Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





jueves, 14 de noviembre de 2013

UNA MUESTRA MAS DE AMOR



Noviembre es el undécimo y penúltimo mes del año en el calendario gregoriano, que se inicia con dos celebraciones católicas: “Todos los Santos”, el primer día, y “Fieles Difuntos” el segundo. La Iglesia Católica extiende la celebración, de este último día, durante todo el mes dándonos así la oportunidad de que tengamos días y días para recordar a aquellos que, de una forma u otra, marcaron nuestras vidas.
Recuerdo y veneración de los antecesores mediante nuestros “altares” de fotos y recuerdos que forman parte de nuestro mobiliario casero, como si fuera un “ajuar” filosófico de la familia. En los cementerios se muestra ese recuerdo, ese aferrarse a “su presencia”, con las sepulturas de los muertos, mostrándonos así que los hombres tienen todavía obligaciones respecto a ellos después incluso de que hayan muerto. Estas obligaciones convierten al hombre en el único viviente que tiene relaciones vinculantes con sus difuntos.
Pero dar sepultura no consiste simplemente en enterrar los restos, pues el asesino no da sepultura a su victima sino que la entierra para olvidarse de ella, consiste en marcar y separar un espacio, el espacio de nuestro muerto, dejando allí la señal que permita reconocerlo y poder volver allí. No es olvidarlo, sino mantener su recuerdo y cariño, como, queriendo extender su presencia entre nosotros un poco mas.
Es por ello que no hay sepultura sin memoria y sin hábito de volver, que es el que hace al habitante y el que funda la habitación (“habitamos” del latín “habeo” = poseer), el lugar al que volvemos. En la sepultura se manifiesta que los difuntos no murieron solos, que alguien cuidó y cuida de ellos, es el lugar que aun nos queda de ellos, el lugar y sus recuerdos. La muerte así se transforma en un “querer no morir”, en un sentir de que, ese ser querido, aún habita en nosotros.
El católico da un paso mas, y hace de ese recuerdo un continuo dialogo con la muerte, quitándole todo lo que de obscuro y triste tiene y transformándolo en una oración y en una comunión que nos mantiene con el deseo del reencuentro con ese ser querido. El difundo nos ha precedido, en ese fin que a todos nos guarda, y nos aguarda en el lugar preparado por Cristo para los que en el creyeron y esperaron.
El muerto ya no está triste, mas aún, no quiere que tu estés triste pues como dice el poema: Le duele el alma/ cuando te veo llorar, / se me encoge el corazón/ cuando te veo sufrir. De esta manera Noviembre se transforma en una celebración continua, en un recuerdo que trae a la memoria lo que aquel anciano dijo a su hijo, triste y desolado cogido a aquella mano fría de su padre, “no estés triste por mí pues no puedo permitir, hijo mío, que esté triste el día de mi boda con la muerte”. Era una muestra mas de amor y de esperanza.


José Antonio Puig Camps (en memoria de nuestros difuntos) Noviembre 2013