Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





domingo, 29 de enero de 2017

¡SI, QUIERO!



¿Por qué se enamoran las personas? La respuesta parece obvia. Muchos diremos que el amor expresa una atracción física y personal que dos personas sienten el uno por el otro. Solemos pensar que el enamoramiento es una experiencia que procede de sentimientos humanos universales. Parece natural que una pareja enamorada desee realizarse personal y sexualmente a través de su relación, y quizá mediante el matrimonio. Sin embargo, enamorarse no es una experiencia que tengan la mayoría de los  habitantes del mundo y, de tenerla, no suele vincularse al matrimonio.
Son muchos los que piensan que el enamorarse de otra persona tiene, de inicio, poca explicación. Estudios hechos por la National Health and Social Life Survey, 2012 dan a conocer los cinco factores más importantes que explican por qué una persona se enamora de otra: Su familiaridad, patrones que se repiten en el sujeto y que hacen que desde el inicio de la relación se tenga confianza en él/ella. La proximidad geográfica, es otro factor importante de relación de pareja pues cuando uno de los dos vive lejos, esa relación tiende a fracturarse. También se incluye el factor de las semejanzas, es decir, compartir cosas en común para una mejor relación: creencias, valores, actitudes. Otro factor es el de la reciprocidad, saber que le gustas a tu pareja, y viceversa, es un factor que da seguridad y autoestima. Por último, la atracción, un aspecto poco estudiado pues como se suele decir “hay para todos los gustos”.
Cuando la pareja se decide a decir el ¡sí, quiero!, debe darse cuenta que ese paso es solo el comienzo de un proceso que puede o no acabar en verdadero amor, y que dependerá en gran medida del conocimiento y el trato que vaya teniendo de la otra persona, conocer sus gustos, preferencias, objetivos etc. Es decir, deberán tener intimidad, un lazo místico de amistad, entrega y comprensión que parece desafiar toda explicación. Ocurre cuando un hombre y una mujer, que son individuos separados y diferentes, se combinan en una sola unidad que la Biblia llama “una carne”. Un proceso, donde se va produciendo la maduración de ese amor inicial para convertirlo en una amor sólido donde se cimiente una relación duradera y de entrega, dando paso en muchas ocasiones a un proyecto de vida en común o de familia.
Transcurrido un cierto tiempo, se pasa de la euforia del comienzo a la tranquilidad de la vida cotidiana, después de varios años de convivencia se produce el cansancio y el deterioro de algunas parejas que no han puesto los medios para evitarlo y esto junto con la rutina puede conducir al final de la relación. Para que esto no ocurra y mantengamos la ilusión y entusiasmo, es preciso cuidar día a día nuestra vida en común, intentando que cada día sea un nuevo día en que nos digamos, lo mucho que nos queremos, lo mucho que deseamos estar junto, lo mucho que nos necesitamos; esos besos y caricias que no deben ni pueden estar ocultos, pues el verdadero amor no puede estar oculto, sino no es verdadero amor. Un nuevo día en que nos volvamos a decir, con mayor fuerza y seguridad: ¡Sí, quiero!, si quiero seguir contigo y espero los momentos del día en que tú y yo mirándonos, sin hablar, transmitimos nuestro amor. No importará la edad, ni la salud, ni la pobreza, ni ninguna otra circunstancia que pueda quebrantar nuestro amor y que pueda dejar en el baúl de los malos recuerdos ese, ¡Sí, quiero!

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 29-01-2017

jueves, 12 de enero de 2017

GRATITUD



Hace pocas fechas estábamos inmersos en las fiestas navideñas y todo lo que en ellas acontecía: obsequios, agasajos, reuniones familiares y de empresa, felicitaciones, etc. Un gran barullo de acontecimientos donde las risas y las despreocupaciones reinaban por doquier. En una de esas reuniones, una señora entregaba un regalo a uno de los presentes, un joven de unos veinte años que lo tomó con una sonrisa esplendida y dándose la vuelta se dirigía a otro lado para abrirlo. En ese momento, la joven que le acompañaba le dijo: supongo que le has agradecido el detalle que ha tenido contigo; el joven la miró con seriedad, y dijo: ¿para qué?
Ese desdén en su contestación me hizo pensar en lo poco agradecidos que somos, y lo mucho que nos cuesta mostrar gratitud por algo recibido. Ese “¿para qué?”, del joven, en respuesta a la pregunta hecha por la joven acompañante, mostraba a las claras que para él, y por desgracia para otros muchos, dar las gracias por aquello recibido, sin ninguna obligación por parte del que lo da, no servía para nada. Ese no servir para nada, o nada va a cambiar por ser agradecido, es en psicología una indiferencia aprendida, un comportamiento pasivo, con la sensación subjetiva, de que no vale la pena responder a pesar de las posibilidades reales de que tu acción haga cambiar situaciones aversivas. La capacidad de experimentar el agradecimiento, es una parte de nuestro carácter que siempre puede mejorarse si lo practicas (Martin Seligman).
El ser agradecido es una asignatura pendiente que debemos recuperar cuanto antes. Es una actitud y un hábito de vida que enriquece al ser humano, es el sentirse bien sin que haya sucedido nada extraordinario. Debemos encontrar, en las vivencias de cada día, motivos de agradecimiento y bienestar por lo que recibimos pues, al hacerlo, observaremos un cambio de perspectiva que puede desembocar en un gran cambio de consciencia.  Ser agradecido es tener la capacidad de apreciar todo lo que tenemos, ya sea tangible o intangible. San Josemaría, siempre decía que hay que dar gracias a Dios por todo, también por los beneficios desconocidos, los que el Señor le hubiera hecho y no alcanzase a ver.
¡Cuántos beneficios desconocidos obtenemos cada día!, sin embargo, no le dedicamos unos minutos a ser conscientes de tanta gratitud perdida.  Uno de los hábitos comunes de las personas felices es el de empezar el día dando gracias por pequeñas cosas para generar una actitud dichosa para el resto de la jornada. Arthur Ward, decía: sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no entregarlo. ¡Cuántos regalos hemos dejado sin dar! El agradecimiento no debe de ser un acto de cortesía, pues si así lo hacemos será solo una palabra que se dice y luego se olvida. El agradecimiento nos hace felices y funciona como una vacuna; hace que no te contagies con un espíritu malhumorado. Es la antitoxina que contrarresta los efectos venenosos de la ingratitud.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 12-01-2017

