Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





lunes, 26 de febrero de 2018

LOS CUARENTA DÍAS



Los aconteceres de nuestra existencia marcan los tiempos de nuestras vidas. A veces un solo día o una sola hora marcan el punto de inflexión de lo que seremos o podríamos haber sido. Los  cuarenta días que Jesús pasó en el desierto marcaron el inicio de la comunidad cristiana. El evangelista Mateo (Mt 4, 1-11) narra el episodio de la vida de Jesús en el desierto, 40 días y 40 noches, paso previo y necesario para que comenzara su ministerio ¿Por qué cuarenta días? Por su paralelismo histórico con el peregrinaje del pueblo israelita en su viaje a la tierra prometida por el desierto durante cuarenta años. También Moisés se preparó en el desierto con cuarenta días en ayuno y oración para recibir las tablas de la ley. Para el evangelista Mateo, Jesús, antes de comenzar su misión de crear al nuevo Israel (la comunidad de discípulos), debe ser probado en el mismo escenario en que lo fue Moisés, el formador del Israel del Antiguo Testamento. Y pasando la prueba, Jesús demuestra que está listo para llevarnos a la tierra prometida, que en Mateo es el Reino de Dios que Jesús mismo proclama (Mt 4:17). Cabe agregar que el desierto también era el escenario del poder del mal y de la ausencia de protección, así como el lugar donde, en el día de la expiación, se soltaba y se abandonaba a un macho cabrío al que se le hacían llevar sobre sí todos los pecados (Lv 16:21-22). Para los cristianos este periodo de tiempo -40 días- es conocido como tiempo de cuaresma, a lo largo del cual, son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión.
La penitencia es uno de los siete sacramentos de la Iglesia católica. La fe católica considera que se trata de un sacramento de curación instituido por Jesucristo, y que quienes se acerquen a él con las debidas disposiciones de conversión, arrepentimiento, y reparación reciben el perdón de Dios por sus pecados y la reconciliación con la Iglesia. Es por lo tanto un sacramento de reconciliación con Dios. La reflexión siempre debe acompañar a toda reconciliación, es cuando se considera detenidamente actos y circunstancias que nos han supuesto un dolor y un alejamiento de la persona querida u ofendida. El periodo de reflexión obliga a enfrentarnos con nuestros fantasmas del pasado, con esos momentos donde la falta de lucidez ha hecho caer en la tentación. Pero toda meditación, pensamiento o reflexión obliga que se le dedique un tiempo. Nadie es capaz de hacer bien sus tareas si está distraído, si se aparta del fin perseguido. Precisamente muchos de los problemas que nos importunan en nuestra vida son respuesta a nuestra falta de atención, reflexión y expiación, mediante la realización de algún sacrificio. Quién no es capaz de dar respuesta a esos problemas entra en una dinámica de desesperación, angustia y desolación.
San Ignacio de Loyola, en su libro "Ejercicios Espirituales", indica que la desolación, es toda obscuridad y confusión interior, toda propensión hacia las cosas mundanas y bajas, toda perturbación, inquietud o tentación contra la fe, la esperanza y el amor. Los pensamientos que nacen de ellas son totalmente opuestos entre sí. Por eso en tiempos de desolación no debemos revisar ninguna de las decisiones de nuestra vida espiritual, ni de nuestro estado de vida, ni hacer cambio de ninguna clase, sino perseverar en las decisiones previamente tomadas. En la desolación estamos dirigidos por el mal espíritu y somos incapaces de tener confianza, seguridad o certidumbre de lo que debemos hacer. Nos falta fe. Jesús en el inicio de su vida pública tuvo la fe de sentirse siempre consolado por el Padre, poniéndose a prueba, al enfrentarse a las tentaciones de satanás. Una prueba de cuarenta días de ayuno, oración y penitencia. Salió reforzado capaz de todo hasta de compartir sus poderes con sus discípulos.
El desierto de nuestras vidas es escenario propicio del poder del mal, de la ausencia de protección, de la tendencia o atracción por lo mundano, de inquietud y tentación contra la esperanza, el amor y la fe. Todo ello es parte y causa de la tristeza y el resentimiento. Llevamos dentro la propensión humana a la mentira, la envidia y la violencia, que contaminan nuestra vida y la hacen proclive a todo tipo de estímulos que inducen al mal. Debemos limpiar nuestros corazones de toda esa contaminación con el elixir de la reflexión, oración y penitencia, que nos permitirán hacer un descanso en el camino de nuestras ajetreadas vidas. Un camino lleno de lisonjas, adulaciones interesadas que se hacen para ganar la voluntad de la persona, pero que son como la espuma del mar que flota en la superficie, pero que solo puede adornar los abismos del dolor que invade nuestro interior. Los cuarenta días, la cuaresma que cada año se nos regala para tomar ese elixir debe ser aprovechada. Es un tiempo que permite tener el terreno de nuestro corazón preparado para la siembra del bien, mullido, fresco y receptivo para recibir la palabra de Dios y sea oída.
Vivimos en un mundo que ofrece tantas riquezas, distracciones y preocupaciones que pronto ahogan la palabra de Dios. Seguimos abstraídos por los bienes de este mundo sin darnos cuenta de lo mucho que ya tenemos. Necesitamos de muchas cuaresmas, para reflexionar sobre nuestra vida, la vivida y la que aún nos queda por vivir. La vivida, para poner remedio al mal realizado, y la que nos quede por vivir, para cambiar y ser más entregados, más austeros, más penitentes de nuestras debilidades y desasosiegos. Cuarenta días son pocos, pero menos es no tener ninguno para tomar más en serio nuestras vidas. Dios sabía que, con el tiempo, su pueblo se olvidaría de la estancia en el desierto con Moisés. Dios disfruta del tiempo pasado entre nosotros, pero también sabe que pronto olvidamos, que pronto nos cansamos, que nos falta resiliencia, fuerza y determinación, por eso estipuló las festividades. Cada año debemos recordar, debemos ir de nuevo al desierto, pasar esos cuarenta días con la sola compañía de Dios.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 26-02-2018

