«Un helicóptero menos y cuatro salvapatrias pistoleros menos para
conquistar Cataluña». Es el comentario que escribió un “ciudadano” en la
red social Twitter en referencia al accidente de helicóptero que provocó la
muerte de cuatro militares españoles. Esta es una de las muchas barbaridades
que se pueden ver y escuchar en este nuevo mundo informático de las
comunicaciones. Este caso fue llevado inmediatamente por la Defensora del
Pueblo a la Fiscalía, pero ahora habrá que dilucidar si el autor ha incurrido
en algún delito. De todos modos, y pese a que el comentario fue eliminado de
Twitter, el mensaje se ha prodigado de un modo infinito: es el efecto multiplicador de las redes
sociales.
Estos comentarios, por desgracia, no son excepciones sino la regla que desaprensivos,
inmorales y faltos de toda ética, sirviéndose de la red internet, utilizan para
proferir insultos, amenazas, vejaciones o lesiones contra el honor de las personas. El internet
es para estos personajillos como el agua para los peces, su medio de vida. Las
redes sociales se están convirtiendo en plataformas utilizadas por ¿ciudadanos?
para satisfacer sus instintos más despreciables desde la impunidad que otorga
el anonimato.
Sobre este asunto me explicaba un
conocido, experto en estos temas, que el mayor problema radica en la falta de
pruebas, en averiguar quién es el autor. Sin embargo, cuando hablas con la
policía te dicen que no hay nadie anónimo en la red, pero, la realidad es otra
cuando te pasa a ti, a un familiar o a un conocido. Cuando el cobarde, en
cuestión, no se identifica, cambia constantemente de servidor o desaparece de
la red resulta imposible dar con él.
El asunto de la identidad en
internet y en las redes sociales no es en absoluto nuevo. El anonimato no cubre
únicamente el derecho de una persona a no identificarse en absoluto, sino
también cuestiones como la de crear su propia identidad mediante un pseudónimo,
conectado o no con su identidad real, o el uso de apodos de diversos tipos que
permitan a una persona manejar su identidad como le dé la gana.
Personalmente nunca utilizo pseudónimo,
más aún, pongo mi nombre y apellidos junto a mi fotografía en la red. Me
encanta tener la libertad, que estos medios me permiten, para exponer mis ideas
y que las conozcan. No critico a nadie que no haga lo que yo, pero, si critico
al que, utilizando el derecho del anonimato en la red, lo haga para dar vía
libre a sus frustraciones, odios y quimeras. El anonimato ofrece una comodidad
esplendida a los cobardes, a los acomplejados, a los tristes y a los
pusilánimes.
No debemos confundir opinar o
“libertad de expresión”, con vomitar odio y resentimiento amparándose en el
anonimato. Posiblemente algunos me pueden decir que utilizan el anonimato por
“prudencia”. Sé que la prudencia es un don, y no todo el mundo lo tiene. Lo
único malo del “anónimo prudente” es que tenga que mentir con la excusa de no
herir los sentimientos de otra persona. Nunca se hiere a nadie cuando se dicen
las cosas con corrección y con la cara descubierta.
José Antonio Puig
Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose