El mercado laboral español, en las últimas décadas, se ha caracterizado por cinco graves problemas: una persistente tasa de desempleo, la existencia de subempleo, una elevadísima temporalidad, una elevada rotación en el puesto de trabajo (lo que genera una fuerte inestabilidad) y un continuado estancamiento salarial. Aunque la intensidad y grado de estos problemas fluctúan, su persistencia en el tiempo permite considerarlos como problemas estructurales. Unos hechos varias veces explicados desde la teoría de la segmentación laboral, la cual sostiene que el mercado de trabajo está dividido en dos grandes segmentos: el mercado primario que englobaría los puestos de calidad del mercado (salarios elevados, estabilidad, derechos laborales reconocidos, oportunidades de carrera profesional, mayor cobertura sindical, etc.) y el mercado secundario (puestos precarios: salarios bajos, inestabilidad laboral, escasas oportunidades de ascenso, reducida protección legal y sindical, mayores riesgos laborales, etc.). Una dualidad que no nace de la regulación laboral, pero tiene su reflejo en la contratación.
A efectos analíticos, se pueden agrupar las distintas formas de contratación en dos grandes grupos: empleo estándar (trabajadores con contrato indefinido ordinario a tiempo completo) y empleo atípico (abarca las formas de contratación temporal, el tiempo parcial y otras formas de contratación). La tasa de empleo atípico se define como el porcentaje de personas con contrato atípico sobre el total de personas asalariadas. La incidencia del empleo atípico en España ha ido en aumento desde el primer trimestre del año 2013 (inicio de la recuperación económica y de la creación de empleo), donde, en media, más de 4 de cada 10 asalariados presentan una figura de contratación distinta de la estándar. El aumento de las formas atípicas de empleo no afecta a todos los trabajadores por igual. En general, las mujeres, las personas jóvenes y los migrantes tienen más probabilidades de trabajar según fórmulas atípicas de empleo. Estas tendencias reflejan las dificultades que suelen afrontar estos grupos para encontrar y preservar un empleo.
Las estadísticas disponibles de la afiliación a la Seguridad Social para el mes de marzo de 2020 confirman el carácter contracíclico de la tasa de empleo atípico, ya que aumenta en las expansiones y se reduce en las recesiones. Esto se debe a que el empleo atípico es el primero que se destruye ante una caída de la actividad económica, y la crisis provocada por la emergencia sanitaria en la Covid19 no ha sido una excepción. En el mes de marzo se ha producido la mayor caída en la afiliación desde que existen registros, los perfiles de esa caída muestran que se ha producido esencialmente por la extinción de contratos atípicos (el 95% del total), mayoritariamente en empresas de tamaño mediano o grande (más de 10 trabajadores), entre los menores de 30 años. El proceso de expansión de las formas de empleo atípicas alcanza tanto a economías desarrolladas como en desarrollo, siendo los más comunes el parcial y el temporal, este último alcanza en dos países (Polonia y España), más del 20 por 100 del empleo. Dada la elevada proporción de involuntariedad, el empleo atípico puede llamarse precario, siendo España el segundo país europeo con mayor preponderancia de formas atípicas de empleo.
José Antonio Puig Camps. (Dr. Ingeniero Agrónomo y Sociólogo)
Presidente Grupo de Estudios de Actualidad Valencia (AGEA)
Publicado 27-10-2021