Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





miércoles, 18 de octubre de 2017

EL ESCRITOR DE LA BONDAD DE CRISTO



Hoy, dieciocho de octubre, celebramos la fiesta de San Lucas, compañero carísimo del apóstol san Pablo, que en su libro del Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo en el libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera venida de Pablo a la ciudad de Roma. Su Evangelio es el tercero más extenso de los cuatro evangelios canónicos del Nuevo Testamento bíblico. Su finalidad pastoral, es la profundización de la fe, mostrando a Cristo como el Salvador de los hombres, resaltando su espíritu de misericordia. Es San Lucas el que mejor relata y presenta a Jesús, propio de un cultivado escritor griego.
Con Lucas vemos la historia de Jesús desde la óptica de un gentil que consideraba que las biografías de los grandes hombres debían ser un ejemplo para que otros imitaran. Nos narra una serie de encuentros y anécdotas que no aparecen en ninguno de los otros libros del Nuevo Testamento. Por ejemplo, cuando Lucas redacta el diálogo en que Jesús articula los dos mandamientos que resumen la integridad de la ley mosaica (amar a Dios y al prójimo), al interlocutor de Jesús –un abogado- que le formula una pregunta: ¿y quién es mi prójimo? La respuesta dada será la parábola del buen samaritano (una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en el Evangelio de Lucas, capítulo 10, versículos 29-37) perfectamente consistente con el aspecto más sustancial de las enseñanzas de Jesús: “…estamos obligados a mostrar piedad para quienquiera que cruce nuestro camino, especialmente quién está en dificultades”.
Para Lucas, Jesús se ha convertido en la realidad fundamental frente a lo que todo acto ha de ser medido. No es casualidad que la historia de Marta y María aparezca a continuación de la parábola del buen samaritano cuyos actos emulan a Cristo. Sólo si colocamos a Cristo antes de cualquier otra consideración práctica –sólo si le abrimos un espacio en nuestro corazón (antes de recoger la mesa)- seremos capaces de comportarnos como lo hace el samaritano. Abrirle un espacio a Jesús significa orar. De manera que, tan pronto termina la historia de Marta y María, Jesús les enseña a sus discípulos a orar. Lucas concibe la vida cristiana como la alternancia de dos actividades: orar y ser bondadosos.
La oración es tan importante en el Evangelio de Lucas que solo él nos muestra a Jesús, mientras es crucificado, orando así: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Al igual que el padre del hijo pródigo y así como Jesús perdona a los verdugos que clavan los clavos a través de sus pies y manos, así Dios no espera hasta que nos arrepintamos; nos ama de todos modos. En palabras de Dante, Lucas es “el escritor de la bondad de Cristo”; su retrato de Jesús es el que más efecto ha tenido en Occidente; el Cristo de Lucas es, de hecho, el que se grabó de manera imborrable en la imaginación del mundo. Del “Jesu dulcis” -el dulce Jesús- de Bernardo de Claraval, hasta el “buen pastor Jesús” de los cantos populares; de los piadosos motetes de Bach al solemne rostro campesino que tanta veces esbozaba Rembrandt, ese rostro que Lucas, con reverente devoción, fue capaz de mostrarnos. Un rostro amable lleno de amor, un Jesús que casi parece observar nuestra insensatez y locura con cariñoso brillo en los ojos. Un rostro que millones de hombres y mujeres agonizantes han esperado ver al final de su trance, así como han esperado escuchar las palabras que solo registrara este bienamado médico de almas: “en verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.

José Antonio Puig Camps (Dr. Ingeniero y Sociólogo). Presidente de AGEA Valencia
Twitter: @japuigcamps
Ideas tomadas de “El deseo de las colinas eternas” de Thomas Cahill
Publicado en blog 18-10-2017

