Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





sábado, 15 de septiembre de 2018

EL COMPORTAMIENTO CAÓTICO


La ciencia nos muestra la importancia de prever los cambios para poder solucionar los problemas que se derivan de ellos. Las modificaciones en los escenarios constantes llevó, al meteorólogo Edward Lorenz, a reconocer lo que se denomina comportamiento caótico en el modelado matemático de los sistemas meteorológicos. Las pequeñas diferencias en un sistema dinámico, como la atmósfera podría desencadenar enormes y, a menudo, insospechados resultados. Ello le llevó a formular el Efecto Mariposa en su artículo, “Previsibilidad: debe el aleteo de una mariposa en Brasil originar un tornado en Texas” presentado en 1972, dando luz a un nuevo campo de estudio que afectó no solo a las matemáticas, sino prácticamente a cada rama de las ciencias biológicas, físicas y sociales: la Teoría del caos. Esta teoría asegura que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales de un suceso, pueden provocar grandes diferencias en el comportamiento del futuro, siendo el resultado final imposible de predecir. Si algo caracteriza al ser humano es la falta de previsión en sus actuaciones y que, dado que la humildad no es precisamente una virtud que nos sobra, nos resulta a menudo difícil reconocer y aceptar nuestros errores.
El sentimiento de haber hecho lo incorrecto suele aparecer una vez se ha cometido el error, dándonos cuenta que aborrecemos lo que hemos hecho. San Pablo ya lo advierte en su epístola a los romanos: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí” (Rm.7, 15-17). Aquí está la clave, reconocer la existencia del mal en nuestro ser. Un mal que, en forma de egoísmo e individualismo, anula la humildad al tener excesivo aprecio por nosotros mismos y actuar según nuestro propio criterio. De esta forma ya no soy yo quien hace las cosas, sino la ambición y el aislamiento que nos hacen incapaces de prever nuestros devenires diarios. La suma de nuestros actos conforma la sociedad que tenemos. Si somos conscientes de que nosotros mantenemos siempre una interrelación con su medio social, no es necesario que haya conciencia de dicha interrelación para que, sin embargo, ella estructure al propio individuo y no al revés.
Sociedad e individuo son factores indisolubles que en cada momento de la vida cotidiana se entrelazan y se complementan, siendo la sociedad la extensión del individuo. Cuando nuestros actos individuales quieren dominan a la sociedad, y ésta se deja, estamos aceptando un comportamiento caótico donde el individuo está estructurando a la sociedad. De llegar a este punto seremos reos de una sociedad condenada. Los hechos indicativos de esta realidad los indica bien claros la filósofa Ayn Rand en su famoso libro “La rebelión de Atlas”: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”.
Cuando la autoridad de un país, en este caso España, llega a cotas de descrédito y de incompetencia tan altas, como las mostradas en sus primeros cien días de gobierno, es una señal clara de comportamiento caótico. Un gobierno que tiene a dos ministros cesados, un presidente de gobierno mintiendo en sede parlamentaria (al decir que su tesis doctoral estaba en la red para acallar a su interpelante cuando solo estaba la ficha) y un ejecutivo que cae continuamente en rectificaciones y contradicciones (la última la de las bombas a Arabia Saudí que ha coloreado al más tonto). El descrédito que deja un gobierno así es sorprendente. Este es un gobierno que quiere expandir el gasto, que quiere ahogar con impuestos a una sociedad que se estaba recuperando de la maltrecha situación en que la dejo otro gobierno socialista (Zapatero) y un gobierno apoyado, por su escasa representación parlamentaria, con los votos de independentistas, chavistas y batasunos, cuyo único interés es destruir España. Si ante esta situación caótica el pueblo español y libre no se manifiesta, mostraremos al mundo que es nuestro comportamiento el que ha merecido tanto descrédito. Un comportamiento que dejara a nuestros hijos una herencia envenenada, una sociedad condenada por el abuso de poder y la corrupción como los flagelos más graves que azotan al mundo.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 15-09-2018

