¿Por
qué se enamoran las personas? La respuesta parece obvia pero desde luego no lo
es. Podremos decir que el amor expresa una atracción física y personal que dos
personas sienten el uno por el otro. También que el enamoramiento es
consecuencia de aquellas personas con quienes son parecidos a ellos, desde
edades parecidas, valores compartidos e incluso la autopercepción de la belleza.
Más veces de las que nos gustaría admitir, nos enamoramos de alguien que se
parece a alguno de nuestros padres. Desde luego hay muchas cosas que no
entendemos sobre el amor y hay mucho que es peculiar a las personas
individuales y a cada pareja. Desde normas culturales hasta cuestiones
históricas, la investigación científica sobre el amor no es sencilla. Sin
embargo, resulta que hay una gran cantidad de ciencia acerca de por qué la
gente se enamora que es a la vez extraña y bastante increíble.
Sí,
he dicho bien, ciencia, y sino que se lo pregunten a Hannah Fry que se doctoró en
mecánica de fluidos y más tarde se puso a investigar patrones de comportamiento
humanos en la University College London. Lo que nos puede parecer campos muy
alejados, tienen algo en común: las matemáticas. En su opinión, las matemáticas
están presentes en todas las facetas de nuestra vida y ha escrito un libro para
demostrarlo: The Mathematics of Love.
En el indica que las matemáticas son, en última instancia, el estudio de los
patrones. Y el amor –como casi todo lo que pasa en la vida– está lleno de patrones:
desde el número de amantes que tenemos hasta cómo elegimos a quién escribir en
un sitio de citas de Internet. En 2010 el matemático Peter Backus trató de
averiguar cuántas mujeres podrían tener una cita con él. Para ello estableció
una serie de patrones de selección: edad, estado civil, características
físicas, estado civil, etc., que le llevaron a descubrir que había 26 mujeres en el mundo con las que
podría tener una cita. Evidentemente si no hubiera sido tan exigente podría
elegir a muchas más mujeres.
Calcular
el número de posibles parejas que cada persona puede encontrar, matemáticamente
hablando, es un juego que sirve para poco y depende por completo de las
chorradas que quieras poner como criba de selección. La mayoría pensamos que la
mejor manera de enamorarse de alguien es llegar a conocerlo. Un investigador
mostró esto haciendo que pares de extraños preguntan unos a otros sólo 36
preguntas en 45 minutos. Los resultados demostraron exactamente cómo la gente
puede construir intimidad con casi todo el mundo en tanto y en cuanto lo
intenten. La forma de conocer a alguien ha ido evolucionando en los últimos
años. Ahora ya no se trata de acudir a un guateque, a la discoteca, al pub de
turno o a las fiestas de facultad, para encontrar pareja, sino tener disposición
para ello. Desde luego, internet ha facilitado mucho las cosas a través de
plataformas de citas rápidas o speed dating, de redes sociales... Los métodos
para conocer a nuestra media naranja han evolucionado en los últimos tiempos a
velocidad de vértigo, hasta el punto de lograr formas muy creativas. Sin
embargo, no todos están predispuestos a enamorarse, más bien tienen verdadero
pavor a hacerlo. Esto se conoce como la filofobia, una alteración del estado de
ánimo que dificulta que una persona se enamore o se comprometa emocionalmente
con otra.
Desear
y amar a alguien no es la misma cosa. Aunque cuando amamos a alguien, sobre
todo en los primeros años, también le deseamos, desear a alguien no implica
amarle. Yo puedo desear o querer el móvil de mayor tecnología, y cuando
aparezca otro de mejores características, desecharlo. Pero no puedo pretender
lo mismo con la persona que amo, porque si mi corazón siente amor incondicional
por alguien, no puedo pretender dejarlo por alguien más joven, de mejor estado
físico o que se exprese mejor. Por el contrario, busco siempre la oportunidad
para que esa persona pueda progresar, y si tiene mal estado físico pueda
mejorarlo; si se ha ido envejeciendo, me alegro, porque lo ha hecho a mi lado.
Y si no se expresa bien, le enseño, nunca lo critico, porque yo lo único que
deseo es que sea feliz y, lo que es peor, deseo que su felicidad sea conmigo o
sin mí. Es la preeminencia del amor que el apóstol San Pablo nos enseña en su
primera carta a los Corintios (1 Co 13): El amor es sufrido, es benigno; el
amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. El amor todo
lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca pasará.
Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el
saber más elevado. Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado
desaparecerá, pero el amor perdurará.
José Antonio
Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog:
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter:
@japuigcamps
Publicado 11-04-2018
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