jueves, 28 de septiembre de 2017

LA SOBERBIA DE LA DIVISIÓN



Hay que leer el libro “La vida oculta de Bergoglio” para darnos cuenta de la fortaleza del Papa Francisco ante situaciones vividas en su país de origen que tienen, en algunas situaciones de tensión, similitudes con el nuestro. Muchas han sido sus intervenciones en diferentes foros donde hizo reiteradas llamadas a la pacificación y a la participación de todos los sectores sociales ante las situaciones de crisis vividas. Una fuerza, la de Jorge Bergoglio, que ante situaciones de crisis como la que estamos viviendo en estos momentos en España es digna de emular.
El silencio, ante circunstancias de atropello o agravio por abuso de poder de una minoría hacia una mayoría, hace que el mudo sea tan culpable o más que el vocero. Nadie, repito nadie está por encima de la ley, y cuando alguien se salta las normas o preceptos de obligado cumplimiento establecidas para regular, obligar o prohibir una cosa, y pretende que no se le castigue por ello o es un tonto, o se cree un iluminado, o lo que es peor hace tontos al resto de la ciudadanía.
La decisión de seguir siendo un país –España- compete siempre a cada uno de sus habitantes, de los contrario la solución nunca llegara. La experiencia dolorosa vivida en nuestra querida España, tras la guerra civil, y años de dictadura y represión, que debieron ser ya olvidados desde la aprobación por la Cortes y ratificación del pueblo español de la Constitución Española en 1978, parece haber sido olvidado cuarenta años después. Una constitución que ponía de manifiesto la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás como fundamento del orden político y de la paz social. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, Patria común e indivisible de todos los españoles.
Mucho se está hablando estos días de la necesidad de dialogo. En todo dialogo se debe aceptar aprender, cambiar y crecer, no para poder cambiar al otro a la fuerza, sino para que todos los participantes aborden el dialogo con una actitud de completa honestidad y sinceridad. Todo dialogo obliga a iniciar un camino nuevo. Todo dialogo debe pretender la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros, a un fin común. Siempre la solidaridad marca una huella transitable en medio del pantano. Un pantano donde la mentira, el escamoteo, la trampa y la ocultación son males que destruyen la comunidad.
No podemos dialogar en base a mantener posturas irracionales y fuera de la ley. No se puede dialogar para consensuar valores, los valores simplemente son, pues el juego acomodaticio de consensuar valores corre el riesgo de nivelar hacia abajo y entonces ya no se construye desde lo sólido sino que se entra en la violencia de la degradación. No se puede dialogar sobre la destrucción de España. Todo dialogo debe tener en cuenta al ciudadano espectador y no solo al ciudadano actor. Éste último ha estado tomando la iniciativa demasiado tiempo, a base de escrachar a cualquier otro que no pensara lo que él piensa ni hiciera lo que él hace.
Es también cierto que unidad no significa uniformidad, pero no debemos retornar a la soberbia de la división centenaria de izquierdas y derechas o de buenos y malos. Ni tampoco a la soberbia del internismo faccioso, gran deporte nacional, en el cual en vez de enriquecernos con la confrontación de las diferencias, consiste en destruir implacablemente hasta lo mejor de las propuestas y logros de los oponentes. No sigamos revolcándonos en el triste espectáculo de los que ya no saben cómo mentir, de los que ya no saben cómo salir de sus constantes contradicciones para mantener sus privilegios, su rapacidad y sus cuotas de ganancias mal obtenidas. No perdamos la oportunidad histórica de dar cabida a propuestas que dignifiquen y hagan crecer más nuestra capacidad como nación y, por el contrario, nos encerremos en inapelables o inamovibles propuestas que nos lleven a todos a un callejón sin salida.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 28-09-2017