domingo, 19 de agosto de 2018

LA NECEDAD DIVIERTE AL INSENSATO


No descubro nada nuevo si digo que España está pasando, desde hace muchos meses, el peor periodo de su corta vida democrática. Un periodo donde el odio, el rencor, la vaciedad y los agravios están poniendo a prueba la unidad del Estado. Un periodo donde, como dice Proverbios, la necedad divierte al insensato y la insensatez le es alegría al falto de entendimiento. Para Proverbios hay tres clases de hombres: el sabio, el necio y el simple o inexperto, siendo el sabio el que conoce la Palabra y la aplica, el necio el que cree que no necesita esa sabiduría, pues con la suya le alcanza, y el inexperto que es quien no sabe cuál escoger. El necio no tiene falta de capacidad mental, sino que usa mal esa capacidad; está demasiado convencido de su valía. Las necedades están saturando nuestras vidas,  alimentan los memes en internet y llenan la vacuidad de los mass media. Lo peculiar de los necios es que son moralmente peligrosos; la confluencia de tanto necio es la que ha logrado que nuestra sociedad acepte cosas que son inmorales y que el relativismo se imponga, haciendo a un lado los principios, que según Dios, nos harán felices. El necio cree que sus opiniones son verdad, no escucha, no aprende de otros y su estupidez es notoria. Es impulsivo, al no actuar por principios sino por la conveniencia inminente que le ofrece aquello que desea. Se considera el dios de su vida, sordo a cualquier consejo que vaya en contra de su pretensión.  
Si en alguna actividad se muestra con mayor claridad que la necedad divierte al insensato es en la política y, en España, tenemos un gran repertorio para observar insensatos ¿Acaso no es insensatez aplaudir, e incluso celebrar, que tengamos un gobierno fruto del pacto con los enemigos del Estado y no del deseo de las urnas?, urnas que precisamente algunos de los que han apoyado la investidura del nuevo presidente se desgañitan e incluso agitan al populacho para ponerlas, eso sí, y romper la unidad de España ¿No es acaso imprudencia aceptar, sin ningún tipo de agitación popular ni noticiario alguno, que la señora esposa del presidente del gobierno español haya sido contratada por la prestigiosa institución privada española, Instituto de Empresa (IE), sin más mérito que ser quién es? ¿No es una necedad poner en sus manos el control del nuevo Centro África, cuyo objeto nada más y nada menos es la “promoción del emprendimiento, la innovación, el liderazgo ejecutivo y el desarrollo de proyectos de acción social en el continente africano”, con su misterioso currículum?, misterioso, dado que ninguna de las instituciones con las que mantiene relación en la actualidad figure ni tan siquiera una relación básica de titulaciones académicas. Que habría hecho la izquierda populista, con los socialistas a la cabeza, si en lugar de la señora de Sánchez hubiese sido la de Rajoy o Casado.
Pero aquellos insensatos, que aplauden la envestidura del nuevo presidente, que aceptan sin rechistar los desmanes de sus decisiones, los nombramientos de los áulicos y la aceptación de las ofensas a los símbolos de la patria, deberán ir preparando el discurso que tendrán que dar a sus hijos cuando reciban como herencia una España teñida de separatistas, chavistas, inmigrantes descontrolados, agresores a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, pérdida de valores y un gran etcétera, que está ya produciendo una nueva clase de ciudadanía. Una ciudadanía donde el analfabetismo, la incultura y la ignorancia, a la vista del nuevo preboste de la política y sus enchufados en empresas e instituciones, ya no se vive como una vergüenza, ahora se presume de no tenerla. Analfabetos, de la peor estirpe, que han tenido acceso a la educación y oportunidad para una buena formación pero prefieren seguir el ejemplo de la nueva oligarquía política. Una nueva ciudadanía donde la televisión se va haciendo cada vez más a su medida, programas pensados para gente que no lee, que no entiende y que pasa de la cultura. Borrachera de carcajadas de aquellos faltos de entendimiento. Unos insensatos que, con su aceptación y divertimento, están forjando una España superficial, frívola, elemental y primaria. Una nueva clase que precisamente será dominada por su analfabetismo y su incultura. Ciudadanos que se creen libres y están al servicio de la oligarquía que los está formando.
Pero siempre hay un horizonte abierto para esa otra clase que aspira a algo más. Una clase que está dispuesta a mostrar la realidad de la vida, a sacrificarse y romper con tanta vaciedad y falsos compromisos, a creer en los méritos y no en nepotismos. Una nueva sociedad que nunca se conforma con las migajas de libertad y complacencia que, a través de medios de comunicación y discursos populistas, se van sembrando. Gentes que confían en la familia, el trabajo bien hecho, la amistad sin prestaciones, la fuerza del esfuerzo y la entrega solidaria. Una ciudadanía que está dispuesta a hacer frente a esa nueva casta política, llena de mediocres, cortesanos y palaciegos, butrones para el acceso rápido a los puestos del poder. Una población española capaz de desenmascarar a tanto tartufo que pretenden, como en la obra de Moliere, engatusar mediante el engaño y conseguir lo que quieren. Este nuevo horizonte hará que los insensatos sufran con los necios. 