lunes, 26 de diciembre de 2016

LOS DEBERES: AMENAZA O FORTALEZA



¿Las tareas diarias que realizan los niños al salir del colegio son excesivas? Este es un tema que lleva años debatiéndose y tiene enfrentados a padres y centros escolares desde hace tiempo. La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), critica que en los últimos años se haya incrementado el tiempo que los menores han de dedicar en casa a realizar las tareas escolares. Por otra, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos (CONCAPA), considera que no se puede alentar a las familias a no respetar y cumplir las normas educativas, entre las que se encuentran los deberes.
¿Es cierto que en España los deberes extraescolares son negativos para los niños? Para poder dar una respuesta racional veamos, en términos generales, lo que hacen en otros países. En Finlandia (líder europeo en educación), los niños dedican, como mucho, 30 minutos diarios a los deberes. En España llegan a estar hasta tres horas. España, junto a Rusia y Alemania, sigue la tradición enciclopédica donde al exceso de lecciones discursivas y una gran carga de horas lectivas hay que sumar las tareas de propina en el hogar. Total, para cosechar unos resultados muy mediocres. En el modelo anglosajón, con clases mucho más ligeras y mayor autonomía de los estudiantes a la hora de elegir su itinerario académico, apenas ha calado la controversia, pero los gobiernos suelen recomendar que no falten los deberes. Aunque sus resultados tampoco son para tirar cohetes, ni Gran Bretaña ni Estados Unidos pueden presumir de las calificaciones de sus adolescentes según el informe PISA, aunque luego sus universidades marcan la diferencia.
Los modelos más exitosos son el escandinavo y el del sudeste asiático. El primero apenas da importancia a los deberes (aunque los hay), el segundo es tan competitivo que los alumnos necesitan apoyarse con academias privadas para hacer frente a los trabajos extraescolares que exigen, convirtiéndose en una doble jornada agotadora para los estudiantes. Ambos modelos muy distintos, en cuanto a la exigencia y tipo de deberes, pero con unos resultados extraordinarios. Esta situación nos debería plantear un cambio de pregunta, ya no, si se deben o no poner deberes para casa, sino, sí  pueden ser los deberes por exceso o por defecto un factor determinante.
La lista de argumentos a favor de la reducción drástica de los deberes no ha dejado de crecer en los últimos años. El ejemplo de países como Finlandia, Japón, Dinamarca o la República Checa, donde los maestros suelen asignar pocos deberes a sus alumnos, ha espoleado esta reclamación. Sin embargo, los deberes no deben ser vistos como los responsables de los males infantiles, posiblemente se debería considerar la cantidad o el exceso de esos trabajos para casa, pero no su drástica eliminación.
Todos los excesos son malos, pero dosificar adecuadamente los deberes según la edad permitirá al niño crear hábitos de trabajo que promuevan su autonomía y conecten el contexto escolar con la vida en familia. Actividades intelectuales como la lectura, la creación artística, los comentarios a textos…todo ello, según Tomás Andrés Tripero (profesor de Psicología del Desarrollo U.C.), favorecerá la concentración, fundamental para el desarrollo neurológico y cerebral. Una carga desmesurada, es contraproducente pues el niño puede verse abrumado y desbordado. De esa manera, el estudio se convierte en algo terrible y desconcertante, en vez de en una aventura de descubrimiento y placer.
Los deberes deben ser tareas atractivas vinculadas a la realidad del mundo, que ayuden a los niños a reafirmar el aprendizaje que no se haya consolidado en horario escolar o profundizar y ampliar lo que se haya aprendido. Unas tareas inútiles, pesadas y faltas de coherencia son interpretadas como un castigo y no como un aprendizaje. Hay que tener en cuenta que los deberes también sirven para que los padres se enteren de lo que hacen sus hijos, estableciendo con ellos una relación de colaboración y complicidad. Los niños, a su vez, ven que a sus padres les preocupa lo que hacen en la escuela y que se implican en sus problemas. Es así como una amenaza (los deberes),  puede convertirse en una fortaleza en las relaciones familiares.


José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @japuigcamps
Publicado 26-12-2016