Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





sábado, 26 de julio de 2014

ENCARCELANDO AL DIOS DEL AMOR



La cultura de hoy se confunde con las páginas de opinión de cualquier periódico “progre” que, ocultando la verdad, se desliza por un plano inclinado hacia el abismo del descrédito, la denigración y el desprestigio. No nos interesa la verdad, sino solo aquello que podemos experimentar, lo que  podemos tener en nuestras manos. Así, nos vamos convirtiendo en seres humanos que, instrumentalizando la realidad, vamos contaminando todo aquello que tocamos.
Esas realidades culturales han ido ocultando todo aquello que nos hacía más humanos, más comprometidos con los demás, más empáticos. Así, despojándonos de todo lo que nos acerca más a la espiritualidad del hombre, nos hace más dependientes de ellas y facilita el dominio sobre toda la humanidad.
Con ese dominio intentan hacernos creer que Dios no existe, que la familia es anacrónica, que el amor debe ser libre y caprichoso, que los hijos son un estorbo que merma la libertad y que la religión es un lastre que debemos eliminar de nuestras vidas (critican el anacronismo y nos siguen recordando a K. Marx con su frase “la religión es el opio del los pueblos”).
Es claro que la situación religiosa no es homogénea. En grandes zonas del mundo nos encontramos con sociedades compuestas por mayorías creyentes y donde la presencia de la religión sigue siendo muy visible. Los estudios de sociología de la religión constatan transformaciones religiosas y aparición de nuevas formas de religiosidad en las sociedades europeas desarrolladas, que contribuyen a la irrupción del pluralismo religioso.
Sin embargo, no nos podemos engañar: el encuentro de nuestros contemporáneos españoles y europeos con el Dios cristiano encuentra hoy enormes dificultades. Es ahí donde debe radicar el estudio de las razones que llevan a esta situación que, aunque muy diversas y explicadas, deben ser retomadas.
La entronización o exaltación radical del sujeto en la cultura moderna, así como la fe en el carácter omnipotente de la razón han amenazado el acceso al Misterio de Dios. El proceso ilustrado entre los siglos XV y XVI que pretendía reafirmar y clarificar la idea de Dios, terminó declarando su ruptura. En su primera etapa mostraba un Dios encargado de resolver nuestros vacios y su presencia se reducía a la función de garantizar aquello que hombres y mujeres no podían asegurar de otra manera. Era el “Dios tapa agujeros” (Dietrich Bonhoeffer).
La idea de un Dios transcendente, libre y soberano respecto a los hombres y mujeres, se difumina poco a poco. Su lugar lo ocupa el Dios del deísmo, donde perdida su verdadera transcendencia, Dios termina por convertirse en una idea humana sin realidad propia y que desemboca al final en el ateísmo. La cultura moderna no quiere, o no sabe, buscar a Dios y se empecina en amoldarlo desde los apriorismos de la racionalidad humana, encarcelándolo en un férreo sistema intelectual totalitario, que no le permite ser el Dios del Amor. 

