La desinformación, manipulación
informativa o manipulación mediática, es la acción y efecto de procurar en los
sujetos el desconocimiento o ignorancia y evitar la circulación o divulgación del conocimiento de datos,
argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien desea
desinformar. Lo propio de la desinformación es la rumorología, ese rumor, bola
o pábulo que solo sirve para alimentar o fomentar una determinada noticia. Se trata
de especulaciones no confirmadas que se intentan dar por ciertas con un
objetivo determinado, condicionar el comportamiento de los demás por encima de
la información objetiva. La fabulación y la calumnia son el rumor exasperado,
orquestado y sistemático. Si se hacen bien, pueden destruir reputaciones y
llevar a la ruina moral y física a sus víctimas.
Antes de aparecer el teléfono los
rumores se transmitían de persona a persona, cuidándose más lo que se decía
pues, la noticia dada, tenía un rostro y, por ello, un conocimiento claro de
quien lo estaba propagando. En la telefonía fija, sin digitalización, la
noticia se propagaba a mayor velocidad pero seguía teniéndose la posibilidad de
conocer quién llamaba. Hoy todo esto ha cambiado. La telefonía móvil con sus
aplicaciones, transmiten todo tipo de información con el mayor anonimato. Ese
anonimato permite decir y hacer lo que los maledicentes arrojan a través de esos
mensajes venenosos que introducen la mala información, difaman y calumnian.
Poco o nada puede hacer la persona o personas objetos del infundio lanzado. Es
cuando la gente empieza a decir “cuando el río suena, agua lleva”. Es el
sambenito que la Inquisición española utilizaba para señalar a los condenados
por el tribunal, convirtiéndose en símbolo de la infamia.
Cass R. Sunstein, exdirector de
la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios (OIRA) en la administración
Obama, ha dedicado parte de su trabajo a
por qué y cómo los rumores se distribuyen fácilmente sin mayor consideración
sin son verdaderos o falsos. Este profesor de Harvard define los rumores como
la afirmación de hechos -sobre personas, grupos, evento, e instituciones- que
no han sido mostradas como verdaderas, pero que se mueven de una persona a
otra, y por tanto tienen credibilidad no por que se haya mostrado evidencia
directa para sostener la afirmación, sino porque otras personas parecen creerla.
El auge de internet supone una extraordinaria herramienta para maximizar el
alcance y poder de los rumores.
Las tecnologías de información y
comunicación están construyendo una nueva sociedad donde nuestras vidas están
grabadas en Internet, y hasta nuestros más íntimos secretos están al alcance de
personajes dañinos que utilizan nuestro “mal momento” para generalizarlo y hacer
daño. Hay gente tan profundamente descontenta con ellos mismos y con tan poco
amor propio que intenta mitigar ese auto desprecio dañando a los demás para que
se sientan tan miserables como ellos. Personajillos llenos de insatisfacción y
complejos, resentidos que disfrutan con dañar, calumniar y exagerar con
patrañas a todo aquello que se le ponga en mente, y donde el sistema operativo
de red les permite calumniar, insultar, despreciar y romper hasta el más mínimo
sentimiento humano sin ningún resarcimiento. Las redes sociales, principalmente
Facebook y Twitter, son potentes generadores de influencias, lo que deriva en
una competencia feroz por estar cada vez más presente, por contar cada vez con
más seguidores. Son también medios para difundir las mayores falsedades,
embustes, chismes y calumnias. Hablillas que se hacen más creíbles cuando se
adorna con pinceladas de realidad. Se toman hechos objetivos y se retuercen
hasta que encajen en el relato y den soporte a las afirmaciones maliciosas.
La agnotología, estudio de la
ignorancia o duda culturalmente inducida, es la creación deliberada de la
ignorancia. Es la ciencia para sembrar mentiras, infundios, rumores que por
medio de los mecanismos de la ingeniería social, de la publicidad privada o por
medio de engaños o bulos inundan nuestro día a día. Filtraciones interesadas, revelaciones,
sondeos, estadísticas alteradas o estudios científicos presuntamente
imparciales, noticias políticas deformadas de la realidad y artificialmente
concebidas para derrotar a la empresa, partido político, grupo de opinión o
persona que pueda molestar en determinado momento. Son los asesinatos de la red
sin mano ejecutora detectable. Nunca, como hoy en día, ha sido más difícil
equilibrar la necesidad de protegernos de los efectos perniciosos de los falsos
rumores con la libertad de prensa y de opinión.
El momento político por el que España
está pasando es propicio para este tipo de desinformación, bulos y rumores.
Campañas perfectamente orquestadas que dan a la gente lo que ellos quieren
escuchar. Mentiras arriesgadas sin firma de autor. Los intentos continuos de
utilizar las medias verdades para inducir a la gente a realizar lo que los
promotores desean. Adulterar, falsificar o deformar la verdad, es una clara
enseña de los que no quieren la libertad, de los que desean medrar con la
metalurgia de la ignorancia. Con sus claros ejemplos y sus lúcidos argumentos, la
desinformación no podía llegar en un mejor momento, en un país donde el discurso
público es cada vez más disgregador y engañoso. La ignorancia no es solamente
lo aún no conocido, es también una estratagema política.
José Antonio Puig Camps.
AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog:
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 18-12-2017