Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





jueves, 26 de mayo de 2016

UNA ESPAÑA DISTÓPICA




Si el Imperio español fue uno de los primeros imperios mundiales modernos y uno de los mayores de la historia, considerado el primer imperio global. Hoy, por desgracia, siento tristeza al observar cómo España se está transformando en un territorio agrietado y unido por cuerdas flojas y viejas que, de no remediarse, pueden sacudir nuestro hermoso país y dejarlo peor que la Hispania romana.
No es mi objetivo, ni mucho menos, mostrar la historia de nuestra querida y entrañable España que a tantos historiadores ha encandilado y han sabido sacarle más provecho que el que este aprendiz de la historia pueda aportar. Intento, una vez más, poner negro sobre blanco lo que percibo que sucede en esta tierra mía, y vuestra, que se está abocando a través de la falacia en una sociedad ficticia, convencional y arbitraria, en una sociedad distópica. Sociedad desorientada ante tantos argumentos falsos, pero con apariencia de verdaderos, que nos inducen a error o engaño y donde las estratagemas de los nuevos políticos españoles nos trasladan a la picaresca del s. XVI, una sociedad hipócrita, falta de honor y carente de dignidad humana. Un siglo que marcó una cualidad innata, exclusiva o particular de los españoles, la del pícaro, y cuyos hechos socio-históricos lo unen a la gran crisis económica, con habituales bancarrotas, crisis demográfica y decadencia política.
Problemas sociales cómo la mendicidad, el pauperismo o la delincuencia, sintomáticos en la España del s. XVI, siglo de oro de las letras, dieron cabida a géneros literarios satíricos, antecedente imprescindible para la evolución de la novela moderna. Una literatura que bien podría reeditarse en la España del s. XXI con nuevos picaros que, con su pose de grandes estadistas de la política, van configurando una España distópica cómo la que ya nos están presentando tras el año de mando en ayuntamientos y comunidades: una sociedad nihilista donde todo se banaliza, donde ya no se cree en nada y donde se está destruyendo los viejos valores sin recambio alguno. Esta nueva casta –la del cambio- que, fruto de una protesta ciudadana “del 15M”, se aprovechó de la desesperación de muchos españoles por la situación política y social vivida y, no dejando pasar la oportunidad brindada por ese “movimiento de indignados”, crea un partido populista con el fin de estructurar un movimiento político que les facilitara el asalto al poder. Un populismo hábil y pícaro que engatusa a la gente con promesas demagógicas hacía un país sin corrupción, sin clases, sin paro y sin guerras y donde cada pueblo, provincia o comunidad podrá elegir su destino. Nos presentan “El país de Jauja”, descrito en el libro de Hans Sachs, tierra de riquezas que aparece como destino de la nave de los necios de Brand.
Estos revolucionarios del cambio político y social, con el pretexto de igualar socialmente a la ciudadanía destruyen la capacidad de los padres de elegir colegio, enseñanza, religión o cualquier tipo de actividad que consideren mejor para sus hijos. Se pregonan libertarios y son los mayores esclavistas sociales que incrustan en la mente de los niños su idea de lo que debe ser, por ejemplo, la ideología de género con actitudes vergonzosas entre niños que nunca les hubieran venido a la cabeza de no ser por la ponzoña antifamiliar que quieren introducirnos. Destructores de la familia, sabedores que es ahí donde se ayuda a madurar y respetar la libertad del individuo y eso es lo que no quieren.
Si el texto distópico más influyente del siglo XX “1984” de George Orwell, con su pesadilla totalitaria de una policía del pensamiento, suscitó en muchos analistas paralelismos entre la sociedad actual y el de 1984. Si “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, nos manifestaba que el placer es la principal herramienta de control de una sociedad, y si “El circulo” de Dave Eggers, nos dirige a un futuro digital omnipresente e invasivo. La España distópica de 2016, con una educación bajo mínimos, una invasión digital sin precedentes, una entrega total a lo que dicen los medios y una capacidad de justicia que deja mucho que desear, nos lleva, si no le ponemos remedio, a una frialdad social que acabará anulando la voluntad y la vitalidad del ser humano.

José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr. Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose

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