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"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





viernes, 17 de octubre de 2014

SUPERPOBLACIÓN: MITO o REALIDAD ( I )



Thomas Robert MALTHUS (1766-1834), clérigo anglicano y uno de los primeros demógrafos con gran influencia en la economía política, en su “Ensayo sobre el principio de la población”, exponía una serie de propuesta  para evitar el crecimiento geométrico de la población frente al crecimiento aritmético de los alimentos. Para él la superpoblación era la causa de la pobreza y de la miseria humana. Sin embargo no fue capaz, en sus tres ediciones de su ensayo, justificar sus propuestas.

Malthus se hizo muy influyente y controvertido, en el pensamiento económico, político, social y científico. Su influencia se puso de manifiesto en los biólogos evolucionistas, en particular en Charles DARWIN y Alfred R. WALLACE, para quienes el malthusianismo era una especie de trampolín intelectual a la idea de selección natural y a la teoría de la evolución.

Malthus sigue siendo un escritor de gran importancia y controversia, su teoría es un tema recurrente en las ciencias sociales. Autores como el economista británico John M. KEYNES o  el entomólogo estadounidense Paul R. EHRLICH, han acudido a el para establecer sus teorías sobre la inestabilidad económica en Europa a causa de la presión demográfica, en el primero, y sobre la necesidad de investigación y desarrollo de los métodos anticonceptivos, en el segundo.

Las postulaciones malthusianas y neomalthusiana tuvieron una respuesta en los análisis de Marx y en los trabajos posteriores de las ciencias sociales que utilizan igual metodología. Ya en 1845 se encuentran en su trabajo, la "Ideología Alemana", las primeras referencias al papel de la población en el proceso histórico, del cual la considera uno de los factores condicionantes.

Pero a pesar de la importancia que le asigna a la población, a diferencia de Malthus, Marx sostiene que no puede existir una ley demográfica universal sino que a cada forma de producción le corresponde una ley de población particular; dedicó, sin embargo, especial atención al problema bajo la forma de producción capitalista, investigando el concepto del "ejército de reserva del trabajo", "superpoblación relativa" o "población excedente relativa".

Estas ideas de la superpoblación marxianas y malthusianas, han sido actualmente puesta en evidencia por varios científicos y profesionales en materia demográfica. Así, la economista Jacqueline R. KASUN, autora de “La Guerra contra la población; la economía y la ideología del Control de la Población Mundial”, y el controvertido Michael FUMENTO con su artículo “The Myth of too many” (El mito de que somos demasiados), echan por tierra el concepto de sobrepoblación, introducido en 1968 por Paul EHRLICH en su libro “The Population Bomb”, al desenmascarar los mitos de la sobrepoblación.

Los mitos más utilizados, por el lobby de control de población, están relacionados con las de un mundo superpoblado, el calentamiento global, la desaparición de los bosques, la amenaza de alimentos o las guerras, entre otros. Pero estos mitos, uno tras otros, son desmontados en un fantástico informe de la Dra. KASUN, donde menciona “los 10 grandes mitos sobre una de las grandes mentiras a la humanidad: la superpoblación”.

Así mismo, el periodista M. FUMENTO en su artículo “El mito de que somos demasiados” indica que el slogan “Demasiada gente, demasiada poca comida”, es lo que el lobby de control de la natalidad dice cuando se les presiona por el aborto.

Que no se nos mienta. El problema está causado por una injusta y equitativa distribución de los recursos, por vivir en una sociedad extremadamente consumista y por qué tenemos una actitud depredadora ante los recursos de la tierra. Pero no existen problemásde falta de comida (ver informes de la FAO), ni de falta de recursos o falta de espacio, como nos han querido vender las tesis oficiales. El problema tampoco es por las tasas de natalidad (que cada vez son más bajas).   
La tesis oficial, de “acusar a la víctima”, consiste básicamente en hacernos creer que la razón principal del rápido empeoramiento actual de las crisis en la salud, la malnutrición, el subdesarrollo, la ecología y el medio ambiente es que hay demasiada gente en el planeta. Pero la realidad es otra muy distinta: la del lucro de corporaciones empresariales a favor del control descarado de natalidad, púdicamente llamado “planificación familiar”.


José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia


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martes, 30 de septiembre de 2014

