Me ha
llamado la atención un artículo publicado en el periódico “El País” (18-07-2013)
con el titulo de “Entidades secesionistas
de Cataluña promueven un boicot contra los JJOO de Madrid 2020”. Siguiendo
su lectura dice que los responsables de las entidades promotoras del boicot
(esas tres mas otras ocho) aseguran que “…aprovecharán todos los medios para convencer a los miembros del COI
-antes del próximo 7 de septiembre- de que la capital de un Estado que niega
los derechos democráticos de sus ciudadanos y “amenaza con el uso de la
fuerza.” no puede acoger un acto de fraternidad universal”.
Mi atención la ha recibido el citado articulo no por su
contenido que ya, por otra parte, no sorprende al ciudadano medio español a la
vista del apoyo continuo que tienen en las sucesivas elecciones (ver hemeroteca),
por parte de la mayoría de los catalanes,
los partidos políticos que jalean, cultivan e incitan esas posturas
secesionistas. Lo que me sorprende es a quién pretenden engañar a estas alturas
ese tipo de noticias. Si analizamos el citado articulo habla de “capital del
Estado” y no del Estado, ¿desde cuando una capital del estado español en la
España democrática del siglo XXI puede negar derechos democráticos y, menos
aún, amenazar con el uso de la fuerza a otra ciudad del propio Estado?
Con este tipo de noticias y otras de parecido estilo, como a
continuación veremos, no es de extrañar la presencia de un movimiento político y
social (el euroescepticismo) que rechaza, en mayor o menor medida, la Unión
Europea. ¿Cómo no podemos ser euroescépticos si como solución a esta postura (o
movimiento) el diputado foral de Presidencia de Bizkaia, Unai Rementeria, sugiere
que la UE debe entender la fiscalidad como un derecho histórico vizcaíno así
como que las "minorías nacionales" obtengan un estatus de
reconocimiento de su identidad y "realidad nacional"?
Es decir, la solución a la Unión Europea, así como la solución
a no boicotear los JJOO Madrid 2020, o cualquier otra iniciativa que promueva
la unión de los pueblos y su riqueza cultural, es mirarse al ombligo de cada
nacionalismo de opereta y con ello dar solución a todos los problemas
universales. Por favor, que no se ofendan los nacionalistas por el término “opereta”
pues es un regalo que les hago si tienen el gusto e interés de escuchar este
género musical derivado de la opera, con sus couplets, rigodón o cancán. Aunque
si tiene la intención el termino en mostrarles que sus posturas (las de los
separatistas) se asemejan a las operetas en sus tramas inverosímiles y
disparatadas.
España ha sido tradicionalmente un país europeísta. Tras
décadas de dictadura y aislacionismo, Europa significaba modernidad y progreso.
Esto ha hecho que los niveles de apoyo a la Unión Europea en sus distintas
fases siempre hayan sido muy altos. Y que, por ejemplo, en 2005 España fuera de
los primeros países en refrendar, con amplia mayoría, el proyecto de
Constitución Europea que finalmente fue abortado, pero no por España.
Sin embargo desde la implosión de la crisis económica España
ha pasado de país más fervorosamente europeísta, a otra más negativa de la Unión
Europea. En el Eurobarómetro de Mayo 2012, España era el tercer país donde
menos ciudadanos declaran tener una imagen positiva, después del Reino Unido
(nacionalista donde los hayan) y Finlandia; solo un 22% de ciudadanos españoles
respondían positivamente, mientras en 2004 la cifra ascendía al 63%. ¿Significa
esto que España se está convirtiendo en un país euroescéptico?
A entender de muchos
expertos este cambio de los ciudadanos españoles en relación a la UE está
asociado a la crisis económica, y es probable que remita cuando la situación
económica mejore. Sin embargo, no soy de ese parecer dado que nuestro país es
claramente “un país de contrastes” donde somos capaces de tirar a los franceses
en la guerra de la independencia de 1808, representado magistralmente por Goya
en su lienzo “el dos de mayo de 1808”, como unirnos a las posiciones de Gran
Bretaña sobre el problema planteado en el peñón de Gibraltar, sin pestañear.
¡Ay España mía!José Antonio Puig Camps (Dr. Ingeniero y Sociólogo). Septiembre 2013