La Tercera Vía es el nombre que se ha dado a una variedad de
aproximaciones teóricas y propuestas políticas que sugieren un sistema económico
de “economía mixta” y una ideología política reformista. En la práctica
política se rechazaba tanto la libertad en la economía –libre mercado-, cómo la
de un mercado totalmente controlado -marxista/leninista-. Las filosofías de la
tercera vía han sido a menudo descritas cómo una síntesis de capitalismo y
socialismo por algunos de sus proponentes y, dado que el término –tercera vía-
está falto de concreción, su definición se puede situar en un sentido amplio o
en el más estricto de la palabra que iría desde los que apoyan la
socialdemocracia a aquellos que apoyan el liberalismo progresista e incluso, el
equidistante capitalismo social.
El término se popularizó en 1955. Menciones al mismo los
encontramos, en E. P. Thompson (dedicado a encontrar esa Tercera Vía cómo una
solución a los problemas de la Guerra Fría), Ramón Trias i Fargas (en su
introducción a un libro de Muller Armack bajo el título: ¿Entre el Capitalismo
y el Comunismo, un Tercer Camino?), así como en muchos pensadores que han
propuesto programas de Tercera Vía en aspectos más amplios, que van desde un
punto de vista socialista con Eduard
Bernstein (uno de los principales fundadores de la socialdemocracia) hasta un
punto de vista cristiano en Alfred Müller-Armack (destacada figura del
milagro económico alemán) o posmodernista, en el sociólogo y pensador
contemporáneo, Anthony Giddens, quién establece que lo que importa en la Tercera
Vía es, por un lado, la preservación de ciertos logros básicos (tales como la
democracia y los derechos humanos) y, por el otro la maximización de la
producción, en una situación dada en la que los recursos, etc., no son ni
infinitos ni totalmente moldeables.
El sociólogo inglés Giddens, reconocido por su teoría de la
estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas, escribió un
artículo con el título “Más allá de la derecha y la izquierda” (1994), donde establece
que la
política de la tercera vía marca algo absolutamente fundamental en el diálogo
político: reconocer un nuevo periodo en el pensamiento político. Nuevo periodo
que debe dar respuesta a dos filosofías fracasadas: el neoliberalismo y la
socialdemocracia. Dos filosofías que han estado dominando la política de los
últimos años. La primera cómo fundamentalismo del mercado que quiere unir lo
que es imposible: una teoría libertaria de los mercados con una teoría
autoritaria del Estado y del nacionalismo, una combinación explosiva. La
segunda estableció el surgimiento del Estado del bienestar basado en una forma
de gestión económica que lo percibe cómo el vehículo principal de igualdad y
que está ligada a las políticas de clase tradicionales. La socialdemocracia así
definida o, digamos, la antigua izquierda, es hoy una filosofía fracasada,
tanto cómo la nueva derecha.
En España se conoce a la Tercera Vía al espectro en el que
se encuentran aquellos partidos que se salen de las denominaciones
tradicionales de izquierdas y derechas. En la Tercera Vía española, encontramos
a la UCD, y a partidos relativamente nuevos cómo: el Partido Democrático de
Nueva Izquierda (PDNI), la UPyD o Ciudadanos (Partido de la Ciudadanía). Todos
ellos, menos el último, no han encontrado su lugar en el espectro político
español. Tal vez sea porqué su formación no es capaz de encajar la teoría con
la práctica, mostrándose ante la ciudadanía cómo la chanza que se contaba, en
la presentación de la tercera Vía de Tony Blair, donde Lionel Jospin y Tony Blair van en
coche y Jospin conduce. Llegan a un cruce y Jospin no sabe por dónde tirar. Se
gira a Tony Blair y le dice: ¿hacia dónde hemos de ir Tony? Y Tony le contesta:
pon el intermitente a la izquierda pero gira a la derecha
Son mucho los que han criticado esa Tercera Vía española que solo
quiere desmarcarse de la derecha sin considerar que lo importante no es el
desmarque sino la reconciliación de objetivos antagónicos tales como la
justicia social y la efectividad económica. Donde, ante un mundo
caracterizado por cambios económicos, sociales, políticos y ecológicos
profundos, la democracia social, de querer sobrevivir, requeriría de
estrategias distintas: un Estado garantista más que proveedor, un mercado
autónomo pero amoldado a los objetivos públicos y una sociedad civil
independiente y pujante.
Estamos necesitados de una nueva filosofía política que debe
reaccionar no sólo a la disolución de la izquierda o la derecha sino también a
los cambios que las han destruido. Vivimos en una sociedad de cambio masivo de
sus aspectos económicos y sociales, y sólo capturando la naturaleza de estos
cambios podremos esperar transformar la política y producir un programa
político nuevo y eficaz. Un nuevo programa político, para un nuevo periodo de
pensamiento político integrador, donde se unifiquen discursos, convicciones y
certezas. Un programa solidario y no individualista, donde el pueblo observe
que los cambios pretendidos sean: caridad por odio, gozo por angustia, benignidad
por cutrerío y bondad por maldad. Si es así, este nuevo periodo que se abre
ante nosotros, esa nueva filosofía política, está llena de esperanzas y
posibilidades.
José Antonio Puig Camps. AGEA
Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose
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