LA OBEDIENCIA QUE LIBERA y LA LIBERTAD QUE ESCLAVIZA



A lo largo de la historia la palabra libertad ha llenado la boca de políticos y patriotas de pacotilla que la han utilizado más para esclavizar a los hombres que para otorgarles el bien sagrado de ser libres. Si ser libre es  poder elegir lo que uno quiere sin coacción externa e interna (vamos, hacer lo que le de la gana), resulta imposible serlo en una sociedad civilizada.
Entonces, si resulta imposible ser libres, ¿somos esclavos? En la vida no podemos movernos entre la dualidad de libres o esclavos, sino entre libres y responsables. El diccionario de la lengua nos da varias acepciones para el concepto de libertad y, para un mejor entendimiento de lo que quiero decir, tomo la siguiente: la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad.  
En esta decisión, de nuestra conciencia, interviene la responsabilidad, como valor que está en la conciencia de cada persona permitiéndole reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral.
La desgracia que atormenta a muchas personas, que se consideran libres para hacer lo que desean, es que no se explican la necesidad que tienen de darse a alguien, de amarle o de perdonarle, pues todo ello lo esclaviza. Pero esa esclavitud es precisamente la que les libera, como ser humano, y lo mantiene en el único camino para ser feliz.
Nadie que vive en libertad puede hacer lo que quiera y, a su vez, no responder ante los demás del uso de esa libertad. Toda libertad implica una clara opción, la de elegir lo que está bien o lo que está mal, quién no es capaz de distinguirlas tiene una grave patología humana.
Esa capacidad de elegir entre el bien y el mal, San Agustín la define como libre albedrio, pero, no debemos confundir el libre albedrío con la libertad. La libertad permite el buen uso del libre albedrío, mientras que éste, como decía Lenin, no significa otra cosa que la facultad de tomar una resolución con conocimiento de causa. El libre albedrío requiere ausencia de coacción externa, la libertad requiere ausencia de coacción interna.
Ese conocimiento de causa, ese actuar sin coacción externa o interna, esa responsabilidad en nuestras acciones, es lo que nos hace verdaderamente libres. Libres para hablar, para actuar, para amar, para obedecer y para perdonar. Somos, en definitiva, seres racionales esclavos de nuestras decisiones y con capacidad para reconocer nuestras equivocaciones y, lo más importante, corregirlas.
Debemos ser conscientes de que la responsabilidad va unida, muchas veces, a la subordinación de nuestra voluntad (como acto) a una autoridad, acatando el cumplimiento de una demanda o la abstención de algo que prohíbe. Ello nos hace ciudadanos, es decir parte de una estructura social y política, con derechos y con obligaciones, pero no súbditos o esclavos.
La figura de la autoridad que merece obediencia puede ser, ante todo, una persona o una comunidad, pero también una idea convincente, una doctrina o una ideología y, en grado sumo, la propia conciencia y además, para los creyentes, Dios.
Los hombres y las mujeres reciben el albedrío como un don de Dios, pero la libertad y, a su vez, la felicidad eterna proviene de la obediencia a Sus leyes. De ahí que digamos que hay una obediencia que libera y una libertad que esclaviza.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia
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Publicado: 30-septiembre-2014

miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN



No voy a hablar de una de las últimas obras de D. Benito Pérez Galdós con el mismo titulo de este artículo (perdón por la inmodestia). Lo que quiero hacer, o por lo menos intentar, es manifestar la mala utilización que se hace habitualmente en coloquios, tertulias y demás, de la palabra “razón”.
Por ejemplo, la celebre frase del Barón de Montesquieu “A la mayoría de las gentes prefiero darles la razón en seguida que escucharlas” utiliza el modismo “dar la razón” en el sentido de "Concederle lo que dice, confesarle que obra racionalmente". Otra celebre cita de Platón es “La razón y el valor siempre se impondrán a la traición y a la ingratitud”, aquí, sin embargo se utiliza “la razón” como la facultad o acto de discurrir.
La escritora Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinóvievna Rosenbaum, filósofa y escritora estadounidense de origen ruso. Ha sido ampliamente conocida por su obra “El Manantial”, un bestseller que fue llevada a la pantalla grande en 1949 dirigida por King Vidor y protagonizada por el legendario Gary Cooper.
La escritora defendía el egoísmo racional (la tesis de que la búsqueda del propio interés es siempre racional), el individualismo (punto de vista social que enfatiza "la dignidad moral del individuo"), y el capitalismo puro (o laissez faire: dejar hacer), argumentando que es el único sistema económico que le permite al ser humano vivir como ser humano, es decir, haciendo uso de su facultad de razonar. En consecuencia, rechazaba absolutamente el socialismo, el altruismo y la religión.
Esa forma de pensar, razonar o discurrir la llevó a decir que “No puede entrar en razón quién piensa de forma automática”. Frase que ha sido y es muy utilizada en coloquios, charlas, tertulias, etc., con la finalidad de espetar al oponente que lo que dice no es razonable, que va con ideas preconcebidas sin intencionalidad alguna de escuchar y, por lo tanto, aceptar lo que el otro le dice. Podríamos decir que es un aforismo en el arte de la conversación.
Es curioso que la frase, tomada en ese contexto tertuliano, no corresponda a la realidad que quería manifestar la filósofa Ayn Rand. Si conocemos su biografía o leemos sus obras, observamos que ella era una defensora del egoísmo racional, el individualismo o el capitalismo puro. Ella defendía el individualismo a ultranza considerando que no se debe sacrificar uno por nadie. Ella defendía el ateísmo como única postura racional ante el concepto de Dios. Ella reinterpretó y legitimó la desigualdad de oportunidades por no ser dependiente de la cuantía del dinero sino de su uso productivo en el mercado, idea que desarrolló junto a Alan Greenspan en “Capitalism: the unknown ideal”.
A la vista de estas y otras manifestaciones de Rand, ¿Cómo puede imperar la razón cuando se defiende la sinrazón del egoísmo? ¿Cómo se puede hablar de razón cuando está defendiendo (y este es uno de sus principios) que cada individuo tiene derecho a existir sin sacrificarse por los demás? ¿Cómo, en definitiva, podemos aceptar la razón como base para legitimar la desigualdad de oportunidades?
No pretendo, ni mucho menos, descalificar a ésta magnifica escritora con bestsellers tan importantes como, la anteriormente referida, “El Manantial”, o “La rebelión de Atlas”, considerada por todos como la obra de ficción más completa y poderosa de Rand donde relata la decadencia de los EE.UU. como consecuencia del excesivo intervencionismo.
Tampoco pretendo criticarla, Dios me libre de ello. Tan solo he querido poner de manifiesto que, muchas veces, las frases de celebres personajes no pueden utilizarse sin la “mayor razón” de saber lo que se está diciendo. O como decía don Quijote de la Mancha “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace…”, frase que Cervantes utilizó para ridiculizar a los incautos que, como don Quijote, suelen quedarse prendidos en el artificio y los alambicamientos expresivos hasta perder el contacto natural con la realidad.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia
twiter: @JapuigJose
Publicado: 15-septiembre-2014