para
aplicar ese poder.
El poder (potestas) deberá acompañarse de la autoridad
(auctoritas) para ejercerla. Pero para ello deberá el político tener la
humildad de acompañarse constantemente del esclavo que le mantenga con los pies
en el suelo, tal y como hacían los romanos al celebrar sus triunfos. La cultura
romana, con el fin de honrar a los victoriosos, celebraba ceremonias donde el
general agasajado iba acompañado en el
carruaje (la biga) por un esclavo que, sosteniendo los laureles de la victoria
sobre su cabeza, le recordaba constantemente: Respice post te, hominem te esse memento (Mira tras de ti y recuerda
que eres un hombre) (y no un dios). Parece ser que el Senado romano obligaba a
esta tradición para tratar de evitar la desmesura que provocaba el éxito y que posteriormente
solía desembocar en abusos de poder.
Después de más de 2000 años parece que en esto no hemos
evolucionado apenas nada. De hecho quizá hayamos retrocedido. Seguimos
asistiendo a actos de arrogancia desmedida. Seguimos presenciando elección tras
elección como ningún partido tiene la suficiente humildad para reconocer que ha
perdido, pues todos han ganado. Solo importa la potestas (el poder), a
cualquier precio, sin ser consciente que ella no es suficiente para tener la
autoridad (auctoritas) de ganarse ese poder. No tenemos líderes políticos que
asuman ambas cualidades y así nos va a los españoles. Es así como año tras año
vivimos en entornos profundamente quebradizos, muchos de ellos fuera de nuestro
control aunque pensemos que podemos controlarlos de alguna manera. “Recuerda
que eres mortal” cuando estás en lo más alto porque antes o después no lo
estarás. “Recuerda que eres mortal” cuando solo miras hacia los de arriba y no
hacia los de abajo. “Recuerda que eres mortal” para poder aceptar la derrota y
aprender de ella. El poder y la autoridad forjan al líder, aquel que reconoce
en todo momento que la humildad no es carecer de ego sino saber adminístralo
cuando le van bien las cosas.
José Antonio Puig Camps. AGEA
Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog:
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 29-05-2019
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