Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





lunes, 6 de diciembre de 2021

EXTERMINIO DE LO SAGRADO

 

Los conceptos sagrado (aquello que inspira veneración y respeto) y profano (lo irrespetuoso o irreverente con las cosas sagradas), son adjetivos que califican una forma de proceder en la vida. Lo sagrado lo consideramos defendido por prohibiciones que forman parte del orden social, consolidan los valores éticos de la colectividad y consideramos inviolables. Lo sagrado ha sido considerado por sociólogos, filósofos y teólogos como una característica de lo religioso. Así, Emile Durkheim en su obra “Les formes élémentaires de la vie religieuse” lo considera un rasgo distintivo del pensamiento religioso. Roger Caillois en “El hombre y lo sagrado”, señala firmemente que toda religión es una confrontación entre lo sagrado y lo profano. Para Henri Hubert,  la religión es la administración de lo sagrado. Por su parte, San Agustín en “La ciudad de Dios” se refirió como profano a los que vivían fuera de la Iglesia (o templo) y los fieles los que vivían dentro, como un anticipo de aquella otra eterna ciudad en que habitan los bienaventurados.

El concepto de profano deriva de una noción latina que puede traducirse como “delante del templo”. Lo profano, por lo tanto, es aquello que no está dentro del templo: es decir, que no forma parte de lo sagrado o de lo religioso. Cuando lo profano, como lo  irrespetuoso o irreverente con lo sagrado, está dotado de un dinamismo para alzarse contra lo sacro con la intención clara de hacer daño se transforma en profanación. Es el uso insensato, insolente o agravio de cosas, objetos, edificios/instituciones o, incluso personas a las cuales se considera como sagradas, importantes o dignas de respeto. Es lo que está sucediendo en nuestra sociedad, el olvido de aquello que es sagrado y el intento malévolo de destruir lo que es considerado digno de veneración u objeto de culto. Es la crisis del mundo actual y la pérdida del sentido de lo sagrado. El exterminio o desaparición de lo divino. Es cuando el dedo apunta a lo divino, a lo eterno y solo miramos el dedo.

Se alcanza este extremo cuando la persona pierde la capacidad de interrogarse sobre lo que constituye el mayor bien para sí y su comunidad. Cuando se incapacita para responder a las preguntas fundamentales, contenidas en los preceptos filosóficos y religiosos. Cuando se debilita toda referencia religiosa. En Occidente el proceso de secularización ha tendido a reducir la fe religiosa al ámbito de lo privado. El pensamiento secularista, que lo reduce todo a una dimensión intraterrena, ha negado la trascendencia, debilitando el sentido de pecado y de responsabilidad personal y social en los actos. También ha reforzado el relativismo, diluyendo la idea de que existen normas morales objetivas, válidas para todos. Así pues, parecen ser los peores tiempos para el efímero siglo XXI, donde como decía el teólogo católico William Cavanaugh la modernidad ha producido una “migración de lo sagrado”.

José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)

Presidente Grupo de Estudios de Actualidad Valencia (AGEA)

Publicado 06-12-2021

lunes, 22 de noviembre de 2021

LA ASTUCIA

 

El astuto o “el que va de listo”, es un perfil de persona especialmente hábil para engañar a otros o evitar que la engañen, y capaz de lograr su objetivo por medio de una maquinación, treta o ardid. Ser astuto no implica inteligencia ni sabiduría necesariamente, tan solo es una hábil manera de beneficiarse o de conseguir una meta a costa del engaño del prójimo, algo similar a la relación que en ocasiones se da en el mundo animal entre un parásito y un anfitrión. Es una habilidad innata y se desarrolla a lo largo de la vida. La perspicacia, la capacidad para poder ver los detalles que para otros no son importantes, al igual que la sagacidad, con la que se pueden entender con facilidad problemas, intensifican a la astucia, haciéndola más eficaz. En resumen el astuto es un tipo de persona centrada sobre todo en metas a corto plazo, es especialmente hábil para engañar y no suele crear nada, simplemente maneja y manipula la realidad en la que vive para su propio beneficio.

Sin embargo, ser astuto no siempre es negativo, si bien hay personas astutas que se aprovechan de sus habilidades para engañar y estafar a otras personas, también hay personas astutas que aprovechan sus habilidades positivamente para lograr sus metas y progresar en la vida sin aprovecharse de otros. La astucia fue referida por Jesucristo en la parábola del administrador astuto (Lc 16, 1-13), donde nos hace ver que “los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz”. Está poniéndonos en evidencia la necesidad de que las personas que viven en actitud de servicio desinteresado a los demás (“hijos de la luz”) sean también astutos. Una astucia que defienda nuestras posturas, creencias, virtudes y valores, sin permitir fraude alguno. Que nos lleve a postular nuestras ideas o principios, con la motivación necesaria y suficiente para que sepamos actuar ante los “hijos de este mundo”. Pero con la diferencia de hacerlo con sagacidad e inteligencia capaz de crear soluciones a los problemas de forma eficiente, práctica y sin necesidad de recurrir al engaño.

