El presentar como real algo que
no lo es, lo llamamos fingimiento. El panorama de nuestra sociedad está repleta
de fingimiento, de simular y aparentar lo que en verdad no se es. Lo malo es
que esta tipología está arrasando en nuestras vidas. A tal extremo llegamos que
cuando escuchamos que alguien es merecedor de llamarse experimentado nos
miramos recelosos y sonreímos. Vivimos en un mundo donde la experiencia se está
menospreciando, más aún, se está ninguneando. Ya nadie acepta que el ocupar un
puesto de relevancia en la vida profesional sea por valía propia y más si ese
puesto es político. Todo se puede alcanzar con el amigo adecuado, con la
adscripción de pertenencia al poder de turno o con la familiaridad de quien te
examina. El nepotismo actualmente está sustituyendo a la meritocracia. Los
medios de comunicación nos venden siempre lo que en ese momento interesa, y los
políticos al uso están machaconamente poniendo en duda lo que experimentados
políticos, juristas o científicos han demostrado o aconsejado. Se llega al tal
punto que, como decía Mario Benedetti, “Cuando teníamos todas las respuestas,
de repente nos cambiaron las preguntas”, una frase que viene a decirnos que lo
que hoy es experiencia mañana es obsolescencia. Con ello se pretende que lo
importante en la vida ya no es la experiencia, lo experimentado, lo probado,
sino que lo sustancial es adaptarse a los nuevos tiempos, amoldarse a la
casuística de la vida sin importar sus consecuencias.
Mucho sabía Charles Darwin sobre
la adaptación de los seres humanos, fruto de ello fue su libro “El origen de
las especies”. Una teoría científica de la selección natural, o la preservación
de las razas preferidas en la lucha por la vida. Hitler interpreto al pie de la
letra esta selección natural al considerar la evolución respecto a la
“supervivencia del más apto” y, con ello, llevar a cabo el genocidio en una escala
sin precedentes, un asesinato en masa premeditado de millones de civiles
inocentes llamado Holocausto. J.A. Nicolás Ruiz de Santayana decía que quién
olvida su historia está condenado a repetirla, pero parece ser que nuestra
sociedad no solo olvida la historia sino que la adultera. Es la pura hipocresía
de los sepulcros blanqueados. Una metáfora emplea por Jesús, en el Evangelio de
San Mateo, para comparar a los fariseos con sepulcros blanqueados, relucientes
por fuera, pero llenos de podredumbre repugnante y vomitiva en su interior. Sepulcro
blanqueado es sinónimo de ocultamiento de la corrupción. La mentira es la
palabra que acompaña siempre a la hipocresía. Los nuevos sepulcros blanqueados
están revestido de cargos públicos, doctorados, masters, currículos
impresionantes y todo tipo de medallas.
A pesar de que muchos han tildado
de epopeya del disparate la teoría de Darwin sigue teniendo muchos partidarios
entre los nacionalistas, chauvinistas, xenófobos o separatistas. Estos doctrinarios,
manejan con pericia la manipulación para controlar sutilmente a las personas, o
a la sociedad, adulteran los datos y la historia a su antojo con tal de
conseguir el fin perseguido. Los independentistas catalanes son maestro en esa
manipulación que van desde las creencias históricas (en 1714 hubo una guerra de
secesión que acabó con Cataluña sojuzgada) hasta las económicas (España nos
roba, fuera de España seríamos más ricos). Afirmaciones que repetidas
continuamente a través de cualquier medio a su alcance se hacen verosímiles a
los incautos e ingenuos que aún creen en la posibilidad de esa independencia. Es
la hipocresía de una parte de España capaz de cualquier tipo de patrañas con
tal de alimentar su codicia y mantener sus acomodadas situaciones, sin importarles
quebrar la soberanía nacional, provocar una estampida empresarial, bloquear las
instituciones, romper la convivencia o generar el caos. A estos separatistas se
les unen muchos políticos que persiguiendo otros fines, aunque semejantes en el
fondo, están suscitando una situación potencialmente incendiaria que, como era de
temer, está generando una violencia entre la sociedad que difícilmente se va
poder resolver.
Sepulcros blanqueados que, con
una imagen exterior de pulcritud, destilan odio y rencor por todas partes. Incapaces
de dar respuesta a los verdaderos problemas de España como el de Cataluña, la
productividad, el envejecimiento poblacional, el endeudamiento público, el
sistema de pensiones, el educativo, el autonómico…, prefiere dedicarse a la
exhumación de Franco o a la Memoria Histórica. Hipócritas que toman decisiones
destructivas y luego quieren racionalizarlas diciendo que no era eso lo que
habían querido hacer o decir. El daño colateral, sin embargo, ya está hecho
tanto en lo económico como en lo social y moral. Luego siempre existe una
excusa para todo, un pretexto o una justificación. La incertidumbre de las
acciones del gobierno son de calado, cuando no es la mentira de un ministro
-que dimite- lo es de otro, con la cara más dura, que se mantiene en su puesto.
Pero todo esto ya no es extraño en un gobierno que ejerce con naturalidad la
mentira y tienen, como jefe, a un farsante con doctorado incluido. Sepulcros
blanqueados inconsecuentes con sus ideas, que predica agua y bebe vino. Donde
sus propios intereses no coinciden con los intereses de la mayoría, por mucho
que el señor Tezanos maquille sus encuestas. Con un moralismo explicito pero
inconsistente que exige a los demás lo que ellos son incapaces de mantener. Con
un presidente que predicaba en la oposición lo que ha sido incapaz de mantener
una vez ha conseguido el poder –y solo en unos pocos meses- y que, sin vergüenza
alguna, cambia del blanco al negro en horas.
Sepulcros blanqueados, era el
calificativo y la queja de Jesús antes los fariseos, hipócritas, puritanos, que
se dedicaban a despellejar a todos los que no eran como ellos. Jesús se queja
de aquellos hombres de leyes, amargados y resentidos, que siempre estaban
pendientes de zancadillear sus actuaciones con el único fin de poder acusarlo.
Hombres que en algún momento habían gozado de poder y privilegios y a los que
poco importaba la vida de los pobres, las injusticias y los derechos humanos.
Personajes que, instalados en sus conciencias adormecidas y acomodados en su
egoísta y egocéntrico bienestar, se creían con derecho de juzgar y condenar.
Jesús les recriminó que se dedicaban a mirar la paja en el ojo ajeno siendo
incapaces de ver la viga que había en el propio ojo. Es probable que la
situación ignominiosa que vivimos en España empeore, que nuestros gobernantes
crezcan en su aldeano partidismo y en su absoluta incompetencia y que nuestra
sociedad siga engatusada con las noticias precocinadas de muchos medios de
información. Sin embargo el pensamiento más elevado, las palabras más claras,
el sentimiento más grandioso, seguirán siendo: la alegría, la verdad y el amor.
José Antonio
Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
Blog:
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter:
@japuigcamps
Publicado 27-10-2018
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