Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





sábado, 15 de octubre de 2016

EL DIÁLOGO



Aunque se da por sentado, el lenguaje cómo instrumento y vehículo de conocimiento es la base de todo diálogo que tienda a construir un mejor entendimiento reciproco. Se dice que una de las primeras acciones relativas a la creación del hombre fue, precisamente, enseñarle el lenguaje a Adán con la finalidad que pudiera transmitir todo lo que iba conociendo. Esta cualidad –hablar- fue uno de los elementos que distinguió al ser humano (homo loquens) del resto de los seres vivos. Una facultad que le permitiría entender y juzgar las cosas.
Gracias a esa facultad el ser humano tiene capacidad para vivir en comunidad, siendo vital que esa capacidad de comunicación sea comprensible y sistematizada puesto que, el lenguaje, es un complejo sistema de símbolos, tanto fonéticos cómo escritos, que debe permitir comunicar ideas, sentimientos, pensamientos y situaciones entre dos o más personas. Es una anastomosis, una comunicación, un intercambio y unión entre aquellas personas que desean ponerse de acuerdo. Por lo tanto el lenguaje se creó no para separar sino para unir y entendernos, pues de lo contrario con símbolos menos complejos, cómo el utilizado por los primates –gestos y sonidos guturales-, tendríamos suficiente. Johan Huizinga ya señaló en su obra Homo Ludens, que el hombre no sólo se construye desde su condición de homo sapiens y de homo faber, sino que en dicho proceso de construcción se halla implicada su dimensión de homo ludens, hombre que juega, imita, reflexiona, imagina, etc., dinámicas todas ellas vinculadas a la elaboración del lenguaje y la cultura.
Dado que vivimos en un mundo globalizado donde la mezcla de culturas, razas, religiones, costumbres, etc., conviven entre nosotros, se hace necesario utilizar el lenguaje para tener un dialogo que nos permita comprendernos y aceptarnos. Un espíritu de entendimiento y de dialogo, sin anatemas recíprocos, sin excomuniones y sin perder de vista el respeto por el otro, se hace indispensable para una comprensión y escucha mutua entre seres humanos. El fin último del dialogo debe consistir en el encuentro recíproco, en el conocimiento recíproco, en compartir y enriquecerse con la comparación de ideas y experiencias que promueven y desarrollan diferentes modelos de vida. Cómo decía el sacerdote jesuita William Johnston: “La finalidad del diálogo no es probar que yo tengo razón y que tú estás equivocado; ni se trata de conseguir que tú pienses cómo yo. En el diálogo uno explica con decisión, claridad y sin pretensión alguna. A su vez el otro escucha con la mayor simpatía posible. Ninguna de las dos partes necesita comprometerse en las ideas básicas, pero los dos comparten”.
Cuántas veces hemos sido participes de comentarios sobre una u otra persona que, sin conocerla, ya establecemos un criterio sobre ella. Pero cuando la conocemos, cuando entablamos un dialogo, por pequeño que sea, con esa persona, cuando iniciamos ese conocimiento mutuo, en un abrir y cerrar de ojos se disipa el velo de aquel prejuicio que teníamos de ella. El dialogo entre pueblos nos enriquece a todos y nos hace más humanos, más hermanos. El Papa Francisco nos muestra día a día esa necesidad de dialogo para la Unidad de los Cristianos, cómo su próxima visita a Suecia (31 de Octubre) en ocasión de los 500 años de la reforma protestante de Martín Lutero. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Federación Luterana Mundial (LFW), señalaron previamente que el evento destacará “los sólidos progresos ecuménicos entre católicos y luteranos y los dones conjuntos recibidos a través del diálogo”.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @JapuigJose
Publicado 15-10-2016

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