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"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





sábado, 12 de enero de 2019

LA OBJETIVIDAD EN LA POLÍTICA


Una demanda muy característica de los ciudadanos provistos de cierta cultura y que, además, no participan directamente en la política partidista, es la de ser objetivos en nuestros planteamientos. La demanda de ‘objetividad’ y de ‘neutralidad’ es, sin embargo, una pretensión ilusoria, cuando esto se pide a los políticos. Los actores políticos no pueden ser nunca objetivos dado que se encuentran subjetivamente inmersos en un partido y, por lo tanto, se apoyan en una ideología afín entre sus afiliados, cuya aspiración es la de ejercer el poder para desarrollar su programa. Todos los que no tengan esa afinidad son sus adversarios. En sus actividades, los políticos o luchan por conquistar el poder, o luchan por conservarlo frente a los que representan una amenaza para ello. Como no son neutrales, tampoco pueden ser ‘objetivos’. Por cierto, es muy poco probable que los políticos digan la verdad, por las mismas razones por las que no pueden ser objetivos. La verdad del político es siempre relativa puesto que siempre estará circunscrita a lo que su partido piensa, hace o proyecta.
Estos últimos días hemos asistido, a través de los medios de comunicación, a diferentes puntos de vista sobre lo sucedido en las últimas elecciones al Parlamento de Andalucía el pasado 2 de diciembre. La principal consecuencia de esas elecciones en la comunidad más poblada de España es que, tras casi 37 años de gobiernos del PSOE, Andalucía será gobernada por la derecha. Una expresión, “derecha”, que debería marcar ciertos matices a la hora de tratarla con desprecio e incluso con insultos por los que han perdido las elecciones. Digo “perder”, en su acepción más clara, cuál es la dejar de tener aquello que se poseía. Y es que perder, cuando se ha tenido tanto poder durante tanto tiempo, resulta claramente desolador y angustioso, sin embargo, es ahí donde se pone de evidencia la personalidad del perdedor y del ganador. Los que han malogrado su señorío, su pujanza, su mando en Andalucía, la izquierda en su totalidad, no son capaces de reflexionar ante esa situación, y han tomado el camino de descalificar, insultar, ofender e incluso incapacitar a la derecha a tomar el relevo del mando en plaza. Son claras muestras de su falta de objetividad ante lo acontecido. Lo perverso es que tildan de incorrecto el acuerdo firmado por PP-Cs y, más aún, el acuerdo PP-Vox, y sin embargo nunca lo han hecho con los acuerdos pactados con independentistas, batasunos y nacionalistas, cuyo único fin no era el bien de los españoles sino el derribar al gobierno de Rajoy, menos manejable y proclive a sus intereses, y poner en su lugar a un tal Sánchez que, por su situación de minoría, es más manejable y propenso a concederles lo que ellos están deseando, la ruptura de España.
Esta falta de objetividad, neutralidad u honradez, también la vemos en uno de esos partidos del acuerdo al Parlamento de Andalucía, calificados por la izquierda como la derecha. Hablo del partido naranja, Ciudadanos, que desde su fundación se ha autocalificado como centro, capaz de dialogar con todos, consensuar y reunirse sin pedir pedigrí alguno. Así lo demostró, sin poner ninguna pega, al reunirse con Podemos, en sus acuerdos con el Psoe de Sánchez. Sin embargo, ahora se rasga las vestiduras por el acuerdo PP-Vox, un acuerdo que es lo que le permite a Ribera tocar poder en el futuro gobierno andaluz, algo que hasta ahora no había logrado. Son muchos los que se han preguntado si lo que quería Cs era romper negociaciones, con esa asqueada postura de no verse junto a Vox, quedar libre y pactar con Psoe y Podemos de Andalucía, donde se siente tan a gustito, no en balde la izquierda lo ha considerado siempre como su “socio preferente”. Como la virtud, el autodefinirse como centrado o no, no se adquiere con el conocimiento, sino que requiere el hábito. Ya lo decía Aristóteles, al enseñarnos que la virtud no viene directamente del conocimiento, sino que requiere el hábito y que la felicidad no es un estado sino una actividad.
Si de algo se está sacando conclusiones por parte del pueblo sensato y “pensante”, es de quién es quién en el panorama político español. Quién está dispuesto a sacrificarse por el bien común y quién quiere solo permanecer en el poder, quién está dispuesto a dialogar con todos, dentro de los parámetros éticos y morales, y quién quiere solo poner cordones sanitarios para que el pueblo español no tenga capacidad de elegir lo que más le conviene. Para ser objetivos se debe tener una visión objetiva de los hechos y procesos, en este caso políticos, escuchando a todos con apertura mental y teniendo siempre presente que dos, o más, mentiras, no hacen una verdad. Tildarse de centrista es no tener una posición política definida y, además, presenta los mismos problemas que dificultan la objetividad en las posiciones de “izquierda” o de “derecha”. El conocimiento de la verdad es muy difícil, en cualquier campo, pero sobre todo en uno como el político en que hay muchas mentiras, muchos intereses contrapuestos, prácticamente ninguna neutralidad y objetividad. La verdad es esencial en una política motivada realmente por la búsqueda del bien de la sociedad en su conjunto. Ello es y será bastante utópico con esta política que los partidos ejercen.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog: http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @japuigcamps
Publicado 12-01-2019

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