Mi frase




MI Frase
"Cuando la vista se cruza con el deseo, haz que impere la razón".
(José A. Puig)





lunes, 23 de diciembre de 2013

LO QUE ENTRAÑA LA ESPERANZA




La primera caracterización que se da de la “esperanza” es que consiste en aguardar (“guardar”: buscar con la mirada) la obtención o preservación de un bien que se aprecia. Si pensamos que la “fe” se describe como la creencia en lo sabido, es decir, creer algo que no hemos visto y que nos ha llegado por el oído o por el testimonio de otra persona, entonces, cabe decir que la esperanza consiste en buscar con la mirada lo que nos ha sido dicho de palabra (creer que veremos lo que se nos ha anunciado: fe). De ahí que, según los teólogos, en el cielo no será necesaria ni la fe ni la esperanza (se dará ya la visión de Dios) y solo queda la “caridad” activa y perfeccionada.
El entorno propio de la esperanza es, al menos, el de una relativa incertidumbre, el de la ausencia del bien completo y cumplido. Cabe tener esperanza si se es consciente de no vivir en el mejor mundo posible; si se tiene miedo de perder lo que se espera lograr o conservar. El temor y la esperanza forman parte de la lente de incertidumbre con la que se nos hace visible el destino de las cosas y de todo lo humano. Sabe ver lo mejor de cada cosa quien teme lo peor, por ello la esperanza es la no abandonada expectativa de lo mejor.
Actualmente se está educando, a través de todo tipo de medios: escuela, televisión, radio, tertulias, literatura, etc., en la desesperanza o en que se crea que la esperanza no es necesaria, por ello no se quiere hablar de la muerte, ni de la enfermedad, ni de la vejez. Si se hablará de ello, se estaría sacudiendo la modorra anestésica de nuestro mundo y se tendría que decir claramente que la esperanza es necesaria.  
Considerar el mundo y la vida de cada uno como el territorio donde el bien y el mal se enfrentan, parece tener sentido solo en la epopeya, en la poesía heroica, en la religión o en la visión infantil, donde el bien y el mal están detrás de todo lo que sucede. Es tener conciencia de que se necesita recibir ayuda, de necesitar asistencia y socorro para no sucumbir al mal. Ser como niños, reconquistar la fantasía moral de la infancia, es lo que entraña la esperanza. Es esa fantasía moral la que desinhibe los complejos que nos impiden desear que sea el mundo y la historia la que acabe bien.
Esa falta de complejos que permite aspirar y tener buen ánimo para lo más grande, para lo más inaccesible, tiene un nombre que es “magnanimidad”, la virtud de aspirar a lo mejor y el buen ánimo de procurarlo. Es tener el alma grande y el ánimo dispuesto para lo mejor y lo mayor, pues lo contrario de la magnanimidad es la mezquindad. La mezquindad es el refugio en el que se esconden, a veces inconscientemente, los que viven sin esperanza.
José Antonio Puig Camps (Navidad 2013)

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