sábado, 16 de septiembre de 2017

NECESIDAD DE MIRAR A LO ALTO



Uno de los problemas más graves del sistema educativo español es el extraordinario porcentaje de alumnos repetidores. Así lo indica la OCDE, en su informe PISA 2015, para advertir a España de las dificultades que supone tener a tantos estudiantes repitiendo curso. Un problema doble, por una parte, la repetición incrementa el coste de la formación de un alumno, por otra, el hecho de volver a estudiar unas mismas asignaturas no entraña una mejora. Los resultados de los repetidores, prosigue el informe, son significativamente peores que los de los no repetidores. En España, casi uno de cada tres alumnos de 15 años (el 31%) está repitiendo, por primera o por segunda vez, algún curso de la ESO. Son 19 puntos porcentuales más que el promedio de países de la OCDE y 16 más que en el conjunto de alumnos de la Unión Europea. Por otra parte, el informe alerta de que la situación es preocupante en todas las comunidades, desde el 21% de Catalunya hasta el 40% de Baleares, aunque se observa una ligera disminución de estos porcentajes desde la edición del 2012.  La nota media obtenida por los estudiantes de 15 años españoles (edad donde se realiza la prueba) en comprensión lectora ha sido de 496 puntos, tres más que el promedio de la OCDE, dos por encima de la media de la Unión Europea (UE) y ocho más que los jóvenes españoles evaluados en el informe PISA del 2012. El número uno mundial en esta materia es Singapur, con 535 puntos. La materia que sigue atragantándose al alumnado español es la de matemáticas, ya que es donde peor resultados se obtienen.
La falta de esfuerzo y motivación estudiantil. El grado tan alto de absentismo y fracaso escolar. El nivel educativo de padres y profesores. Son todo causas claras de la necesidad de una revisión del sistema educativo español. Un sistema educativo que año tras año marca claramente un abismo entre unos países y otros y, en el caso español, entre unas comunidades y otras. Esta brecha ha tomado unas dimensiones tan grandes que va costar mucho tiempo salir de ella. El director de Educación de la OCDE y máximo responsable de PISA, Andreas Schleicher, considera que los datos de España reflejan un estancamiento desde el inicio de la prueba. Distintos especialistas coinciden en que es difícil establecer razones concretas en la mejora de un sistema. Pero hay un aspecto en el que existe consenso y que España nunca ha abordado: mejorar la profesión docente.
Los dos grandes modelos del sistema educativo español han sido: La Ley General de Educación (1970, impulsada por Villar Palasí), que estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, cursando la EGB (Educación General Básica); la otra, la LOGSE (1990, promulgada por el PSOE), que sustituyó a la anterior. A partir de entonces sucesivos gobiernos, de una u otra tendencia política, han ido añadiendo retoques sin entrar de lleno en una verdadera reforma educativa. La LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación) promulgada por el gobierno de Aznar –año 2002)- no llego a ver la luz, al ser derogada por el gobierno de Rodríguez Zapatero dando continuidad a la anterior ley socialista. En 2013, el Congreso de los Diputados aprobó la nueva ley educativa LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), primera norma educativa del Partido Popular, pero que ya se está poniendo sobre el tapete sustituirla por una normativa de consenso.
A estas alturas, donde se observa una clara tendencia a no aceptar todo aquello que un partido determinado se capaz de aprobar en materia educativa, se debe entrar de lleno en activar un consenso que de una vez por todas deje de marear a profesores, alumnos y familias en esta materia, por otra parte, tan necesaria para el desarrollo de un país. Firmar un Pacto Educativo sería algo inédito en 40 años de democracia. El acuerdo, hasta hoy imposible, podría verse favorecido por un momento político inédito, con un Gobierno en minoría que necesita recabar apoyos.
Las altas tasas de fracaso, las posiciones modestas en las clasificaciones internacionales, los recortes y el futuro incierto de las próximas generaciones lo hacen más necesario que nunca. Pero ese gran pacto debe tener en cuenta que la sociedad del conocimiento, con expectativas que son cada vez más variables y revisables en el tiempo, obliga a legislar hoy pero con visión de futuro. Una visión de futuro que deberá tener en cuenta la advertencia dada por el exsecretario de Educación de Estados Unidos Richard Riley: “Estamos preparando a nuestros estudiantes para trabajos que aún no existen, en los que tendrán que usar tecnologías que no han sido inventadas, para resolver problemas en los que no hemos pensado todavía”.
Ante esta situación no podemos seguir empantanados en el lamento, las letanías de denuncias, los círculos viciosos de resentimientos y crispaciones y las confrontaciones permanentes. Se debe apostar en España por una enseñanza educativa donde todos deban estar sentados en esa mesa del consenso y no en una mesa de intereses donde solo unos pocos se benefician y el futuro de nuestros jóvenes se destruye. Cuando uno se olvida de mirar a lo alto cae en la suficiencia, la vanidad y el orgullo. Cuando uno se olvida de mirar a los costados, se olvida de que gobernar es servir al pueblo.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 16-09-2017