José Antonio Puig Camps (Doctor Ingeniero y Sociólogo) AGEA

martes, 17 de junio de 2014

UNA LECCIÓN DE CIVISMO



Vivimos en una sociedad donde las cosas que pasan a nuestro alrededor carecen ya de importancia, pues las tomamos como normales. Son muchos los inputs que diariamente se estrellan en nuestros sentidos: empujones, atropellos, insultos, menosprecios, ultrajes y un largo etc., de acciones incívicas que actúan en cada uno de nosotros perjudicando nuestro modo de ser y actuar.
Perjudican porqué pensamos que no hay solución. Porqué no vemos que nadie salga a dar solución a estos problemas. Porqué no confiamos ni en la policía, ni en los jueces, ni en los políticos, ni…en nosotros mismos. Así las cosas nos hacemos insociables, huraños, introvertidos y aislados del mundo y de las personas que nos rodean. Todo es maldad, y es así como lo solemos ver.
Al penetrar en las personas este sentimiento, la convivencia se hace mas incomoda e incluso insoportable. Pero lo malo de esto es que podemos, sin darnos cuenta, convertirnos en todo aquello que despreciamos, odiamos o criticamos. Nos falta pensar en positivo, nos falta confiar mas en la gente y darnos cuenta de que “la gente” también eres tu.
Parafraseando a J. F. Kennedy, diría que no pienses en lo que los demás deben hacer por ti, sino en lo que tu puedes hacer por los demás. Si fuéramos capaces de conseguirlo, las cosas serian de otra manera. Si fuéramos capaces de comportarnos como ciudadanos que respetamos esas pautas mínimas de comportamiento social, nuestra sociedad sería mucho mas habitable y agradable.
Hoy he sido testigo de un hecho perpetrado por una persona que lleva en su corazón ese “…lo que tu puedes hacer por los demás” sin pensar tanto en ti mismo. Ha sido un acto que me ha devuelto la confianza en el ser humano, en el civismo, en el respeto y en que aun podemos curarnos de la mímesis social que lleva a la sinrazón y, en definitiva, a la mala educación.
Un hombre de unos cincuenta años, invidente, con vestimenta propia de no sobrarle el dinero, y con su perro labrador que le permitía moverse por la calles con cierta seguridad, me ha enseñado lo que muchos libros, conferencias y consejos no han sido capaces de hacer. Me ha enseñado lo que es el civismo y el respeto a los demás.
El animalito del invidente había parado en medio de la acera para evacuar sus excrementos. El señor esperó un rato y cuando el perro había terminado, cogió de su bolsillo una bolsita de plástico y tanteando la acera fue recogiendo todos los excrementos. Terminada la operación cogió una toallita de bebe y le limpio el culito al perro.
Para asegurarse de que no había dejado nada por recoger, volvió a agacharse y alargando su brazo palpó alrededor del perro para cerciorarse de que todo estaba limpio. Terminada la operación lo metió todo en la bolsa de plástico, buscó una papelera que había en la esquina depositó su bolsita y continuo su viaje con su fiel amigo canino.
Esto es civismo, esto es educación, esto es respeto a la sociedad y a ti mismo. Es una demostración de que no hay escusa posible, aunque seas ciego, para enguarrar los lugares donde otros ciudadanos también desean pasear.

José Antonio Puig Camps (Doctor Ingeniero y Sociólogo) AGEA Valencia.

sábado, 7 de junio de 2014

EL DRAMA DE LA POBREZA



La preocupación por la pobreza, tan extendida a lo largo de la historia, no ha tenido una correspondencia real en  la agenda de la acción política, ni tan siquiera en la sociedad. Los estudios sobre la pobreza generalmente describen las características y patrones de este fenómeno, pero no se preocupan por explicar sus causas.
Encontrar un conjunto de características que causan y expliquen el fenómeno de la pobreza son solo técnicas econométricas que, aun siendo importantes, tan solo muestran un lado del fenómeno: sus causas, pero no el origen de esas causas. Presentan un dato cuantitativo del problemas pero no un diagnostico.
Mediante el diagnóstico se estarán definiendo determinados acontecimientos económicos, políticos, éticos y sociales, que son problemáticos y susceptibles de cambio, como la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera. Pero también será necesario establecer el pronóstico, es decir, las propuestas para corregir esa situación problemática, especificándose que debería hacerse y quién tendría que hacerlo. Incluyendo, por tanto, objetivos específicos, tácticas y estrategias a seguir.
La política o la economía han mostrado su fracaso absoluto en corregir los problemas de la pobreza elevándolo a drama. Las diferencias sociales son cada vez mayores, la brecha entre ricos y pobres se está haciendo cada vez mas difícil de estrechar. La economía del desarrollo más pro-occidental, que consideraba que los países capitalistas eran la solución para que el desarrollo mundial avanzase ha fracasado, como también lo han hecho los teóricos más antioccidentales o anticapitalistas.
El nuevo orden económico internacional surgido tras la crisis de los años setenta, a pesar del extraordinario crecimiento mundial de la economía en las últimas décadas, ha dado su veredicto: casi 2000 millones de personas viven actualmente en la pobreza mas absoluta, la desigualdad sigue creciendo entre países y también dentro de cada nación, y el hambre es una lacra sin erradicar, que afecta a casi 1000 millones de personas.
Propongo una resolución radical de la pobreza atacando sus causas estructurales a través de un diagnóstico y un pronóstico que consiga la formación y movilización del consenso, es decir, la convergencia de significados en las redes sociales y subculturas y el intento deliberado de sacar a la luz el drama de la pobreza, así como una mejor actuación sobre ella. No podemos ni debemos aceptar la injusticia, la perversidad y la inmoralidad de la pobreza, que son la raíz de todos los males, si queremos resolver una parte importante de los problemas que azotan al mundo.

José Antonio Puig Camps, doctor ingeniero y sociólogo (vicepresidente de AGEA-Valencia)