No voy a hablar de una de las últimas obras de D. Benito
Pérez Galdós con el mismo titulo de este artículo (perdón por la inmodestia). Lo
que quiero hacer, o por lo menos intentar, es manifestar la mala utilización que
se hace habitualmente en coloquios, tertulias y demás, de la palabra “razón”.
Por ejemplo, la celebre frase del Barón de Montesquieu “A la mayoría de las gentes prefiero darles
la razón en seguida que escucharlas” utiliza el modismo “dar la razón” en el sentido de "Concederle lo que dice, confesarle que obra
racionalmente". Otra celebre cita de Platón es “La razón y el valor siempre se impondrán a la traición y a la
ingratitud”, aquí, sin embargo se utiliza “la razón” como la facultad o
acto de discurrir.
La escritora Ayn Rand, seudónimo de Alisa Zinóvievna
Rosenbaum, filósofa y escritora estadounidense de origen ruso. Ha sido
ampliamente conocida por su obra “El Manantial”, un bestseller que fue llevada
a la pantalla grande en 1949 dirigida por King Vidor y protagonizada por el
legendario Gary Cooper.
La escritora defendía el egoísmo
racional (la tesis de que la búsqueda del propio interés es siempre
racional), el individualismo (punto de
vista social que enfatiza "la dignidad moral del individuo"),
y el capitalismo puro (o laissez
faire: dejar hacer), argumentando que es el único sistema económico que
le permite al ser humano vivir como ser humano, es decir, haciendo uso de su
facultad de razonar. En consecuencia, rechazaba absolutamente el socialismo, el
altruismo y la religión.
Esa forma de pensar, razonar o discurrir la llevó a decir
que “No puede entrar en razón quién
piensa de forma automática”. Frase que ha sido y es muy utilizada en
coloquios, charlas, tertulias, etc., con la finalidad de espetar al oponente
que lo que dice no es razonable, que va con ideas preconcebidas sin
intencionalidad alguna de escuchar y, por lo tanto, aceptar lo que el otro le
dice. Podríamos decir que es un aforismo en el arte de la conversación.
Es curioso que la frase, tomada en ese contexto tertuliano,
no corresponda a la realidad que quería manifestar la filósofa Ayn Rand. Si
conocemos su biografía o leemos sus obras, observamos que ella era una defensora
del egoísmo racional, el individualismo o el capitalismo puro. Ella defendía el
individualismo a ultranza considerando que no se debe sacrificar uno por nadie.
Ella defendía el ateísmo como única postura racional ante el concepto de Dios.
Ella reinterpretó y legitimó la desigualdad de oportunidades por no ser
dependiente de la cuantía del dinero sino de su uso productivo en el mercado,
idea que desarrolló junto a Alan Greenspan en “Capitalism: the unknown
ideal”.
A la vista de estas y otras manifestaciones de Rand, ¿Cómo
puede imperar la razón cuando se defiende la sinrazón del egoísmo? ¿Cómo se
puede hablar de razón cuando está defendiendo (y este es uno de sus principios)
que cada individuo tiene derecho a existir sin sacrificarse por los demás? ¿Cómo,
en definitiva, podemos aceptar la razón como base para legitimar la desigualdad
de oportunidades?
No pretendo, ni mucho menos, descalificar a ésta magnifica
escritora con bestsellers tan importantes como, la anteriormente referida, “El
Manantial”, o “La rebelión de Atlas”, considerada por todos como la obra de
ficción más completa y poderosa de Rand donde relata la decadencia de los
EE.UU. como consecuencia del excesivo intervencionismo.
Tampoco pretendo criticarla, Dios me libre de ello. Tan solo
he querido poner de manifiesto que, muchas veces, las frases de celebres personajes
no pueden utilizarse sin la “mayor razón” de saber lo que se está diciendo. O
como decía don Quijote de la Mancha “La
razón de la sinrazón que a mi razón se hace…”, frase que Cervantes utilizó
para ridiculizar a los incautos que, como don Quijote, suelen quedarse
prendidos en el artificio y los alambicamientos expresivos hasta perder el
contacto natural con la realidad.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia
twiter: @JapuigJose
Publicado: 15-septiembre-2014