Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





miércoles, 31 de agosto de 2016

LA VUELTA AL COLE



Recuerdo que por estas fechas, hace de eso muchos años, íbamos preparándonos para la vuelta a las clases, la vuelta al cole. Un retorno que siempre se hacía muy latoso, una losa que había que levantar -si o si- a pesar de lo que nuestra mente nos proponía. Un nuevo curso repleto de incógnitas pero con algo muy grato: volver a ver a los amigos. Una cita esperada en la que nos contábamos lo que habíamos hecho en nuestras vacaciones estivales. Confesiones, entre colegas, de vínculos veraniegos adornados con aspectos, muchas veces soñados, que repetidos en nuestra mente los hacíamos realidades para contar una y muchas veces.
Ahora vuelvo o volvemos todos de nuevo al cole. Al colegio de la vida, a la institución que nos reúne a los seres humanos a través de nuestras  relaciones sociales, de nuestras vivencias cotidianas, de nuestro trabajo. Un volver que hacemos con la esperanza de encontrar cambios y novedades en nuestro entorno societal. Una esperanza de que algo se haya modificado en aquella rutina prevacacional. Pero la realidad del reencuentro nos despeja de nuestro sueño y nos ratifica en nuestra forma de ser y pensar sobre esos seres que nos rodean y que llamamos humanos.
Nos reencontramos con una juventud carente de fantasía. Chicas y chicos que visten igual, son cómo ejércitos uniformados. Ellas con su pantalón ajustado vaquero, botines o botas y grandes tacones. Ellos casi lo mismo pero con zapatos deportivos. En cuanto a su peinado es todo un poema, colores atrevidos y cabezas rasuradas por los lados –uno o los dos-, extensiones rizadas que dan que pensar en la higiene de esas cabezas. Ellas y ellos comparten la misma afición: el móvil, los tatuajes, los cascos. Esos smartphone y tablets que los aíslan de la sociedad a la que pertenecen y que les hace vulnerables a modas y caprichos de terceros. Una juventud cuyo grito a la libertad queda ensombrecido y empobrecido al ser esclavos de una moda que les está privando de ella.
La vuelta al cole, a la institución socializadora de la vida, también nos hace reencontrar con aquella situación política que dejamos tras las elecciones que parecían marcar el inicio del verano y la sensatez en los políticos.  Creíamos que al regreso se habría transformado esa clase política que pensaba en las elecciones y nos encontraríamos con estadistas que pensaban en cómo gobernar y preparar el futuro de los ciudadanos.  De nuevo la realidad nos despertó del sueño veraniego y nos hace aterrizar en la sustantividad de lo que tenemos. Y lo que tenemos es de nuevo políticos que, incapaces de resolver los problemas que la sociedad demanda, siguen pensando en unas nuevas elecciones navideñas.
En cuanto al problema de la migración de los pueblos, dolorosa e inhumana, sigue estando ahí. Unas migraciones consecuencia, cómo dice Viktor Orbán, de la descomposición de los países del norte de África y sus procesos políticos, que ha roto la línea defensora, baluarte y parapeto de Europa, de las masas procedentes del interior de África que hoy ya no es capaz de defender. Hay verdaderos refugiados pero hay muchos más que quieren aprovechar las ventajas del modo de vida europeo. La Unión Europea solo tiene principios pero no tiene soberanía verdadera que le permita abordar este problema. Pero cuando personajes públicos, cómo el cardenal Cañizares, el presidente del gobierno húngaro o el ministro de finanzas alemán, alertan de que es imposible defender a los europeos de las masas de inmigrantes ilegales, se les tacha de insolidarios.
Palabras arrancadas dolorosamente al silencio político que, cómo señales de náufragos débiles y desesperadas, quieren alertar de un peligro latente en nuestra sociedad. Porque entre los vicios más extraños y graves de nuestra época, hay que mencionar el silencio. Somos una sociedad rica en silencios, fruto del sentimiento de culpa que, a no tardar, nos hará sentir vergüenza y desesperanza y, lo que es peor, nos mostrará toda su miseria.
Los nuevos encuentros, de nuestro periodo vacacional, nos han hecho conocer nuevas gentes y costumbres pero, por desgracia una y otra vez, nos hemos visto ante la falta de urbanidad, respeto al prójimo, buen gobierno y atención al necesitado, parte de un compendio de acciones fruto de una profunda y antigua inteligencia. Una inteligencia que sigo buscando, no la encuentro, me es invisible o perceptible en modo alguno en la gente que pasa por la calle. No se descubre ni rastro de ella mirando alrededor. He vuelto al cole de la vida esperando en vano que al hablar, por casualidad, con el primero que pasa me encuentre con palabras de humana sabiduría.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @JapuigJose