Lo malo es cuando la sociedad no valora en profundidad el engaño sufrido y solo lo considera como algo intrascendente, vulgar o de poca importancia. Es la banalidad del mal. Una frase de Hannah Arendt que reflexiona sobre la complejidad de la condición humana, al acatar esas acciones fraudulentas, y alerta de que es necesario estar siempre atento y evitar que ocurran. Cuando una sociedad acepta lo inaceptable, las ideologías pierden todo pudor. Y así lo que hasta hace pocos años no podía ser dicho o hecho por alguien, sin el riesgo de perder el respeto de todo el mundo y su propia dignidad, hoy puede ser expresado con toda crudeza por algunas autoridades políticas y permanecer impune. La astucia embustera amortaja el genio y la visión de la realidad en el ciudadano de buena fe. Es de imperiosa necesidad despertar ante tanta inmundicia y ser más sagaz que el taimado embustero.

 

José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)

Presidente Grupo de Estudios de Actualidad Valencia (AGEA)

Publicado 22-11-2021

viernes, 5 de noviembre de 2021

LA BONDAD

 

Una idea absoluta, sin tener que adherirse a ningún credo, es que la vida tiene un sentido, que es común a todos, y ese sentido común es aprender. Uno aprende incluso aunque no quiera. Otra realidad absoluta es que la bondad existe. Si uno no la siente, puede comenzar por razonar sobre su existencia: si acepta que existe la maldad, debe por lógica aceptar la existencia de la bondad, en el otro extremo. La bondad es la inclinación a hacer el bien,  e  implica  afecto  hacia  el  prójimo,  respeto, tolerancia y comprensión. Iniciar a los niños en las conductas bondadosas desde una temprana edad es uno de las tareas más importantes de la educación para la paz, la educación moral, y la educación en su sentido más general. El niño aprende a ser bondadoso en  primer  lugar  por  el  modelo  que  le  ofrece  el  adulto. Un modelo que debe llevarles a comprender que es mejor ayudar, comprender y cooperar, en lugar de agredir,  arrebatar  o  maltratar.

Leer la vida de los santos te hace entrar en un mundo de paz y alegría, de finales felices que mitigaban del entorno agresivo y deshumanizado que siempre rodea al ser humano y contrarresta la tentación de la desesperanza. Resulta una lectura amena al comprobar que un santo eran hombres y mujeres como nosotros cuya entrega al Señor fue ejemplar. Su rasgo definitivo, en el quehacer diario, es su bondad y puesta a disposición del prójimo. Son vidas ejemplares. Modelos a imitar. Como el de San Martín de Porres, cuya festividad en el santoral católico se conmemora cada 3 de Noviembre (fecha de su muerte en 1639). Fue un fraile nacido en el Virreinato del Perú de la orden de los dominicos, que se convirtió en el primer santo mulato de América por lo milagros que le fueron atribuidos y la manera cómo profesó su fe. De todas las virtudes que tenía, sobresalía la generosidad, ya que siempre ponía a los demás por delante de sus propias necesidades. Fue canonizado por el papa Juan XXIII el 6 de mayo de 1962, nombrándolo “Santo Patrono de la Justicia Social”.

Podemos utilizar el adjetivo bueno a muchos aspectos de la vida. Para la ética, como bueno es considerado aquello que es moralmente correcto, apropiado o justo en los actos, las acciones o las decisiones de una persona. Lo bueno, en este sentido, es lo deseable u oportuno, bien sea para el individuo, para una causa en concreto, o para la sociedad en general. A Martín de Porres le pregunta Fray Barragán (portero del Convento) si era difícil ser santo y Martin le respondió que no era difícil, que lo difícil era ser bueno, pues si eras bueno hay una distancia muy corta para ser santo. Si la vida es difícil ya de por sí, a los buenos se les complica todavía más. Les cuesta adaptarse a la maldad que está desparramada en todos los ámbitos. Tomar el camino de la bondad es complicado porque te tiran con más piedras que en el otro. Pero a veces Dios causa en nosotros una extraña locura llamada santidad. Verdaderamente es alta la meta, pero no inasequible. El Papa Francisco, en el Congreso Internacional “Mujer Excepcional” dedicado a Santa Teresa de Ávila, nos anima a ello diciendo: la bondad de Dios “es mayor que todos los males que podamos hacer, y no se acuerda de nuestra ingratitud”.

José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)

Presidente Grupo de Estudios de Actualidad Valencia (AGEA)

Publicado 05-11-2021