sábado, 10 de febrero de 2018

VERDADES O MENTIRAS



Buceando en ciertas noticias que marcan la vida de nuestras sociedades he encontrado tres situaciones que ponen en tela de juicio lo que como verdad se nos ha vendido. No pretendo desacreditar a nadie sino poner negro sobre blanco otras posturas que encienden en nuestras mentes el posible engaño de la verdad contada, o de la mentira encubierta. Verdades o mentiras que están o han condicionado la vida de las personas. Empezaremos con la última caída bursátil de hace unos días, seguiremos con el calentamiento global y finalizaré con el desafío catalán. Muchos de ustedes podrán reflexionar y decir que hay muchos más –y es cierto- pero el espacio que requiere un artículo como este impide ser más prolijo. En definitiva somos como las hojas movidas por el viento de los intereses, que agita la brisa al árbol de la existencia.
A los neoliberales les encanta referirse a eso que llaman "capitalismo popular" la idea de que la gente corriente puede invertir en bolsa, tener valores, ser propietaria, accionista, beneficiarse del capitalismo, en definitiva...La realidad es que "capitalismo" y "popular" son términos antitéticos por más que muy a menudo se pretenda que vayan juntos. Al fin y al cabo todo esto trata de que el capitalismo, un sistema que está diseñado para que unos pocos se hagan ricos a costa de la mayoría, no sea contestado y, por el contrario, sea refrendado cada vez que pasamos por las urnas. La caída de las bolsas, de hace unos días, es un ejemplo de ello. Wall Street cerró un lunes negro, como no se recordaba desde los peores momentos de la crisis financiera. El índice Dow Jones cerró dejándose un 4,6%, el Nasdaq perdió los 7.000 puntos, el S&P 500 se dejó más de un 4%, y  el Ibex 35 ha perdido un 2,53% quedando en 9.810 enteros, su nivel más bajo desde marzo. En un día se esfumaron todas las ganancias del año. Pero no fue el “capitalismo popular” quién provocó esas caídas, sino el capitalismo monopolistas que con sus gurús bursátiles manejan sus “stop loss” (aletas de ventas masivas ante ciertas situaciones que ellos conocen) y en cuestión de horas vacían los ahorros de millones de pequeños accionistas. Gurús como George Soros que en 1992 logró doblegar al Banco de Inglaterra, tumbar la libra esterlina y embolsarse cerca de mil millones de dólares directamente en su bolsillo y todo en tan sólo 24 horas.
Otro acontecimiento que ha desconcertado a la población mundial ha sido la especulación constante sobre el calentamiento global. Cuando uno ve el documental “La gran estafa del calentamiento global”, producido y emitido por el Canal 4 en Gran Bretaña en 2007 y apoyado por decenas de científicos, economistas, políticos e incluso por el cofundador de Greenpeace Patrick Moore, se queda con cara de idiota ¿Por qué una mentira repetida se ha transformado en verdad irrefutable? ¿Cuál es la realidad de este acontecimiento? Remontémonos  a la Europa de finales de los 80, con la caída del Muro de Berlín y la época de Margaret Thatcher. La “dama de hierro” estaba muy preocupada por la energía, en plena crisis del petróleo y del carbón, y quiso buscar otra alternativa y la encontró en la energía nuclear. Para justificarla, Thatcher explicó al mundo que no debía producirse CO2, y el descubrimiento del agujero de la capa de ozono hizo el resto. Posteriormente, la oleada de anticapitalistas llevó, según explica el cofundador de Greenpeace, a la organización a pronunciar mensajes cada vez más radicales, para mantenerse siempre como una ONG antisistema y seguir beneficiándose de la situación.
Si seguimos rebuscando en el acontecer de cada día, tenemos ante nuestros ojos otro suceso cuya realidad está muy alejada de la verdad. Me refiero al llamado “desafío catalán”. El desafío catalán ha puesto en evidencia el profundo retraso que tiene España en medios dedicados a comprobar las verdades, medias verdades y falsedades de los políticos. Según el registro de Duke Reporters Lab, a mediados de junio había en el mundo 114 organizaciones dedicadas a la nobilísima tarea de comprobar la verdad y denunciar la mentira en 47 países. Pocas, pero -gracias a Trump y al Brexit- un 159% más que hace tres años. La pionera Politifact, una de las principales de EEUU, comprobó 313 declaraciones de Trump en la campaña de 2016 y demostró que mintió en más de la mitad. Los independentistas catalanes desinforman, mienten y retuercen la realidad tanto o más que Trump y los abanderados del Brexit (otra gran estafa), pero ¿qué medio español hace un seguimiento riguroso cada día para denunciarlo y rebatirlo? ¿A qué esperan para organizar en cada redacción las personas o equipos necesarios para hacerlo? En vez de poner en evidencia las mentiras, casi todos los medios, incluida RTVE, siguen abriendo sus micrófonos y páginas a los independentistas para que pregonen su evangelio. Este vacío de buscar la realidad de los acontecimientos se está paliando con el trabajo de algunos buenos redactores y el esfuerzo de algunos partidos como el Popular (PP) y Ciudadanos (Cs). María Peral en El Español y otros en el resto de la prensa denunciaron cómo el ex vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, acababa de inventarse que el Tribunal Supremo hubiese suspendido la decisión del Consejo de Ministros de controlar los pagos del Gobierno catalán. Una mentira más de las muchas que el independentismo sigue machacando a la sociedad sin tener el contrapeso de los medios en comprobar la verdad, en conocer la realidad de los acontecimientos.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 10-02-2018

