Últimamente el tema central de prensa,
radio y tv, es el problema griego y sus planes para reducir su déficit público
y pagar su deuda. El problema no está en presentar un plan, que también, sino
en ser serios en las negociaciones que hasta ahora no lo han sido. Ya nadie
cree en lo que diga el primer ministro griego Alexis Tsipras, aunque su
flamante exministro de finanzas señor Varufakis haya dimitido para darle más
credibilidad a la estrategia de juego del primer ministro con su contrincante
la Unión Europea. Digo estrategia de juego, porqué es lo que estos señores
están haciendo en sus conversaciones con los líderes de la eurozona.
Yanis Varufakis, economista formado en
matemáticas y estadística, autor de varios libros sobre teoría de juegos, fue
asesor económico de George Papandreou, de cuyo gobierno iba a convertirse en un
ferviente crítico unos años más tarde. Como buen manipulador y estratega
llevaba en su mente probar su teoría de juegos en la situación económica por la
que pasaba su país. No encontraba en su entorno a nadie que le pudiera ayudar a
ello hasta que encontró al visionario Tsipras que, como buen antisistema,
recogió el lance de Varufakis para procurar maquillar sus promesas electorales que,
con su dinero, son irrealizables.
En
los últimos veinte años, la teoría de juegos se ha convertido en el modelo dominante
en la teoría económica y ha contribuido significativamente a la ciencia
política, a la biología y a estudios de seguridad nacional. Esta teoría estudia de manera formal y abstracta las decisiones óptimas que
deben tomar diversos adversarios en conflicto. Su estrategia implica que cada
movimiento o jugada, a realizar por el jugador, es el resultado de lo que el
espera que los otros jugadores (o contrincantes) hagan. Dado que el mundo es un
lugar inestable, el azar también puede jugar un papel. La teoría de juegos toma
esto en consideración.
En situaciones como las actuales, la
teoría de juegos es una herramienta muy útil en manos de los antisistema pues
conocen, como nadie, amagar y hamacar la
situación sin importarles el lugar en que están dejando a su país. En ese tira
y afloja entre eurozona y gobierno griego, la acción final depende de ambos. El
árbol de decisión trazado por Varufakis tiene sin embargo, a mi modesto
entender, las cartas marcadas. El gobierno griego tiene a su favor muchas cosas
que la eurozona no tiene, por ejemplo: Grecia es un punto geoestratégico para
los EEUU, que no le interesa que salga de la eurozona y pueda entrar con los
rusos. Cualquier resultado que llevara a la ruptura con el país heleno traería
consecuencias, aún no imaginables, de caos y desorden. Los antisistema están
ansiosos de que la jugada salga a favor de Grecia, pues sería un ejemplo de su
política y crearía precedentes. Cualquier trato de favor a Grecia provocaría
que los socios de la eurozona (léase por ejemplo, Portugal, Irlanda, Chipre o
España) actuaran de forma similar.
Por su parte, la eurozona ha caído en la
trampa de ser el malo de teoría de juegos o de la estrategia que Grecia está
llevando. Es el jugador que quiere “obligar” al país heleno a realizar acciones
que son inviables y que en consulta plebiscitaria, que no democrática, ha dicho
“no” a la petición del Eurogrupo (aunque a la vista de los acontecimientos de
Tsipras en la cámara europea no sabemos que es ese “no”).
La conclusión a la que nos lleva este
planteamiento es bastante incierto pero en el supuesto, nada desdeñable, de que
la eurozona no aceptara el plan de Tsipras (más que un plan es un agiotaje),
Grecia entraría en “default”, es decir en suspensión de pagos, con el caos y
riesgos que podría traer. Así las cosas, siempre la ventaja será para Grecia,
pues la UE evitará ese “default” y aceptara finalmente el plan griego.
José Antonio Puig Camps. AGEA Valencia (Dr.
Ingeniero y Sociólogo)
http://josantoniopuig44.blogspot.com.es/
Twitter: @JapuigJose
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