Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





lunes, 25 de mayo de 2020

LA EXCELENCIA


Aristóteles decía “Somos los que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto sino un hábito”. Una gran ventaja de nuestra mente, que debemos aprender a gestionar su uso, es la creación de hábitos. El hábito es la destreza que se adquiere por el ejercicio repetido. Son pequeñas rutinas, costumbres e inercias que nos permiten hacer tantas cosas bien o mal sin tener que ser necesariamente conscientes de ello. Pero esa costumbre inveterada, antigua o arraigada, puede ser una bendición o una maldición. La excelencia, es una bendición cuando se sabe obrar sólidamente como ser humano, con piezas de calidad como los buenos principios y los valores. Vivir con excelencia positiva es poseer, entre otras cosas: Intuición y alegría, claridad en sus propósitos, originalidad, responsabilidad y libertad. La excelencia, en cambio, es una maldición cuando esos principios y valores han sido dinamitados. Cuando la persona ha perdido el respeto, lealtad o fidelidad a los demás, cuando hace de la mentira su mejor aliada para la consecución y disfrute de algo. Esa excelencia es una maldición no solo para él sino, lo que es peor, para el conjunto de personas que le rodean. Su vida normalmente está cimentada en el odio, en la transgresión, en la vulneración de todo aquello que no se adhiere a sus deseos.
Esta pandemia, provocada por el covid19, está produciendo una verdadera crisis cognitiva que incapacita al ser humano para reaccionar ante situaciones desfavorables o contrarias a lo esperado. Una situación que ha obligado a las personas a romper drásticamente con los hábitos cotidianos de sus vidas. El aislamiento o el confinamiento son las mejores herramientas para el deterioro cognitivo. El gobierno de España, tras la quinta prorroga del estado de alarma, está llevando a los ciudadanos (más de sesenta días confinados con pequeñas salidas temporales) al fenómeno psicológico del síndrome de la cabaña (el miedo a salir de casa por la posibilidad de contraer la enfermedad). Un miedo propio de personas aisladas al carecer del hábito del contacto humano y social, y donde el único contacto con el exterior son fundamentalmente los medios de comunicación, pieza clave en la construcción de la realidad social. Esta acción constructora, ejercida  por  los  periodistas,  se deja notar especialmente en el terreno de la política y son elemento indispensable en el proceso de formación de la opinión pública. De ahí la importancia para todo gobierno de tener el control de esos medios y manejarlos a su antojo y capricho. Ante estas circunstancias no es de extrañar, como decía Michael Ignatieff en el prefacio a la edición española de su libro sobre la vida de Isaiah Berlín, que el ciudadano medio acepte como conocimiento lo que es mera opinión y confunda el rumor con el hecho y la verdad con la ficción. 
Pero este estado de alarma no solo nos está llevando al confinamiento de la ciudadanía, sino también al cierre de las escuelas, universidades, museos, etc., etc. Es decir a la pérdida del conocimiento en nuestra sociedad. Una sociedad donde no nos sobra ese conocimiento a la vista de algunos informes, como el de PISA. Si encima el Ministerio de Educación apoya el aprobado general, ante la suspensión de exámenes solicitado por el Sindicato de Estudiantes, y el Ministro de Universidades baja drásticamente el listón para conseguir una beca. Resulta claro que la excelencia del alumnado está muy lejos de ser una bendición. Si a esa baja estima por aprender unimos la política clientelar del actual gobierno, donde las élites de la mayoría de la sociedad tienden a recurrir a redes de familiares y amigos, no es de extrañar que cada vez haya más jóvenes que dejan sus estudios y quieran apuntarse al clientelismo político. Todo ello lleva a construir una Sociedad del Conocimiento donde, por una parte, el Conocimiento se convierte en factor crítico para el desarrollo productivo y social, y, por otra, un claro debilitamiento del Aprendizaje Social, como medio para asegurar el conocimiento y su transformación en resultados útiles. En ambos casos la Educación juega el papel central en la excelencia positiva elemento clave para el futuro de toda sociedad. Por otra parte al estudiante de clase acomodada le perjudica menos la renuncia a la excelencia, pues cuenta con otros recursos para acabar encontrando trabajo; pero al estudiante de peor posición socioeconómica, que solo puede ofrecer a su posible contratante el valor de su currículo, la igualación por abajo le asesta una desventaja añadida. Como resultado, toda la sociedad se empobrece y pierde talento en favor de un modelo clientelar que cronifica la mediocridad.

José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)
AGEA Valencia (https://agea.es)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 25-05-2020

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