domingo, 21 de enero de 2018

TRAJE NUEVO DEL PRESIDENTE



Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. La prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo, por supuesto, no había prenda alguna. El emperador, sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, envió primero a dos de sus hombres de confianza a verla. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino. El rey fue vestido con la inexistente prenda, por los picaros sastres, y salió con ella a un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla. Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo: ¡Pero si va desnudo!
Este cuento de Hans Christian Andersen publicado en 1837, “Traje nuevo del emperador”, sirve de referencia de lo que está ocurriendo en nuestra querida y nunca olvidada Cataluña. Los independentistas siguen con su fabulación de investidura de un presidente que como el emperador del cuento va desnudo -sin amparo legal- y nadie quiere decirlo por miedo a ser tachados de locos. Pero paradójicamente es, ese delirio, lo que les encaja en lo que no quieren ser, unos chiflados. Unos alienados, como lo demuestran los dos principales partidos independentistas de Cataluña -Juntos por Cataluña e Izquierda Republicana de Cataluña-, manteniendo su desafío con el anunciado acuerdo para investir como presidente regional a Carles Puigdemont, que pretende asumir a distancia desde Bélgica la citada representación. Una postura inasumible, ilegal y absolutamente perjudicial para los intereses de todos. Una situación en la que una amplia (y usualmente sin poder) mayoría de independentistas deciden de común acuerdo compartir una ignorancia colectiva de un hecho obvio, aun cuando individualmente reconozcan lo absurdo de la situación. Dos partidos que, como Guido y Luigi, quieren hacerle un traje al presidente con la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo.
Este cuento insiste en las limitaciones inherentes a la percepción humana de la realidad. Una disposición que pone de manifiesto la relatividad de la condición humana. La opacidad o la naturaleza inexpresable de la verdad, el comportamiento de las personas que votan a unos partidos que les mantienen en una nube de mentiras. Un pueblo que observando la desnudez de sus planteamientos siguen viendo, defendiendo y, lo que es peor, participando en la ruina de un gran pueblo. El cuento invita por lo tanto a la reflexión sobre estas limitaciones que el odio, el rencor y la tozudez le mantienen ciegos ante una realidad manifiesta, y nos demuestra que nunca debemos llevarnos por criterios ajenos, sino decir la verdad siempre y pensar por nuestra propia cabeza.
Sin embargo, la falta de honradez para reconocer sus limitaciones los lleva a un sin pensar, a un vivir ajeno a la realidad que los rodea. Prefieren como los enajenados vivir con la mentira a afrontar la verdad. Un existir en la post verdad, en continuos prejuicios que carecen de fundamentos verificables, pero aun así se prefiere a la verdad probada por hechos objetivos. Cuando el prejuicio es más importante que el juicio, cuando el convencionalismo es tan importante para ti que no estás dispuesto a ponerlos en cuestión por el dato, la verdad, la evidencia o el hecho, eres capaz de asumir que, por ejemplo, la postura del soberanismo catalán es cierto, más aun, no necesita de explicaciones. Es una manera de evitar el coste psicológico, emocional e intelectual de cambiar. La gente busca certezas fáciles y rápidas aunque sean mentiras.
Como en el cuento de Andersen, el “President” quiere ser investido con la inexistente dignidad, por lo picaros soberanistas, y saldrá, de nuevo, a decir que es el nuevo ocupante del regio y lujoso refugio en Bélgica –nueva sede del parlamento catalán-, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder ver lo que el resto del mundo veía. Su entorno, esa parte del pueblo catalán que sigue con su locura independentista, alabará su nueva investidura, temerosos de que el resto de vecinos catalanes se den cuenta de que nadie es capaz de aceptarlo. Y como en el cuento tendrá que salir un niño y decirles: ¡Pero si va desnudo!

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 21-01-2018