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 19-08-2018

jueves, 5 de julio de 2018

LA ESPAÑA POPULISTA


Populismo es un término muy utilizado en la lengua castellana, que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). La definición de los “populismos” ha sido siempre extremadamente polémica y es difícil alcanzar un consenso en torno a la misma. En un sentido amplio, se le puede considerar como “un movimiento político” (o la fase de un movimiento más amplio) que se basa, para su eficacia, en amplias movilizaciones de masas a partir de una retórica de contenido fundamentalmente emocional y autoafirmativo. Se centra en torno a la idea de “pueblo” como depositario de las virtudes sociales de justicia y moralidad para construir su poder. El “pueblo” para los populistas son siempre las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos. Por lo tanto, la estructura del populismo se basa en un ataque constante a las clases privilegiadas causantes de todos los males. Los líderes populistas, por lo tanto, se presentan como redentores de los humildes.
Existe el populismo de derecha, que prevalece en el norte y centro de Europa y que ataca a las “élites” en cuestiones nacionalistas o muy conservadoras, y el de izquierda, más presente en el sur, que se centra en el capitalismo y la globalización cuando critica al llamado "establishment". La ola populista en Europa comenzó con los ataques del 11 de septiembre que supuso una represión parapetada en motivos seguridad, lo que legitimó el recorte de derechos humanos y ayudó a los partidos de extrema derecha a endurecerse en cuestiones como la ley y el orden. Por otra parte la crisis financiera alimentó el populismo en el sur de Europa ante los temores de pobreza y desempleo. Dos términos que los populistas utilizan constantemente cuando quieren agitar a las masas. El dominio, tras la segunda guerra mundial, de los partidos políticos conservadores y socialdemócratas, ha sido la diana del populismo ante las crisis económicas y de derechos humanos. Los partidos mayoritarios se han vuelto tan impopulares porque sus políticas están siendo rechazadas por el pueblo y eso ha creado un vacío en el que esos partidos populistas pueden intervenir
El populismo en España ha ido creciendo. Un crecimiento fruto del desencanto que el ciudadano ha ido teniendo con los partidos mayoritarios. Sin embargo, a la vista de la actuación de este populismo, son muchos los que piensan que esos partidos solo buscan el bien particular y no el colectivo del pueblo español. Una forma clara de actuación populista, con claros signos de toma de poder para sus intereses particulares, lo vemos en los partidos independentistas catalanes y vascos. También lo vemos en el partido nacional de Podemos. Un partido que ha hecho estandarte de la casta, esa parte de la sociedad que forma una clase especial, la de los ricos y poderosos que viven en grandes mansiones y esclavizan a sus trabajadores. Sin embargo en cuanto han podido han sacado su patita y ya no era la de la ovejita sino la del lobo. Un lobo hambriento de poder que no es capaz de moderar sus actuaciones con compra de chalet, impago a trabajadores y compra de viviendas para especular. Es el populismo rastrero, capaz de manipular a la gente empleando discursos vacíos y cargados de demagogia.
Los españoles nos vamos acostumbrando a ver la política a distancia, como si no fuera con nosotros, lo cual es un craso error. La práctica diaria en los quehaceres de la vida nos lleva, por instinto de supervivencia o comodidad, a suavizar la trascendencia de los principios universales. Es el relativismo social y ético que hace que las normas morales sean fruto de la convención social por lo que pueden variar, adaptándose a la oligarquía de las minorías que se confunde con la democracia de un país. En España vivimos una oligarquía disfrazada de democracia, solo es bueno lo que unos dicen y malo lo que dicen otros que no piensan lo mismo. Es la España de los iletrados y mediocres, disfrazados de eruditos. Es la España de los bulos, falsas creencias, camelos y chismes, donde la desinformación sigue campando a sus anchas en un mundo en que la aparente verosimilitud parece seguir ganándole la batalla a la razón. Lo grave es que el establishment ha infravalorado el poder de los embaucadores, y no ha hecho nada para encarar el resentimiento del que se alimenta y la desinformación que lo hace prosperar. España está siendo víctima del populismo político. Un populismo que es síntoma de que España está enferma y que hay que poner remedio para que esa enfermedad no sea crónica.
La actitud tolerante, permisiva del ciudadano está haciendo imposible que España se cure de ese populismo gangrenoso. Un populismo que, con la excusa de regenerar el país, reorganizan el debate político para obtener en los despachos lo que no han sido capaces de obtener en las urnas. Una ambición sin límites que, aprovechándose de la desafección ciudadana por la crisis económica, el descrédito institucional y la desigualdad rampante, van ocupando puesto y organizaciones vendiendo baratijas a precio de oro. Un populismo rencoroso, intransigente y fatuo, que rebosa odio y desprecio a todo aquello que no sea o haga lo que ellos pretenden. Sus fines justifican siempre los medios que utilizan con tal de conseguir su poder oligárquico y, por supuesto, sin importarles el daño que hagan o puedan hacer. Personajes disfrazados de eruditos, lobos con piel de oveja que, cuando el pueblo descubra que les han vendido gato por liebre, ya será demasiado tarde. España no necesita de populismos, pues en los países donde han acampado solo han llevado pobreza y miseria. España lo único que necesita son líderes que unan y no desgarren el país que tantos sacrificios lleva a sus espaldas para llegar a ser una gran nación.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 05-07-2018