Es un hecho
que vivimos con otros seres humanos, que vivimos en sociedad. Pero convivir con
los demás no es suficiente. Debemos dominar una serie de habilidades y
conocimientos, necesitamos una preparación que, en sociología, se conoce como
socialización.
La
socialización es pues un aprendizaje que nos hace aptos para la vida social y
nos permite integrarnos en la comunidad de la que formamos parte. Básicamente
consiste en adquirir e interiorizar una serie de habilidades, normas, creencias
y costumbres de la cultura en la que vivimos. Gracias a una socialización
eficiente nos identificamos con nuestro grupo y nos sentimos miembros de él,
permitiendo que nuestra vida en sociedad sea gratificante. Caso contrario,
tendremos que hablar de una socialización deficiente que aleja del grupo y hace
peligrosos o perjudiciales, para la sociedad y para ellos, a los que así
actúan.
El proceso
de socialización se produce durante toda la vida y puede ser primaria o secundaria.
Pero, la etapa más importante de este proceso es en la infancia, a esa edad, es
cuando el ser humano está más dotado para asimilar y adquirir todo tipo de
conocimientos. Esa disposición de asimilación, aunque no se pierda, puede
quedar paralizada con el tiempo y perder la habilidad para ciertos
conocimientos que resultan ya imposible de adquirir.
Los
elementos que actúan activamente en todo proceso de socialización son los
agentes de socialización, su misión es facilitar la entra en sociedad del
individuo mediante la acción de socializar. Existen varios tipos de agentes que
se identifican en personas, grupos, instituciones o instrumentos. En la fase
primera de la socialización (la básica), podemos distinguir cuatro agentes
claves: la familia, la escuela, los grupos de iguales y la religión.
De todos
ellos el más transcendente es la familia,
que se da en la etapa preliminar de la personalidad, sobre todo en los primeros
años de vida del niño. La familia enfoca al niño hacia los diferentes caminos y
contenidos del medio social donde se desenvuelve. La familia es responsable de
los valores culturales, morales y éticos. Forja las actitudes y perjuicios
acerca de uno mismo y de los demás, estableciendo en el individuo una huella
imborrable. Criar, es educar.
La escuela constituye un momento de
transición, es el paso de la familia al nuevo entorno escolar, es donde el niño
aprende a evaluar la importancia que se da, en la sociedad, al género o a la
raza de las personas, a convivir, a aceptar normas y modelos distintos de
autoridad. Si la escuela tiene como objetivo principal y explicito el adquirir
conocimiento, hay otro objetivo implícito: la socialización.
Los niños y
los jóvenes también se socializan con sus grupos
de iguales que les permiten escapar de la supresión directa de los adultos.
A través del juego y del intercambio de roles, los niños interiorizan los
sistemas de valores y normas del entorno social en el que conviven, aprenden a
compartir, a conocer y desarrollar su propio “yo”, el sentido de sí mismos. Es
la prueba que permite conocer si la familia y la escuela han sabido
socializarlos.
La religión es también un elemento
básico en la socialización del individuo. La religión desarrolla doctrinas que
intentan dar respuestas a preguntas trascendentes que se nos presentan a lo
largo de nuestras vidas. Nos enseña a desarrollar aspecto internos del
individuo, su dimensión espiritual, que le permitan ser más feliz: la forma de
vivir, de comportarse, responsabilizarse valorando lo ético y lo moral o
reconocer, como indica la religión católica: a tu prójimo. Es aquí donde el
Cristianismo enseña de forma clara y concisa a aprender a ser socialmente
eficientes: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo (Mc 12, 31). Una frase que es todo un compendio, lo sustancial, de
toda socialización práctica y eficiente.
En la
socialización secundaria las personas vamos incorporando, en forma singular,
los conocimientos adquiridos en la básica o primaria. Su aprovechamiento estará
en función de lo aprendido en la socialización anterior (la primaria), si en
ésta hemos paralizado nuestro aprendizaje, difícil será incorporar, aplicar y
juzgar las cosas. Uno de los agentes importantes, en esta fase, son los medios
de comunicación que, junto a la lectura, actúan como transmisores y formadores
de valores.
Una
preparación deficiente, en lo social, desubica a la persona, respecto a su
entorno social, tanto mental como psíquicamente, siendo incapaz de actuar según
requiere la sociedad de la que forma parte. Aparece una clara tendencia al
individualismo social, al egoísmo, al desamor. No aceptan ni leyes, ni
símbolos, ni usos, ni costumbres. Solo aceptan lo que les permite vivir mejor a
expensa de los demás. Son los oportunista, los aprovechados, los desaprensivos,
los desarraigados con el entorno en el que viven, el cual, es para ellos
simples peldaños que les permiten llegar al fin perseguido, sin importarles los
medios empleados para conseguirlo.
José
Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Twitter: @JapuigJose